Cherik {Omegaverse}

Alfa acosador

Charles siempre se había considerado con un gran atractivo, lo sabia por el número de citas que le llegaban desde la preparatoria hasta que se graduó de la universidad. Pero aunque coqueteaba con muchos Alfas, Omegas o Betas realmente no había tomado en serio a ninguno, apenas algunas citas y besos y después adiós. No se involucraba con nadie de manera profunda. Porque el era muy inteligente, y sabia que sus pretendientes lo único que buscaban era llevarlo a la cama para agregarlo a su lista de conquistas, para eso su mutación era de gran ayuda, no le gustaba entrar en la mente de las personas sin consentimiento, pero no podía evitar que los pensamientos de algunas personas lo alcanzaran cuando estos salían con fuerza.

Como el "Es hermoso" que prácticamente llego a él en un grito y cuando busco el origen se encontró con un Alfa entre los estantes que se quedo pasmado con la mirada fija en él. Lo recorrió ligeramente y pudo notar que era bastante atractivo con el cabello casi rubio y esos ojos que tenían una tonalidad entre azul y gris, si la vista no le fallaba. Podía decir que era "guapo", pero fue incomodo que se le quedara observando sin parpadear siquiera. Hasta que el sonido lo distrajo y en un momento de torpeza tuvo una batalla contra su celular y la prisión de su bolsillo, que termino en un celular suicida arrojándose contra el suelo pero para su sorpresa el teléfono no se dio contra el suelo en una aparatosa caída sino que levito de vuelta a la mano de su dueño.

En ese momento abrió los ojos con genuina fascinación, se pregunto que clase de mutación poseía ese Alfa. Otra vez un pensamiento llegó hasta él, una maldición contra la señora de la biblioteca, una reacción bastante infantil tuvo que admitir y por otra parte divertida. Se cubrió con el libro hasta la nariz para ocultar su risa, definitivamente era una persona interesante.

Volteo a ver su reloj y se dio cuenta que se la hacia tarde, había quedado con Logan y debía arreglarse antes. Se levanto de su asiento, se colocó su abrigo de forma que le protegiera completamente del frío de afuera, tomó su libro y se fue, no sin antes percibir un atisbo de decepción de parte de su acosador que no le había quitado esa penetrante mirada de encima en ningún momento. Por alguna razón sintió correrle un escalofrió, él culparía al clima, aún cuando sabia que no fue así.