~14~

6.9K 611 194
                                    

No podía hablar. Sus palabras eran lo único que rondaba en mi mente. Pensé que quizás podría estar mintiendo solo para deshacerse de mí, pero concordaba con lo que me había dicho Paul antes de morir.

Su mirada no salía de la mía y sus manos aflojaron un poco el agarre de mis brazos.

Apartó su mirada y habló.

-Siempre venías por él-. Dijo aún sin soltarme-. Le dabas toda la atención que yo deseaba.

Sus ojos estaban en el suelo. Pensé en llamar a Jim, aquel sería un buen momento, pero lo que decía Jerome me interesaba.

Su aliento caía sobre mis mejillas, lo que hacía que se sonrojasen todavía más. Él no me miraba pero se había dado cuenta.

Aunque solo había una cosa que rondaba por mi cabeza. Grason había muerto por mi culpa.

Si yo no hubiese aparecido por allí él no habría muerto. La mirada de Jerome reflejaba de todo menos culpa. Me intentaba decir algo que supe que, para él, era la excusa de aquella locura. El fin justifica los medios.

Subió sus ojos a los míos y se acercó un poco más. Relamió sus labios con su lengua y pegó su nariz a la mía.

-Quería que alguien me quisiese como tú le querías a él-. Dijo y mantuvo sus ojos en los míos.

Aquello podría parecer tierno desde muchos puntos de vista, pero desde el mío él era un asesino, y no se merecía nada ni a nadie. El fin no justifica los medios, solo los complica. Alejé mi cara de la suya. Su rostró esperaba que dijese algo, y eso hice.

-Nunca querré a un asesino como tú-.

Pensé que aquello le enfurecería, pero, al contrario de eso, lo que veía en él era tristeza. Tristeza y decepción. Miraba a mis ojos esperando que dijese que todo era mentira, pero nunca lo hice.

Aunque lo habría hecho.

Escuchamos en gran ruido de las puertas abriéndose a nuestra espalda y Jerome se dió la vuelta.

Pude ver a Jim y un par de policías más apuntando a Jerome con sus armas. Me sentí aliviada porque hubiesen llegado justo a tiempo, pero algo dentro de mí se apagó. Quería seguir hablando con él. Quería seguir estando con él.

Jerome levantó las manos a modo de rendición, pero al segundo se dió la vuelta me agarró por la cintura, usándome como escudo.

-Jerome, suéltala-. Dijo Jim acercándose poco a poco con su arma apuntando hacia nosotros.

-Nunca-. Dijo Jerome en alto. Se acercó a mi oído y susurró.-Nunca te dejaré ir, siempre serás mía.

Noté como sacaba su mano de mi cintura, aún agarrandome con la otra y cogía algo de su bolsillo. Podría haber sido el momento idóneo para correr a los brazos de Jim, pero no lo hice. Dejé mi vida en manos del psicópata.

Ese algo se movió hasta mi cuello y en ese preciso instante comencé a temblar. Era frío y afilado.

Un cuchillo.

No sabía si temer porque un asesino me tenía entre sus manos o porque segundos antes le había dicho que nunca le querría.

Su mano ya no agarraba mi cintura delicadamente, ahora se movió a mi cuello y lo rodeó con fuerza.

Jim y los policías que le acompañaban aumentaron su nerviosismo al ver los brazos de Jerome y el arma.

-¡Atrás! -. Gritó Jerome y todos retrocedieron un paso, incluido Jim, que levantó su arma.

Se acercó un poco a nosotros y Jerome fingió apretar más el cuchillo sobre mi cuello, pero no lo hizo. Jim volvió a retroceder, teniendo miedo de que Jerome me hiciese algo. Pero yo sabía que eso no iba a pasar.

Me equivoqué.

Jerome tiró de mi cuello arastrandome hacia atrás junto con él. Sentí como guardaba su cuchillo y utilizaba una mano para agarrar mi cintura y otra para mi cuello.

-Jerome, ¡no!-. Gritó Jim desde la otra punta de la terraza y comenzó a correr hacia nosotros.

Aunque ya era demasiado tarde. Mi cuerpo temblaba. Tenía miedo. Estaba realmente aterrorizada. Todo lo que pensaba de Jerome, todo lo que había confiado en él se había ido a la mierda en apenas veinticuatro horas. Él era un asesino. Él me había engañado. Él me estaba haciendo daño en este mismo instante.

Sentí que mis pies ya no estaba apoyados en las piedras de las que está formado el suelo dea terraza, sinó sobre un duro borde de metal. Estabamos al borde de la terraza.

Mi miedo aumentó y lo único que fui capaz de hacer fue patalear y lloriquear.

Había culpabilidad en los ojos de Jerome.
-Mírame Kelsey-. Dijo Jerome y pasó ambas manos a mi cintura. Mis cinco sentidos estaban ahora en él. En como me pedía perdón con la mirada. En como me sujetaba sin dejarme caer. Arrugó un poco su sonrisa, evitando dejarla de lado y seguir sonriendo como siempre lo hacía.-Lo siento.

Era la disculpa más sincera que jamás había oído. De verdad lo sentía. Sentía tener que hacer esto. Y yo sentía que lo fuese a hacer.

En ese momento todo hizo un click a cámara lenta.

Miré a Jim, y como venía corriendo hacia nosotros. Gritaba mi nombre. Pero ya era tarde. Sus pasos no conseguían ir lo suficientemente rápido como para alcanzarnos. Miré a Jerome. Él aún seguía con su mirada en mí.

¿Qué habían pasado? ¿Dos segundos?

Un gran grito salió de la garganta de Jim cuando Jerome dió un paso. Su cuerpo se tambaleó y se despegó del borde de la terraza.

Se había tirado.

Su cuerpo era preso de la gravedad, cayendo poco a poco de espaldas al aparcamiento que había debajo de él.

Aún así, seguía sonriendo. Solo para mí. O eso quería pensar.

Estaba cayendo en picado, una caída que le pasaría factura y de la que difícilmente saldría vivo debido a la altura y el suelo de cemento que se encontraba a doce metros de él.

Y yo.

Yo estaba cayendo con él.

He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron MonaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora