-¿Sí entiendes lo que quiero decirte? -le acarició una oreja.

Los gestos y maneras de Lorena, su falta de noción del espacio personal -de confianza- entre las personas que quería, y ella, era algo en lo que se parecía un poco a Hanna Weiβ. Irene había mencionado -con desapruebo-, en alguna ocasión, que Lorena había crecido intentado emular a Hanna, intentado ser tan provocativa como ella... Aquel comentario había hecho fruncir el ceño a Angelo, y a su tía quedarse muda, cuando descubrió que el muchacho estaba justo detrás de ella. Pero en ese momento Angelo no le prestó atención a la caricia de su prima, pues se había acostumbrado a éstas...

-Sí -se limitó, a pesar de que no tenía muy claro el punto de Lorena. No tenía ganas de seguir hablando.

-Bien -dijo ella-. ¿Cómo van las cosas con Annie?

-Como eran de esperar -se aclaró la garganta y cogió aire por la boca-. Creo que, reponerse, le llevará un poco más de lo que pensé.

Lorena se relamió los labios, asintiendo.

-Tal vez.

El resto del camino, apenas hablaron de la cena con Rita y, cuando el auto se detuvo frente a la casa del muchacho, Lorena le besó una mejilla, posando cada trozo de sus labios sobre su piel blanca, y lo acarició una vez más, en la nuca, como si le diera ánimos.

Al entrar a su casa Angelo se encontró con su madre en la sala de estar, bebiendo café, con las piernas blancas sobre el sofá. Ella vestía el camisón de seda color carmín, corto y a tirantes, con el que Anneliese había cubierto su desnudes la tarde en que Matteo los encontró juntos, en el sótano.

Madre e hijo se miraron a los ojos, luego, él se retiró a su recámara, en silencio.

* * *

Anneliese se enteró de que Rita ya tenía diecisiete años el segundo lunes de abril, a medio día, durante su clase de biología, mientras se reunía con su equipo para terminar los puntos del proyecto que habían comenzado antes del retiro, y que debían entregar, a más tardar, el día siguiente... O, mejor dicho, se enteraba mientras intentaba descubrir si su equipo seguiría junto, pues lo conformaban Bianca, Laura, Jessica y ella.

Las chicas no se habían reunido después del Retiro de Pascua -naturalmente-, por lo que su proyecto se había quedado estancado.

-Ay -suspiró Jessica, girando las páginas de su libro, tanteando la cantidad de información que restaba-. Nos falta muchísimo. ¿Tú haces la maqueta?

Anneliese no respondió. Continuó mirando a Laura, quien estaba junto a la profesora de biología; entonces la mujer sacudió la cabeza en una negativa rotunda y, con voz alta, dijo:

-Al equipo de Laura -todo el grupo volteó, a pesar de que la profesora sólo miraba a Bianca y a las Petrelli, sin saber cuál de las chicas era el problema-: no me dejaron elegir equipos, quisieron hacerlo ustedes. Los proyectos me los van a entregar como están registrados, todo el equipo completo, si falta un solo integrante, no alcanzan calificación este bimestre. Y ya les había comentado que con esto continuaríamos el siguiente así que, si reprueban éste bimestre, ya tienen reprobado la mitad del otro.

»Ve a trabajar con tu equipo -le ordenó a Laura.

La muchacha torció un gesto y volvió a su sitio, donde cogió su libro y luego fue al escritorio que estaba vacío frente a Anneliese, empujándolo hacia el de ella, golpeándolo.

Annie sólo cerró sus ojos por un segundo, pero no dijo una sola palabra.

-Ten cuidado, imbécil -le espetó Jessica.

Ambrosía ©Where stories live. Discover now