Su atrevimiento me produce una extraña fascinación, porque ningún ángel se atrevería a hacer tal cosa.

Sé que siente amor por una humana y no es el mismo amor que conocemos aquí, me he dado cuenta de ello. No puedo tan siquiera imaginar el dolor, mucho menos concebir qué tan placentero puede llegar a ser, albergar ese tipo de emoción hacia alguien, sin embargo, quiero saberlo, anhelo conocer todo de los humanos; ansío saciar la curiosidad y conocer por cuenta propia, el sufrimiento y el amor que Lyron experimenta en silencio. Mis deseos solo me hacen pensar en lo pecaminoso de mis pensamientos en estos momentos.

Un silencio incómodo se apodera del lugar.

-Quiero ser humano -balbucea tan despacio que, parece más un susurro.

-¿Continuarás con tus absurdas ideas? -cuestiona Cialac.

Lyron lo mira de pies a cabeza y noto como los músculos de sus brazos y hombros se tensan mientras, su mandíbula se ciñe bajo la piel de su faz. Se dispone a abandonar el lugar, no sin antes dedicarme una mirada cómplice. En el entrecejo de Cialac se dibujan dos líneas gruesas y percibo como la preocupación se apodera de su rostro.

Sigo a Lyron, deduzco que su intención es buscar algún espíritu perturbado en el cual plasmar sus deseos. Se detiene y voltea a mirarme. Sus ojos azules lo delatan más de lo debido, puedo ver a través de ellos sin problema. Su expresión seria no me intimida y tampoco su postura erguida. Me habla y su voz carga cierta penuria.

-Daron...

Observo sigiloso cada facción de su rostro y con perspicacia, puedo percatarme del detalle más ínfimo en este. Puedo detectar sus intenciones aún sin que pueda decirme algo en concreto.

-Te escucho -hablo mirándolo a los ojos.

-No conoces la vida humana, ¿verdad?

Guardo silencio.

Mis ojos se entrecierran, observando con discreción cada movimiento de su parte. Presiento lo que sucede, lo puedo intuir incluso en la inflexión de su voz. Cada parte de él, así como la expresión de su rostro o la evidente inquietud en este, delatan sus malas intenciones. Mis labios se estiran en una minuciosa sonrisa y él me imita.

-¿En verdad deseas ser humano? -Le consulto con cierta ironía.

-Eres muy inteligente -reconoce sin dejar de sonreír, al mismo tiempo que evade mi cuestionamiento-. Somos muy inteligentes para quedarnos aquí... -recalca apretando los dientes-. ¿No lo crees?

Mi mente repite esas palabras haciendo un gran eco en mi cabeza. Siempre he querido ir más allá, romper las barreras que nos separan de la humanidad y eso quizá solo sea por la mediocridad de no cumplir con mi trabajo, como guardián de las puertas del Coelum.

-Podrías ir y conocer -sugiere con tono desdeñoso-. Puedo cuidar tu puesto mientras lo haces y exploras lo que tanto anhelas.

Su intención me es bastante llamativa, y en el fondo soy consciente de que mi curiosidad solo crecerá más y más, si no busco la forma de saciarla. Sin importar la sugerencia de Lyron, sé que tarde o temprano cederé. Me intriga lo que no puedo ver, lo que no puedo tocar. Mis ansias por conocer lo desconocido predomina en mis raciocinios y más allá de ellos.

-¡Basta, Lyron!

Una vez más la voz de Cialac retumba por todo el lugar, dejando en claro que ha escuchado suficiente.

-¡Si no qué! -clama Lyron molesto.

-Hablaré con el Creador y serás arrojado al pozo del abismo, de la misma forma que fue condenado Lucifer -Lo mira, esta vez su semblante ensombrece a Lyron-. Estás incitando a los demás a que sigan tus deseos, si tanto deseas ser un humano, ¿por qué no te condenas a ti mismo? No tienes derecho a encadenar espíritus por el resto de sus días, solo porque no tienes las agallas suficientes.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now