Hey, tranquilo —dijo Angelo a Nicolas, mostrándole ambas palmas de sus manos.

Para entonces, casi todos a su alrededor se habían detenido y miraban con atención al francés, aproximándose rápidamente a Angelo, cargando un tubo metálico.

—¿Qué pasa? —siguió el Petrelli—. N-- —decía, pero no pudo terminar su frase, pues Nicolas le lanzó el primer golpe con el tubo.

Alguien gritó.

Angelo logró sujetar el tubo con su mano derecha —le había dado un buen golpe en la mano—... y entonces se dio cuenta de que fue una distracción, pues el francés le asestó el primer puñetazo en la mandíbula. El cuerpo de Angelo, por un momento, reaccionó por instinto y casi le regresa el puñetazo, pero logró contenerse y, en su lugar, lo alejó por el área del abdomen, con una patada que no resultaba ofensiva, sino defensiva.

—Cálmate —le ordenó Angelo, con los dientes apretados.

Cuando Nicolas volvía al ataque, Raimondo lo sujetó por la espalda y... Angelo torció un gesto de frustración.

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Lorena y Rita se habían acercado un poco más, cogidas por una mano.

Laura, al lado de la mesa ritual, se quedó paralizada, al igual que Jessica.

Bianca se volvió hacia ellos, buscando el enfoque de su cámara, y comenzó a presionar el botón del control remoto para hacer fotos.

Anneliese, aún en su terror, logró ver que Angelo sólo intentaba controlar a Nicolas.

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—¡Suéltalo! —gruñó Angelo a su amigo.

Pero no era necesario, antes incluso de que él acabara de decirlo, Nicolas ya se había liberado, golpeando directamente el hígado de Raimondo, con su codo derecho, repetidas veces.

Lorenzo llegó donde Raimondo y le puso una mano sobre la espalda, preguntándole por su estado, en silencio.

—Tú y yo —bufó Nicolas—. Sin tu par de perras —hizo un movimiento corto y rápido con su cabeza, señalando hacia atrás, hacia sus incondicionales.

—Podemos hablar —insistió Angelo, en voz alta... pero luego miró a un lado, sonrió de manera sutil, malévola y, con voz muy bajita, le dijo, mirándolo a los ojos—. Ven.

Cuando Nicolas se lanzó contra el otro, sin perder más tiempo, el pelirrojo echo a correr en dirección a las cabañas.

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Laura Giordano no había logrado ver cómo sucedió; Nicolas había lanzado un golpe a Angelo —y parecía haber acertado—, pero él lo había cogido y, en un giro rápido, violento, tiró al francés sobre la tierra, de espaldas, poniéndole luego el tubo de metal contra el cuello, metiendo su cabeza dentro de la piscina.

—¡Suéltalo, hijo de puta! —se escuchó decir y, antes de darse cuenta, estaba donde ellos, sujetando a Angelo por el rostro, con ambas manos. Ni siquiera pensó en hacerlo y, de la misma manera, sus dedos buscaron los ojos grises...

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Antes de experimentar alguna clase de dolor en sus globos oculares, Angelo sintió el agarre y, de manera automática, dio un fuerte cabezazo hacia atrás, protegiendo sus ojos y golpeando en el pecho a la persona que tenía detrás —no sabía quién era—, y antes de que pudiera rematar con un codazo... alguien se la quitó de encima.

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Al verlo en peligro, al ver cómo Laura buscaba los ojos de Angelo, el cuerpo de Rita Benedetti se había movido solo...

Ambrosía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora