The Selection. 5

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Cuando llegué a mi habitación, me costó varios minutos darme cuenta de que no solo estaban mis doncellas.

-Ehm-dijo Alexa, y me sonrió-. Señorita, ellos son los hombres que remodelaran la habitación.

-¿Remodelar? NO, yo...esto..., solo quería saber si es posible cambiarle el color-miré la habitación-. No quiero molestar-susurré.

Mis doncellas se apresuraron a mi lado y me rodearon.

-No molestas-afirmaron.

Me arrastraron al escritorio, enseñándome la gama de colores. En cuanto vi el tono, lo señalé sin que nadie me preguntara, era ese y a lo mejor, podría tener un pedacito de casa aquí.

-¿Segura?-me preguntó el más mayor, asentí sin dudarlo- recuerde que puede cambiarlo si se cansa.

-No lo haré, gracias-abracé a Greta y a Alexa que seguían rodeándome.

Los hombres se despidieron y mis doncellas me ayudaron a ducharme, aunque insistí en hacerlo yo misma, su perseverancia era mayor. Me informaron que cenaría aquí en la habitación, al igual que las otras treinta y cuatro chicas, al parecer, los reyes nos querían descansadas para mañana; después de cenar, intenté pedirles amablemente que se fueran, pero insistían en quedarse. Tuve que gritarles, y gritarles para que me dejaran sola, aunque salieron de allí riéndose por mi reacción.

Me caían bien estas chicas; me metí en la cama intentando dormir, pero, aunque fuera la cama más cómoda en la que jamás dormiría, no lo pude hacer.

Di vueltas. Y vueltas. Más vueltas; encendí la lámparita y miré la hora, aún era la una de la mañana. Me levanté de la cama y empecé a dar vueltas por la habitación; me cepillé el pelo; me di un baño de agua caliente; reorganicé mi cuarto, moví la cama de sitio y también el escritorio; volví a ver la hora, las tres de la mañana.

Resoplé, no tenía ni una pizca de cansancio. Me pusé el albornoz, mis Mustangs y bajé a la biblioteca que me habían mostrado nada más llegar.

Cuando iba a abrir la puerta, alguien se me adelantó por el otro lado. Solo me falta ser pelirroja y tener los ojos verdes, ¡Y por supuesto!, ser de Carolina y no de Ángeles.

Se me heló la sangre y mis músculos no reaccionaron, pocl después, la cara del príncipe Ahren estaba frente a mi.

-Oh, tu...-susurró y desvió la mirada, me crucé de brazos.

-Si, oh, yo-respondí.

-¿Qué quieres?-miró su reloj de pulsera-, son las tres y cinco de la mañana.

-No podía dormir y... Pensé... ¿Me... prestas? Yo...-resoplé y me moví incómoda-. Magnifique!

-Anda, pasa-se hizo a un lado y me dejó entrar.

Cerró la puerta y no me molesté en saber si seguía aquí, me deleité con ver tantos libros juntos. En mi casa tenía, pero no tantos. No.

Suspiré y me acerqué a la estantería más cercana, pusemi dedo índice en el primer lomo y lo desplacé al mismo tiempo que iba leyendo; entonces lo encontré, Demoníaco Destello, de Mitchie Houston. Había buscado ese libro por más de tres años y ahí estaba, en frente de mi.

Lo cogí con delicadeza, como si de un secreto se tratara, mis manos rápidamente se amoldaron a su forma. Reprimí el impulso de olerlo, seguía sin saber si estaba sola...

Lo acaricié por última vez y aguardé el deseo de cogerlo y llevarmelo, mañana podría regresar a por él. Suspiré y cerré los ojos mientras lo colocaba en su sitio.

Seguí mirando, pero ninguno me llamó la atención, no después de haber visto ese. Resoplé resignada, en menos de diez minutos, todo esos libros me habían sacado más suspiros que cualquier chico.

-Es la primera vez que veo a una chica suspirar tan seguido, sin un chico aquí presente- Me lo vas a decir a mi...

Me giré y le sonreí, su cara me sonaba, y no de verlo en televisión precisamente. Me estiré la bata y me atreví a preguntárselo.

-Ya nos hemos visto, ¿Verdad?, quiero decir... Por el pueblo-tragué saliva, el sonrió divertido.

-Me alegra ver que aprendiste a hablar inglés-me mordí el labio inferior, el príncipe se rió mordazmente-. Hace tres años, en el gimnasio.

-¡No!-me llevé la mano a la boca y no pude evitar soltar una carcajada-, ¿Eras tu?, ¿Me estás diciendo que pegué al príncipe?

-¿Me estás diciendo que no te acuerdas?-no sé cual de los dos estaba más divertido-, ¿O sea que andas pegando al primer chico que se te cruza?

-¿Perdón?-abrí los ojos incrédula-, no entendía de que hablabais pero tu mirada lo decìa todo, ¡Estaba demasiado baja!

-¡Tenía quince años!-protestó-, y no estaba demasiado baja.

-Perdóneme, don "Boxeo es para los pringados", pero mi hermana y por ende yo, teníamos doce. A si que no me vengas con esos cuentos.

Hice una mueca, parecía una madre regañando a su hijo por no querer comerse las verduras. Me crucé de brazos y cambié el peso de un lado a otro.

-Casi no te reconozco con ese color de pelo, te pareces a... ¿Ginevra?-asentí-, pero sigues siendo más blanca, te pareces a Giselle.

-No eres el único que me lo dice-farfullé- y ella se parece a mi, por lo que he oído.

-No os he visto a todas, pero si te consuela, eres a la única que conozco que le quede bien el pelo tan claro-asentí con la cabeza y sonreí.

-Si, lo sabía. Ya sabes-moví las manos bruscamente-, por eso de que creen que soy albina...-rodé los ojos.

Nos quedamos un momento en silencio, volví a suspirar y me atreví a mirarle directamente a los ojos, se que mi rostro se oscureció, pues el suyo reflejaba duda.

-No vas a echarme, ¿Verdad?

-No era mi intención. Quería mantenerte un poco más aquí, ya sabes-se encogió de hombros-. No puedo devolverte el golpe que me metiste hace años, no puedo hacer nada que a tí te moleste directamente, salvo dejarte un tiempo más en La Selección.

-¿Y la princesa Camille no ha puesto conjeturas?-me llevé una mano a la barbilla, era raro.

-En verdad sí. Nada más terminar el Report, me dijo que te enviara a casa nada más verte. Lo iba a hacer, pero había una mejor forma de castigarte.

-'Castigarme'-suspiré-. Ya me lo esperaba, peeo te lo digo en serio, cuando no quiero estar en un sitio, me pongo muy pesada. Muuuuuy pesada.

-Pues haremos que quieras estar aquí-se cruzó de brazos-. Coge Demoníaco Destello, te lo regalo.

-Me estás jodiendo, ¿Verdad?-abrí la boca, pero luego me recompuse-. Muy bien alteza, pero que sepa que a este juego se juegan dos. Y soy muy competitiva, mucho-sonreí de medio lado y me acerqué a coger el libro.

¿Realmente sería mío? ¿O solo buscaba una excusa para meterme en la cárcel?, negué con la cabeza, estaba feliz, tenía un libro. Nada más y nada menos que el primer libro de Mitchie Houston, estaba contenta.

-Gracias príncipe Ahren-canturré-, nos vemos mañana.

Aún siendo alta, me tuve que poner de puntillas para poder mirarle directamente a los ojos. Le dí un beso en la mejilla y salí de allí como alma que lleva el diablo.

Ahora sí querìa dormir, quería relajarme y olvidarme de lo que acababa de ocurrir; pero de algo estaba segura, si el quería hacer que me gustara el castillo para luego echarme, yo haría que le gustara mi compañía para luego largarme.

Cuando toqué la almohada, no tardé ni dos segundos en dormirme, aferrada al libro. Tenía muchas cosas que asimilar

The Selection  [2da parte en proceso]Where stories live. Discover now