"Sólo"

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Riñen, truenan y gritan las hojas de los arboles.

Gimen y retuercen sus tallos las flores de los sepulcros al son de mis pasos.

El sonido del viento es profanado con inverosímiles susurros a mi al rededor.

—Es el novio.

—Pobre chico, ha de estar destrozado.

—Dicen que intentó suicidarse.

—Solía ser su paciente, que tragedia.

El dolor afinó mis sentidos, el ardor de alma pulió mis tímpanos y podía escuchar incluso el incesante golpeteo de mis latidos.

Me mantuve de pie a unos metros de la urna ha sabiendas que estabas ahí, aún no te veía, temí hacerlo, tengo miedo Sam. Negra como tú cabello, solemne como tu presencia, el cajón suspendido en el hoyo previamente excavado pregonaba vacío y tristeza.

Un cura católico, parte del servicio funerario del lugar había esperado mi llegada para iniciar lo que para él era rutina.

Hablé al oído de mi tío, el cual se acercó al cura para decirle que no requerimos de sus servicios.

Se paró a un lado de la urna y alzó la voz para dar las gracias a todos por su presencia.

Dos hombres, empleados del lugar, esperaban pacientemente el término de nuestra "despedida" para bajar la urna al seól donde morará tu cuerpo, recipiente de todo el amor que un hombre pudo dar y todo el odio que otro pudo descargar.

Luego de agradecer se acercó a mi.

—Puedo pedirles que la bajen, no tienes que verla si no quieres hijo.

—No —respondí y al dar el primer paso, el fuerte agarrón de la mano de mi tío me detuvo.

—No te hagas esto Esteban —suplicó con voz cortada.

—Debo hacerlo, hay algo que tengo que decirle —mostré una sonrisa que pregonaba un sufrimiento que desgarraba mi alma pedazo tras pedazo y soltándome me dejó acercarme al cajón abierto de mi esposa.

Me paré frente a ti mi amor y un silencio sepulcral se adueñó de la escena.

Entonces te vi.

SAM II©Where stories live. Discover now