Capítulo XXXIX: Trigésimo noveno contacto

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-No pretendas hacer como que todo está bien, no pretendas restarle importancia, no pretendas que no me preocupe por ti cuando...-había elevado la voz. Nozomi se había percatado de que algo le estaba molestando y no era, ciertamente lo que alegaba.-Olvídalo- finalizó el chico.

Parecía ocultar algo, una vez más.

-No entiendo su preocupación, le he dicho que solo estuve enferma.

-¿Tres semanas? Hace casi un mes que no sé nada de ti. Decidí darte tu espacio, sé que últimamente no puedes razonar muchos acontecimientos que estas sufriendo, pero ni siquiera te preocupaste por buscarme...Fue como si de pronto desaparecieras-Nozomi sentía cómo la barrera con la que había llegado, la barrera que siempre le mostraba su profesor, parecía debilitarse.

-¿Tres semanas?- la joven estaba francamente sorprendida. Habría jurado que habían sido unos días. Se había encerrado tanto en su mundo que había perdido la noción de cuanto le rodeaba.

-¿Qué has estado haciendo que ni siquiera eres consciente del mundo en el que vives?-Nozomi no dijo nada. Mordió su labio. Él solo suspiró.-Sea lo que sea que te esté pasando, deberías comentármelo, estoy aquí porque estaba preocupado por ti, Nozomi-de nuevo había borrado la distancia que existía entre ambos. Ya no hablaba como profesor.

-Lo siento...últimamente no puedo dormir, tengo pesadillas horribles y siento un dolor en el pecho incapaz de aguantar.

Él la miró confundido. Ella le devolvió la mirada. No mentía. Ruki extendió el brazo hacia ella, dudando en el proceso, pero sabía que era incapaz de frenarse ahora. La agarró de su espalda y la atrajo hacia él, con delicadeza. Ella apreció encogerse sobre su abrazo. Podía sentir el olor a café y menta que embriagaba a su profesor. Sentía extraña. Sin embargo, su corazón golpeaba rápidamente su pecho. Habría jurado que podían escucharse los latidos de su corazón en toda la habitación.

Nozomi sintió cómo su profesor apoyaba su cabeza sobre la de ella. Sintió la suavidad y el cosquilleo de sus oscuros cabellos sobre parte de la dermis de la joven.

-Nozomi, puedes confiar en mí. Te lo prometo.

Nozomi sintió cómo se le encogía el corazón ante tales palabras. Sabía que no mentía. Sabía que estaba siendo sincero. Pero las palabras no salieron de su boca. Se encontraba en una situación que jamás habría pensado. Su pulso aceleraba por momentos.

Como un acto reflejo, involuntario, llevó las manos a los cabellos del joven. Sumergiéndolas, acariciándolos. La suavidad de estos era la misma que la primera vez que los tocó. El recuerdo de aquel momento le vino a su mente y retiró rápidamente la mano de la cabeza de su profesor, avergonzada y temiendo que él le reprendiera por tal acción. Para más inri, le vino a su cabeza las palabras que su profesor le había dedicado hace unas semanas, las que había intentado enterrar en el recuerdo: 'Nozomi, me gustas'. Y de pronto, el rubor sucumbió a sus mejillas.

Sin embargo, Ruki agarró la mano de la joven que había retirado de sus cabellos. Levantó la vista y observó a la joven, evadiendo su mirada. La joven no sabía qué hacer en ese momento, quería que le tragase la tierra.

-Nozomi, acabas de volver a darme vía libre. Bajas la guarda demasiado- dijo mientras se acercaba al rostro de la joven.

Ella mantuvo la respiración. Ni siquiera sabía qué debía hacer en momentos como aquel. Sin embargo, sintió los labios de su profesor sobre su frente.

-Lo que te dije, eso que seguramente recuerdes bien, sigue siendo verdad. Me gustas. Ni siquiera yo sé cómo pasó, pero no voy a hacer nada que no quieras que haga.

Diabolik lovers: La manzana de la discordiaWhere stories live. Discover now