Prólogo

108K 6.3K 865
                                    

-¡Lyron ¿Qué haces?!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¡Lyron ¿Qué haces?!

Escucho con atención la conversación que se inicia delante de mí. Sé que debo marcharme a un lugar donde mi presencia es requerida, sin embargo, mis pies no se mueven, obligándome a permanecer en dónde me encuentro, con el único objetivo de saciar la curiosidad que crece en mi interior a causa de la interrogante de Cialac.

-No puedo conformarme con ser un simple observador, cuando puedo ser parte de la vida humana, ¿por qué debería seguir acatando órdenes? ¿Por qué limitarme a una vida vacía y desganada? -hace una breve pausa-. Cuando tengo la maldita oportunidad de ser venerado como un dios por los humanos -continúa.

Esa es la voz de Lyron.

-¡Basta! -brama Cialac, mirándolo despectivamente-. Estás pensando como lo hizo Lucifer alguna vez. Desafías tu destino y las razones por las cuales has sido creado -afirma con un matiz insuficiente de desprecio-. Tú no eres un dios, sácate eso de la cabeza. Eres un simple ángel y tu presencia aquí se limita a obedecer.

Me quedo en completo silencio, meditando las palabras de Lyron, contemplando la expresión molesta que desfigura su rostro de una manera alarmante. Sus ojos azules chispean de la furia que retienen ante la objeción de nuestro superior, y de pronto tengo la sensación de haber quedado atrapado, en un mar de pensamientos corrompidos, al haber tomado la decisión de quedarme a escuchar algo que claramente no me concierne.

La determinación de Lyron despierta en mí, algo que me resulta extrañamente familiar y lejano a la vez. Quizá la incertidumbre que mi corazón ha ocultado durante todo este tiempo, está tratando de abrirse paso hacia el exterior, para exponer mis intenciones por conocer la vida que tanto profesa querer vivir él.

-No quiero seguir de este modo -musita con la cabeza baja, escrutando mi rostro como si quisiera leer mis pensamientos más recónditos-. Me cansé de ser un maldito ángel guardián -espeta entre dientes, manteniendo su vista fija sobre el suelo, luego de haberla apartado de mí.

-Será mejor que dejes de lado esos deseos aberrantes -añade Cialac, mientras despliega sus inmensas alas blancas en señal de que no desea seguir escuchando más.

La Tierra no es un lugar donde ángeles puedan vivir, lo sé y lo tengo más que claro. Hemos sido creados con ese conocimiento. Pasar mucho tiempo viviendo entre los humanos, significa dejar a flor de piel nuestra propia vulnerabilidad, ante ideas irracionales y emociones completamente malditas. Al menos, eso es lo que nos han dicho.

Lyron me dijo una vez, con tanta melancolía, que me fue imposible mantener la cordura, que los humanos son seres maravillosos: débiles en cierta forma. A través de esas palabras pude distinguir que no hacía referencia a la humanidad en general, sino que a alguien en particular. Alguien que está a su custodia, alguien que pronto dejaría el mundo humano, para unirse al de los muertos. Quizá es capaz de percibir el despecho y la tristeza en su alma, y eso ha sido el motor de sus emociones para atreverse a contradecir a un arcángel de la manera en que lo ha hecho.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora