Me acerqué a ti con lentitud.
Me senté a tu lado.
Recostaste tu cabeza en mi pecho, seguido de una hora de amargo llanto.
Yo sólo acariciaba tu cabeza.
—No temas Sam, yo estoy contigo.
—No me dejes, tu no eres como ellos —sollozaste.
—Yo nunca te dejaré Sam.
Luego de pequeños diálogos quedaste profunda en mi pecho con tu brazo rodeando mis costillas.
Llorar fatiga.
Sufrir agota.
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SAM II©
ContoDías de ensueño. Noche estrellada. ¿Cómo apaciento tu alma angustiada?. Quiero parar el recuerdo que envenena tu felicidad y la mía. Cuán hermoso será el día en que juntemos nuestros destinos. Es tan bella la llegada. Pero aún más lo es el camino. D...
