Capítulo LXII

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La primera reacción de Lily al ver la puerta abrirse fue encogerse en su sitio lo más que le permitían las ataduras en sus manos, y es que, a pesar de que sabía que todo intento de su parte para protegerse de quienes la mantenían en cautiverio era totalmente sin sentido, también estaba convencida de que no dejarían que la lastimaran a ella o a su bebé, no sin al menos luchar.

—¿Estabas haciendo escándalo para llamar la atención y, cuando logras tu cometido, te escondes? —se burló Joshua— ¿Quién carajos te entiende, ah?

Lily abrió los ojos como platos, aterrada y comenzó a llorar de nuevo con enorme desesperación.

—¡Déjame ir! —rogó la chica—. No le voy a decir a nadie que me secuestraste, pero por favor, ¡déjame ir!

—¿Y perderme la oportunidad de ver tu rostro aterrorizado cada vez que quiera? ¡jamás! —contestó aquel antes de soltar una risotada y caminar hacia la cama donde yacía la escritora.

Lily comenzó a patalear, asustada y en medio de un ataque de pánico pero eso no detuvo a Joshua para que se cerniera sobre ella y comenzará a rasgarle la ropa con violencia, sin siquiera considerar el abultado vientre que poseía la muchacha.

—¡No! —gritó la muchacha cuando el hombre comenzó a besar su cuello con lascivia— ¿Por qué me haces esto, Joshua?, ¿qué te hice yo? —preguntó entre sollozos—. Eres un hombre libre, puedes acostarte con quien quieras, ¿Por qué te empeñas en hacerme daño?

—¿De verdad crees que hago todo esto para poder estar entre tus piernas? —Soltó Joshua con sorna—. Eso lo puedo hacer contigo o con cualquier otra zorra cuando mejor me parezca, niña estúpida.

—Si no es por esa razón, ¿cuál sería entonces? —contestó la aludida con la voz rota—. Desde que entraste a mi vida no has hecho otra cosa que destrozarme y abusar de mí, ¿si no lo haces para acostarte conmigo entonces por qué lo haces?

—No lo sé —contestó el hombre poniéndose de pie y caminando alrededor de la estrecha habitación—. Tú eres la hija de James Albright, tú me dirás.

Al escuchar el nombre de su padre salir de los labios de Joshua, la chica sintió un mal sabor de boca, sobretodo porque era imposible que él supiera el nombre de su padre debido a la rotunda negativa de Laura de tratar ese tema en casa, casi como un tabú.

—¡Cállate! —demandó la chica al tiempo que sacaba fuerzas de quién sabe qué lugar para empujar lejos a su agresor—. ¡Ni se te ocurra hablar de mi padre, ¿te queda claro?! ¡Tú ni siquiera lo llegaste a conocer!

En los labios del hombre se fue pintando lentamente una sonrisa lobuna, llena del placer de saber algo que la muchacha desconocía, algo que podía llegar a herirla incluso más que cualquier otra cosa que se le ocurriera hacer con su cuerpo.

—¿De verdad crees que no lo conozco? —interrogó el hombre con un tono burlón— ¿Sabes a que se dedicaba él antes de enfermar y morir, ah?, ¿acaso sabes que James era taxista?

Lily frunció el ceño, confundida. Sabía que su padre era taxista, de hecho, era emblemática la historia de cómo Laura conoció a su padre un día en que aquella abordó un taxi sin haberse fijado que éste estaba ocupado y que ella, al darse cuenta de su error, le pidió al chofer que se detuviera para ella poder bajar a lo que él le contestó que no se preocupara, que él la llevaría a dónde sea que ella fuera.

—¿Qué? —preguntó el hombre al notar el desconcierto reinante en el rostro de la escritora—, ¿te sorprendí, no es así?

—Lo que me sorprende es que mi mamá te lo dijera...

Te encontraré (Vida en Línea #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora