Capítulo 53

Mulai dari awal
                                    

«No voy a aceptar un no porque ME LO DEBES! —y el estado decía que él seguía escribiendo, así que Annie esperó—. Rompiste incluso mi lap —la acusó—. Estoy desde la de mi madre y acabo de descubrir la clase de porno que ve. Sabes lo que esa informacion le hara a mi cerebro? Jamas mirare a mi progenitora del mismo modo por tu culpa!» concluyó, seguido de un .gif de llanto.

Anneliese se rió, así que le envió un perro cubriéndose el hocico con las patas, mientras sus hombros se movían en una risilla burlesca.

«S i riete de mi trauma —otro emoticón llorón—. Te busco o tu vienes a mi casa?».

Anneliese lo meditó por un momento..., mientras tanto, tecleaba, pensando que al final podría borrar en lugar de enviar: «Yo voy a tu casa» y, sin embargo... lo envió. Lo hizo casi sin darse cuenta. Casi. Se lo debía.

Acordaron verse dos horas luego del partido de soccer, en casa del muchacho.

** ** **

Durante el partido, Angelo había empujado a Nicolas y éste se había caído de espaldas, pero lo interesante estaba en que, aun estando en el suelo, el francés se había reído, luego se levantó y siguió jugando, como si no hubiese pasado nada.

Angelo se sintió confundido —el francés no era de los que no respondían— sin embargo, entendió qué sucedía algunas horas luego, al volver a casa y no encontrar a su hermana por ningún sitio, y al telefonearla, obtener a cambio sólo su buzón.

—¿Sabes dónde está Anneliese? —preguntó a su madre.

Hanna estaba en el sótano, andando lento sobre la caminadora, mientras buscaba algo en su teléfono, y lo miró apenas.

—Hola, cariño —lo saludó. Él no respondió—. Está con Jessica. Tenían tarea en equipo, creo.

«Claro» pensó Angelo: Jessica había estado en el partido... y luego se había marchado con el francés.

** ** **

—Necesito que convenzas a tu novio de que vuelva al equipo —escupió Carlo Yotti, a Lorena, sentándose junto a ella.

Se encontraban en el comedor escolar. Era martes. Angelo y Anneliese no habían hablado desde viernes anterior; desde su encuentro en el vestidor de chicos. No podía evitar sentirse molesta —e incómoda— con él.

—¿Cuál equipo? —preguntó Lorena, metiéndose un cubo de manzana a la boca.

—¿Cómo cuál equipo? —Carlo se echó hacia delante, apoyando sus codos sobre la mesa—. El de soccer.

—¿Dejó el equipo? —ella frunció sus cejas color caoba y se encogió de hombros—. ¿No jugó este sábado?

—Sí —aseguró él—. Lo hizo. Y ganamos, por si les interesa —añadió, rápido—. Pero ayer renunció, así, de repente. Él, Angelo y Lorenzo.

—¿Por eso no entrenaron ayer? —preguntó Rita, angustiada: los entrenamientos de soccer eran momentos que podía compartir con Angelo.

Carlo asintió, mirándola.

—¿Te dijeron por qué renunciaron? —tanteó Lorena.

—Sí —Carlo torció un gesto, como si estuviera por revelar una estupidez—: porque no quise sacar a Nicolas.

—¿Cómo? —se interesó Jessica; tres días atrás, cuando salieron Annie y ella con el francés, él había dicho que estaba yéndole genial en el equipo.

Ambrosía ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang