*

Anneliese Petrelli no pudo dormir la noche entera. ¿Cómo podría haberlo hecho? Tampoco lo intentó. Deseó, en más de una ocasión, bajar a buscarlo, pero no se atrevió.

Al día siguiente, gracias a que sus padres regresaron ya por la noche, no se cruzó con él.

Cuando se llegó el lunes, luego de ducharse, se dio cuenta de que él ya había partido al liceo, en el cual lo buscó, pero tampoco lo miró, lo mismo que por la tarde, en casa. Para el día martes, por la mañana, estaba tan irritada ya, que le fue imposible ocultar su inquietud un momento más, cuando Jessica se lo preguntó.

—Le conté sobre... —lo dudó por un momento— Nicolas.

Jessica torció un gesto suavísimo, pero guardó silencio. Estaban en los sanitarios de chicas.

—¿No vas a decirme nada? —la apremió Annie.

—Pues —Jess no parecía saber qué decir—. Bueno, era su derecho saberlo, pero... no sé qué te llevó a decírselo.

A la rubia le temblaron los labios, quería contarle lo que había ocurrido..., pero no quería, a la vez.

—Estaba molesta con él —se limitó. No se atrevió a repetir todo lo que le había dicho luego.

—¿Le aclaraste todo? ¿Le contaste todo lo que a mí?

—No —se le quebró la voz—. Por el contrario...

—Ay, Annie —la abrazó y la otra, sin saber por qué, se echó a llorar.

Cuando salieron de los sanitarios —luego de que Anneliese se lavara la cara, para no dejar rastros de lágrimas—, caminaron un poco antes de volver a su salón de clases y... fue ahí donde pudieron ver a Angelo.

Él estaba en el campo de deportes, sentado sobre las gradas, leyendo un trozo de papel que Raimondo sostenía entre los dos; a su lado izquierdo, estaba Rita y, frente a la animadora, Lorena, junto a Lorenzo.

—Rita siempre está con él —se escuchó decir, bajito.

—Siempre ha estado detrás de él —se rió Jess—. Ella no le interesa.

—Pero no quiero verla con él —se escuchó, angustiada. ¿Y si Angelo se involucraba con ella sólo para regresarle el golpe?

No, ése no era Angelo.

Angelo era más de mandarlo todo al demonio...

—¿Por qué no vas a hablarle? —le propuso Jess y, por el gesto que torció Annie, adivinó que eso no era posible... y que había pasado algo más entre ellos.

Aquel día, por la tarde, Annie tampoco logró estar a solas con su hermano y, al día siguiente, en el comedor escolar, cuando Lorena y Rita tomaron asiento en la mesa de Annie, la rubia no pudo ocultar su desagrado por la animadora. Odió su sonrisa y más sus palabras cuando ésta comenzó a hablar de Angelo.

Decía algo sobre un festejo de San Patricio al que asistirían, en cuatro días; en ese momento, la pelirroja se había levantado a buscar fruta, y Annie y Jess no pudieron hacer ninguna otra cosa que mirarse en silencio. Cuando Lorena regresó a su mesa, Rita seguía con el mismo tema, por lo que ella les preguntó:

—Vendrán, ¿cierto?

—Ni siquiera entiendo bien qué es —confesó Jess, a su prima, un poco contagiada de los sentimientos negativos que tenía Annie—. Además, ¿San Patricio no es en marzo? Estamos en abril y no, nadie nos ha invitado.

Ah! No empieces —Lorena puso sus ojos en blanco—. Será sólo una tocada de grupos de rock irlandeses, y la temática será similar a San Patricio, nada más —le explicó—. Pero habrá cerveza. Mucha cerveza irlandesa —quiso tentarla.

Ambrosía ©Where stories live. Discover now