Capítulo XV: La Empatía

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-Jahugapué la play. -Le digo tomando asiento con toda libertad en uno de sus sillones negros de los costados.

- ¿Legal? Hace cuanto por ahí no jugás? -Me pregunta con su voz de tono gris.

- Y no sé... Creo que la última vez que vine acá por ahí.

- ¿Y hace cuánto no venís? -todo el interrogatorio frente a mí, a la distancia que se hallaba el sillón de la mesa.

-Y no sé... casi un año, supongo.

-Es raro que vengas. Ahora por lo visto tenes más tiempo...

Soledad, como buena camorrera, se quedó con la boca de pato y agitando como si el golpe fue demasiado fuerte. Quería ignorarlo pero...

- ¿Y después? -con los brazos abiertos al reclamo.

- Y cierto ko es, o ¿Por qué ya no venías?

Soledad ahora entendía mejor y su faz era seria. Sólo pude entenderlo ahí. No estaba siendo hiriente por serlo, solo se sentía un poco como yo.

En medio de esa leve apertura que hizo Julio pude ver justo detrás de él a una chica, un largo y lacio cabello castaño que llegaba hasta cerca de las cosillas, cubiertas estas por un profundo color negro de una remera de Iron Maiden y un ajustado y provocador jean negro de cuero que resaltaba sus voluptuosas piernas. Viendo perfectamente a una mujer imaginaria, no precisaba ver a otra, aunque Soledad me daba tranquilidad.

- ¿La ves? -pregunta Soledad suavemente en mi oído-

- Sí, por favor decime que no enloquecido más todavía. -mirándola de frente pero sin despegar la espalda del cómodo sillón.

-Claro que no, tonto. -dándome un leve akapete- Ella es Soledad.

- ¡Nderakore! ¡Qué tiene de novedoso ese nombre! -no me agradó nada saber eso.

-No vayas na a ser imbécil. -con un tono de reprimenda- Él está como vos, solo.

-Espera... me estás diciendo qué...

- ¿No me vas pio a contestar? -volvió a inquirir Julio, sin modificar su tono de cero emotividad.

- ¿Por qué no venía? pues... era un perfecto idiota. -Dejando caer mis brazos sobre los respaldos del sillón- Por eso.

Él seguía mirándome fijo; es en todo momento, un hombre sin palabras. Yo trataba de comprender el gesto rudo de la chica. Soledad tampoco le quitaba la vista de encima.

- ¿Te refieres a que está... solo? -Volviendo a la conversación interna.

-Así mismo, esa chica ahí es la prueba.

- ¿Y qué prueba? -como si de verdad no entendiera.

-Ella lo representa... así se siente.

- ¿Y le gustan ese tipo de chicas?

-Capaz no. Sólo se elige una forma cualquiera, lo que ella haga es la prueba.

Escuchaba atentamente lo que iba contando, dejaba que ella sola se describa.

-O sea... te refieres que es una... ¿reflexión?

-Más bien un reflejo... Ella es la forma en como el se ve.

- ¿Y se ve así? digo... Él es bastante delgado y ella...

- ¡No, no! ¿no entendés piko? -zarandeándome de los hombros- No él físicamente, sino de como se siente, su alma.

-¿Alma? -mirándole de pies a cabeza.

Dejame solo,  Soledad. Where stories live. Discover now