O n e

3K 332 82
                                    

Era de noche. Habíamos salido a dar un paseo, y no sé cómo fue que terminamos allí, en frente del océano.

Hacía frío. Te ofrecí un abrazo para que no te murieras de hipotermia (sí, yo era un novio muy cursi), pero te negaste.

—¿Recuerdas esto? —te pregunté, señalando hacia una pequeña caseta que había ahí. Negaste con la cabeza, y pude sentir mi alma queriendo escapar del cuerpo. Me dolía —. Ahí fue nuestro primer beso —suspiraste.

—No lo recuerdo, ¿sí? —dijiste, girando tu cabeza para verme. Frunciste el ceño —. No es tan fácil.

—¿Qué cosa no es fácil? —ya me había respondido mentalmente.

—¡Todo! —lo sabía —. ¿Acaso piensas que es fácil confiar en ti? No te recuerdo. No sé quién eres a fondo, por poco me sé tu nombre, y encima presionas —te cruzaste de brazos —. ¿Ya te avisaron que acabo de despertar hace una semana de lo que probablemente sea el peor día de mi vida? ¿Te dijeron que según los médicos tengo amnesia?

Quieras o no, seguías siendo la misma Amanda. La chica enojona de la que todo el mundo hablaba en ese último tiempo.

Pasó un rato de silencio.

Vi lo que tenías en tu bolsillo por un descuido tuyo. Rodé los ojos (claro está que no me viste, era de noche), y agarré tu helada mano.

—Sé que tienes un cuchillo en tu bolsillo, Amanda —confesé —. ¿En serio crees que te haré daño?

—Eres peligroso hasta que se demuestre lo contrario —respondiste, al mismo tiempo que te soltabas de mi mano y sujetabas el mango del pequeño objeto punzante en tu bolsillo.

—Bien, volvamos a casa y miremos las fotos que tenemos juntos una vez más.

—Volvamos a mi casa. Luego tú te vas a la tuya, en donde sea que quede eso.

—Vivimos juntos... —te dije, arqueando una ceja.

—Entonces dormirás en el sofá o me llevarás a lo de mi madre, Gerardo. Y sé que así no es tu nombre.

Cuando nombraste a tu madre me dieron ganas de darte un prolongado abrazo. Tú no sabías qué situación estaba viviendo y no podrías saberlo hasta que los médicos me dieran el permiso de contarte algo que influiría tanto en tu vida (y de hecho, ya lo había hecho).

Te sentaste en el copiloto y yo manejé. Un largo camino a casa.

Ocean. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora