55: Nuestro Hijo

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Mi mundo se detiene, siento todo relantizarse. Tomo bocanadas de aire intentando tranquilizarme. Snow me mira con regocijo.

-Esta mintiendo- le acuso negando- ¡deje de provocar más daño!- exclamo con los dientes apretados.

-Jamás jugaría con algo así...-se calla para luego soltar una risa- bueno, lo hice, pero ahora es cierto y...- da un paso a un lado señalando la cuna- ahí esta la prueba.

Me toma un tiempo armarme de valor y acercarme, le miro recelosa, él solo sonríe con burla. Alzo el velo que cubre la cuna e inmediatamente Contengo un sollozo.

Miro al bebé frente a mi. Esta dormido, tiene un chupete en su pequeña boca, el cabello rizado color rubio se le arremolina en la cabeza. Cierro los ojos dejándome caer al piso de rodillas, tiritando. Cubro mi rostro incapaz de poder creerlo. Derrepente siento un golpe en mi nuca y todo se vuelve oscuro.

«Peeta»

Floto sobre la espalda en un mar espumoso color verde esmeralda. Todo mi cuerpo esta en llamas, duele pero soy incapaz de moverme y derrepente aparecen ellos, los muertos. Vuelan como pájaros sobre mi, deseo seguirlos, ser un pájaro más pero el agua no me deja ir, impide que me eleve en mis alas. Todos a los que odio están a mi alrededor, me arrancan la piel mordiendo y mordiendo una y otra vez.

Un pajaro marrón dorado me clava las garras en el pecho intentando mantenerme a flote e impedir que las horrorosas criaturas me sigan tirando para abajo.

-¡No puedes irte, Peeta!, ¡no todavía!- exclama y reconozco esa voz, mi hermano.

-¡Aben, sueltame. Te arrastrare conmigo si no me sueltas!- él lo hace y solo queda hundirme en las profundidades del agua, completamente solo.

«Lime»

Despierto con un gran dolor de cabeza, mi nuca palpita. Me reincorporo con rapidez al recordar al bebé, mí bebé.

-Hey, hey, tranquila- miro a Ravenel. Me acerco hasta ella.

-¿Dónde esta mi hijo?, ¡¿Dónde esta?!- exclamo nerviosa. Ella me hace señas para que me tranquilice.

-Al bebé lo llevamos a la habitación de al lado, esta siendo cuidado por la mujer que era su niñera, ¿si?- ignoro lo demás y salgo de la habitación corriendo, abro la puerta de al lado pero no hay nada, voy a la otra y allí esta su cuna y él.

-Mi bebé- susurro yendo hasta él- ¡sueltalo!- exclamo con odio. La mujer me da a mi hijo y se va de la habitación asustada. Le tomo con delicadeza, temiendo que se lastime entre mis manos- Tob- susurro llorando nuevamente, él se remueve soltando los típicos sonidos de un bebé.

Me mira y no puedo evitar perderme en esos ojos...tan parecidos a los de Peeta. Le miro algo asustada por el gran parecido.

Le abrazo con delicadeza y aspiro su aroma, beso su pequeña cabeza y me quedo abrazándole un largo rato.

Luego de que puedo asimilar a medias la noticia de que mi hijo esta conmigo, buscó a Ravenel y cuando la encuentro le pregunto de tiro.

-¿Dónde esta Peeta?- ella me mira con lástima, temo lo peor.

Me lleva al hospital del Capitolio, en ningún momento suelto a Tob, Peeta debe verlo, saber que esta con vida, que todo lo que vio fue un vil truco de Snow.

Al llegar Ravenel me detiene.

-No creo que debas entrar con el niño- dice con una mueca- hay muchos heridos y Peeta no esta en las mejores condiciones todavía- asiento y con algo de titubeo se lo paso. Ella lo recibe y le sonríe- te esperaremos dentro del auto.

-Bien.

Entro al hospital, le pido a una doctora que me lleve a la habitación de Peeta, esta en el área de quemados, evito mirar a mi alrededor y sigo a la doctora hasta el final del pasillo, abre la puerta y yo entro.

-Ha estado inconsciente desde entonces, estamos haciendo lo que podemos para renovar su... piel- asiento sintiendo las náuseas- te dejaré unos minutos.

Me acerco a la cama de Peeta, tiene la piel chamuscada. Siento mis ojos empañarse, intento tocar su mano pero temo que le saque la piel.

-Peeta, yo...lamento no haberte ayudado- me disculpo- pero debía hacer lo que hice, si no lo hubiera hecho quizás ahora me estaría tomando la pildora, descuida no lo haré, ya no- niego- debes vivir, Peeta, ahora más que nunca. Tú me dijiste que hemos pasado por muchas cosas juntos no te vayas cuando por fin logramos la paz- suplico- nuestro hijo te necesita, nos necesita. Todos te necesitamos la verdad- me acerco y beso con cuidado su frente recuperate pronto para que veas con tus propios ojos la belleza que es nuestro bebé- susurro y luego salgo de allí.

UNA HISTORIA DIFERENTE.➹Peeta Mellark.Where stories live. Discover now