The Selection. 15

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Todo se quedó en silencio, y tuve la sensación de que todos me miraban fijamente; Séphora estaba que echaba chispas y Leah se había cruzado de brazos y seguía teniendo una postura regia. Miré hacia la piscina, para ver si había alguien dentro del agua.

-Ey, ¿Pero que ambiente es este?-me puse de espaldas a ella (la piscina) y comencé a andar hacia atrás-, ¿No se suponía que había que reír? JAJAJAJA-me paré un poco antes de llegar al final y miré a todos- ¿No?, chico que mal os están sentando las vacaciones, en serio-negué con la cabeza y salté hacía atrás.

Cuando estuve en el aire, el tiempo pareció congelarse, ahora solo estaba yo y mi objetivo: el agua. Impulsé mi cuerpo hacia arriba y arqueé la espalda, estiré los brazos justo al tiempo para tocar el agua, poco después todo mi cuerpo se sumergió.

Bajé hasta el fondo de la piscina y abrí los ojos con dificultad, este era el único lugar donde realmente podía ser yo, sin ser juzgada, sin procedencia ni pasado, un lugar en donde pudiese destacar; estiré la mano y acaricié el agua, no quería volver arriba y verlos a todos con caras largas, o llegar y recibir una lluvia de aplausos y malas caras, ojalá pudiera quedarme aquí para siempre, ajena al mundo, siendo Aphroditte, la niña de papá, la mimada de la casa, la hermana sobreprotectora, sin escuchar la voz de Christina, sin ver las sonrisas de Aqua y Candela, sin recibir las miradas de odio de Séphora y las suyas, sin haber descubierto que el mismísimo príncipe de Illéa, Ahren Schreave, era el chico que me venía a la mente cada vez que me encontraba mal o estaba enfada, el mismo chico que me había encandilado en el gimnasio y al mismo que había pegado.

Deseaba volver a ser Aphrodite, la chica de diecisiete años que todo el mundo teme, esa misma que tiene por mejores amigos a un huérfano y a un maricón de playa, como lo llamaban en la escuela secundaria; deseaba ser la misma Aphrodite que vivía por y para Oscar; la misma que se entrenaba día a día para ser la mejor asesina; la misma Aphrodite que había ganado a los mejores nadadores del mundo con seis años; la que tenía sueños y aspiraciones y se pasaba los días encerrada en casa, leyendo o escribiendo, sin importarme lo que la gente pensara de mí, sin tener que regalar una sonrisa a todo el mundo y pretender estar feliz siempre; la misma que había superado no volver a ver la sonrisa de su padre, ni sus ojos, no volver a recibir sus abrazos y sus manos revolviendo el pelo.

Aquella Aphrodite, a la cual admiraba y escribo todas las noches para volver a recuperar, la misma que era valiente y no le asustaba no encajar; la que insultaba a diestro y siniestro y que cada vez que quedaba con sus amigos se volvía loca y se ponía a cantar y a bailar por las calles; la que se reía a carcajadas por cualquier chiste, por más malo que fuera; aquella chica que comía sin parar y no le preocupaba manchar su ropa haciéndolo, tampoco le importaban los vestidos ni ir de etiqueta.

La misma que se hubiera matado antes de llorar por un chico, la cual se hubiera pegado hasta la muerte por estar enamorándose de un chico al que acababa de conocer ¡Sólo llevaban un mes, por el amor de Dios!, ahí no hay tiempo suficiente para conocer a una persona.

Aquella Aphrodite a la cual Will y Luke habían aprendido a querer, aquella que llegó a palacio dispuesta a marcharse ese mismo día, esa que hubiera matado a cualquiera que le hubiera propuesto ponerse un vestido.

Pero, aunque me doliera aceptarlo, esa Aphrodite a la que no le importaba su apellido ni el peso de este y lo que pensara la realeza de ella, le valía mil pepinos, ya no era yo; daría todo lo que tengo por volver a recuperarla, por recuperar las sonrisas sarcásticas, la ironía cada vez que abría la boca, los chistes malos y las miradas cargadas de indiferencia, pero ya era tarde. Me estaba perdiendo poco a poco y nadie podía sacarme del agujero que yo misma había creado.

Porque sí, había cavado un agujero y me había tirado de cabeza, sabiendo que allí no había agua para esperarme, pero podía llenarla, solo necesitaba un poco más de tiempo; asentí con la cabeza, dejaría de llorar por alguien que perdí y disfrutaré del momento, día a día. La selección no es algo que me está pasando porque sí.

Me puse de cuclillas y me impulsé un poco hacia arriba, aún no estaba preparada para salir a la superficie, así que me quedé bajo el agua un poco más.

Me acerqué a Aqua y le sonreí, ella me devolvió el gesto y me tendió una mano para ayudarme a salir. La miré dubitativa, pero la acepté; Noté un leve apretón y luego me levantaban con facilidad, noté el agua envolviéndome con sus brazos y ayudándome a salir, recordándome silenciosamente una promesa, una promesa de hace años.

Saqué la cabeza del agua y cogí una bocanada de aire, apoyé el pie en la pared y di un último impulso para salir de la piscina.

-Cinco minutos-me dijo, me giré a verla-. Todos se estaban empezando a preocupar salvo tus hermanos, es... fantástico.

-Mi récord es un cuarto de hora-respondí sin darle importancia y me giré a ver a la piscina-. Siempre es... fantástico.

Ahora sabía que era el vacío que sentía; Aqua puso una mano en mi hombro y miró también hacia la piscina, y por un momento noté que ella también sentía esos brazos y esa voz, cada vez que tocabas el agua; tenía familia, amigos, pero me faltaba eso, el lugar donde podía ser libre.

-Te hecho una carrera-me susurró-. La que pierda, tiene que ir y abrazar a Séphora.

-Jajajaja, prepárate para admirar mi hermoso culo, rubia-respondí y sin darle tiempo a responder me tiré al agua.

El agua, quien siempre me recibe con los brazos abiertos y no le importa mi lugar de procedencia, ni lo que haya hecho.

-Siempre regresaré-prometí en silencio, mientras me dirigía al principio de la piscina-, ¡Lenta, vamos! ¡Tengo ganas de ver tu derrota!

Aqua me sacó la lengua y se tiró a la piscina, poco después llegó a mi lado.

-Mamá, da la salida-le gritó a su madre.

-Preparadas, listas...

The Selection  [2da parte en proceso]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ