¿"Katie Ellison"?

No, no me gustaba cómo quedaba con el apellido de Mike, a pesar de que a su nombre le acompañaba bien.

¿"Katie Woods"?

Sonreí.

Sí, mi papá estaría presente en mi vida, al menos en mi apellido, así que lo mantuve así, sin importarme si ese no era mi 'apellido oficial'.

Comencé a rellenar las demás preguntas que me sabía, que fueron ocho de diez, y miré la hora en el reloj de la pared detrás de mí, viendo que a penas habían pasado cuarenta y cinco minutos desde que empecé.

Revisé mis respuestas con orgullo y me levanté para entregar el examen, aunque al ver la escena tan íntima que Abby y el profesor tenían montada, me volví a sentar con incomodidad.

¿Qué demonios estaba pasando?

Mirando la hoja en mi mesa, miré de reojo hacia ellos, pues el profesor estaba sentado en su típica silla tras el escritorio y Abby estaba sentada de lado sobre su regazo, rodeándole el cuello con los brazos.

Las manos del profesor acariciaron las piernas de mi amiga bajo la falda y ella le mordió la oreja suavemente, estremeciéndose bajo el toque experto que parecía tener el hombre de cuarenta y tantos, tal vez cincuenta años.

Mi cabeza comenzó a desvariar, pues me imaginé que no eran ellos los que estaban en esa posición tan juguetona y personal, más bien me imaginé que Abby era yo y que el profesor era Néstor.

De pronto, me encontré en medio de una clase, mirando el examen escrito sin entregar, con mi sucia mente pervertida en funcionamiento, mis hormonas revolucionadas a flor de piel y mis piernas cerradas con fuerza cuando comencé a sentir esa excitación entre ellas.

Oí un leve gemido femenino que me hizo reaccionar pensando en qué diablos estaba haciendo, en qué diablos había mal conmigo para fantasear de forma erótica con Néstor en el instituto, por culpa de la que era mi amiga y el profesor encargado de hacerme un maldito examen

Me levanté de golpe. Puse las manos en la mesa y rodé la silla hacia atrás para llamar la atención de ambos para que se dieran cuenta de que estaba aquí. No quería que se pusieran a tener relaciones sexuales delante de mí.

Me colgué la mochila a un hombro para hacerlo más rápido y fui hasta la mesa del profesor con velocidad, donde dejé mi examen y salí del aula casi corriendo, cerrando la puerta detrás de mí sin apenas mirarlos. A penas les dije un "hasta mañana".

Abby no me detuvo y supe a ciencia cierta que tampoco lo haría porque tenía otras cosas más adultas de las que preocuparse ahora que de mí, pero no me molestaba para nada.

De hecho, me reí por lo bajo sabiendo que ella lo disfrutaría con mucho gusto.

Ella tenía cosas que hacer y yo tenía que volver a casa, pero no me sabía el camino porque esta mañana no estuve prestando mucha atención en el camino en coche y porque Abby, se suponía, me iba a acompañar hasta el cruce de la ciudad donde nos habíamos despedido estos días.

Suspiré caminando por pasillos desérticos, apenas se oía el carro de la persona de la limpieza metida en uno de los baños del piso donde me encontraba o murmullos en algunas aulas, así que comencé a bajar las escaleras sola.

Cuatro pisos hasta abajo y salí del edificio hasta la entrada, donde un profesor que no conocía estaba en la puerta principal despidiendo a algunos rezagados que, al parecer, todavía quedaban.

Rezagados o gente que estaba estudiando, haciendo algún proyecto, taller o similar en los otros tres edificios, el instituto principal, la biblioteca y el auditorio, o incluso en el mismo donde yo estaba porque también vi personas más mayores que reconocí de mi clase.

Cuando pasé por al lado del profesor, me miró de arriba abajo con una asquerosa sonrisa que me hizo tirar de la falda hacia abajo para cubrirme más, aunque si seguía tirando, acabaría quitándomela y eso parecía ser lo que él quería.

Me dio mucho asco, tanto que comencé a caminar a paso rápido, huyendo como siempre, por la calle de la derecha.

Recordaba que me había bajado del coche de Mike en algún semáforo por aquí, pero ahora solo me interesaba alejarme de ese hombre.

Oí a alguien llamándome por mi nombre y me paré en un cruce para mirar sobre mi hombro a la vez que mis mejillas se encendían, mi respiración se agitaba y mi entrepierna reclamaba por saciarse al verlo acercarse a mí.

Fue extraño que él me llamara por mi nombre.

Me di cuenta de que estábamos en plena calle, a plena vista, así que miré a todos lados cerciorándome de que nadie nos veía juntos, pero cualquiera podría hacerlo si quisiera.

—Vamos, te llevo. —Me hizo una seña con la cabeza sin apenas mirarme y comenzó a caminar hacia el coche.

Lo seguí detrás con la cabeza agachada, las manos en las asas de mi mochila sobre los hombros y manteniendo en la mente el olor de su perfume, porque Néstor, yendo delante de mí, dejaba esa huella en el aire cuando caminaba.

Me abrió la puerta del coche después de quitarle la alarma, pero seguía sin mirarme, lo cual comenzaba a molestarme bastante y mi excitación había disminuido considerablemente por esa actitud tan fría.

Estaba buscando algo que hacer, como mirar las llaves del coche o más allá, a la calle, los lugares de alrededor, otros coches o los cuatro edificios del instituto, pero no a mí y eso me molestó.

Cinco minutos después íbamos rodando por la carretera en un silencio incómodo que me estaba haciendo sentir mal, así que bajé el espejo superior de mi lado para mirarme e intenté distraerme un poco de todo esto.

Hice una mueca de asco levantando mi labio superior. Sin duda, el maquillaje me encantaba, sin embargo las dos coletas bajas que me había hecho Abby se veían preciosas en ella, pero no podía decir lo mismo de mí.

No me quedaban tan bien como a ella. Parecía aún más colegiala de lo que ya parecía por mi complexión, pequeña y delgada, y por la ropa que llevaba puesta.

Por eso me las quité dejándome el pelo suelto y me masajeé un poco la cabeza ya que los elásticos me apretaban un poco.

El coche se detuvo y volví a colocar el espejo para ver que no habíamos llegado a casa sino a un restaurante, que a primera vista no parecía barato, y me hizo mirar a Néstor con el ceño fruncido.

—Debes tener hambre y en casa todavía no hay nada porque los chicos aún no han llegado. —Abrió la puerta y salió sin más preámbulos.

Dejé mi mochila en el suelo del asiento, abrí la puerta y salí, arreglándome la falda para que no se me subiera de estar sentada, lo que hizo que Néstor me mirara.

Inmediatamente dejó de hacerlo con un profundo suspiro, como si se hubiera arrepentido de haberlo hecho, lo que me hacía sentir cada vez peor porque no sabía qué había hecho para que me estuviera evitando de esta manera si ayer fue increíblemente comprensivo conmigo cuando vimos a John y después en casa se preocupó por mí hasta que pasó lo de Mike.

Cuando me di cuenta de que había comenzado a recordar a ese hombre de mi pasado y a recordar que podía estar cerca de mí en este momento sin que yo lo supiera, corrí hacia Néstor en busca de protección, aunque él ya iba a entrar al restaurante, prácticamente, sin esperarme.

Katie.Where stories live. Discover now