Maldigo entre dientes antes de cogerlas del suelo e intentar de nuevo antes de que Hunter llegue hacia mi.

Mis esperanzas por evitarle se ven frustradas al ver una gran sombra cubriéndome.

—¿Estás ignorándome? —pregunta.

No respondo y sigo con mis llaves. Estoy enfadada con él porque no he olvidado lo sucedido esta mañana. No he olvidado la indiferencia en sus ojos.
Además no quiero mas enfrentamientos con locas tías marcando territorio.

Me dejo claro que nuestro beso y nada que tenga que ver conmigo le importa o significa algo para el.

Y puede que este dolida por no ayudarme cuando lo necesité.

¿Cuándo lo ha hecho?

Y de nuevo la Holly realista tiene la razón.

Su mano vuela de un manotazo arrancándome las llaves, guardándolas en sus bolsillos traseros.

¿Qué narices le pasa ahora?

—¿Qué haces? Devuélvelas —estiro mi mano.

Chasquea su lengua.

—¿Qué te sucede? Te comportas como una perra mas de lo normal.

¿Es enserio? ¿Que me sucede? Ya estoy hasta las narices.

Frunzo el ceño.

—Querrás decir la pringada con bulimia que no hace mas que querer atención —mi voz sale más baja de lo normal rompiendo con la furia en mi y me cruzo de brazos.

Un nudo se instala en mi garganta recordando tus hirientes palabras, pero no voy a darle con el gusto. No lo hice antes y tampoco lo haré ahora.

Levanto la mirada para encontrarme con sus ojos burlescos.

—Oh, así que era eso ¿no? —suelta una risita—. Venga que no es ninguna mentira lo que he dicho...

Chasqueo la lengua.

—Tal vez. Tal vez alguna vez lo fui. Pero eso no te da el derecho de restregármelo por la cara.

Levanta las cejas en sorpresa por la brusquedad de mi tono y aparta la mirada para redirigirlos nuevamente a mis ojos de nuevo.

Frunce el ceño con extrañez y me observa con atención.

—¿Has estado llorando?

Abro los ojos como platos e intento salir pitando evadiéndole por el costado pero me atrapa pronto por el brazo.

El brazo donde me ha salido un hematoma violeta y verde, esta mañana, por la rabia de la pelirroja.

Me quejo emitiendo un sonido de dolor y arranco bruscamente mi brazo de su agarre.

Frunce el ceño y vuelve a coger mi brazo violentamente para girarlo y encontrar la mancha oscura en él.

Abre los ojos como platos.

—¿Qué mierda te ha pasado? —inquiere con una mirada furiosa.

Aprieto la mandíbula recordando lo sucedido con la tía loca y él estando presente sin hacer nada.

—Oh, ¿acaso te importa? —digo sarcástica.

Las llamas de la furia se avivan en mí reviviendo todos los momentos por los que me ha humillado y maltratado.

De repente me entraron ganas de reír.

¿Enserio le importa? ¿De verdad? ¿Luego de tantas burlas en el instituto, junto con su compinche Kendall?

En SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora