18. -Recuerdos.

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Ya eran las siete de la tarde del día siguiente.

Ayer según llegamos a casa después de que me dieran de alta en el hospital, me dejaron dormir todo el día hasta hoy al mediodía, donde me desperté sola.

Sabía que tenía que tomar unas pastillas todas las mañanas para recuperar mis vitaminas y comer una dieta variada para recuperar salud y aumentar un poco peso, así que fue lo que hice para desayunar.

Ellos no estaban en la casa, así que pensé que seguramente se fueron a trabajar. Había comida en el microondas que me habían dejado, pero aún así pasé un día tranquilo en el salón, viendo la televisión hasta que ellos regresaron por la tarde-noche.

Nadie habló, insinuó o hizo comentario alguno sobre mis cicatrices si no todo lo contrario; estaban más cariñosos en el sentido de que estaban pendientes de mí en todo momento, en lo que necesitaba, en lo que quería y en lo que pasaba por mi mente.

Si quería mi espacio, me lo daban sin dudarlo.

Sorprendentemente, y sobre todo, Josh incluido.

Los cinco hombres querían hacerme olvidar los terribles momentos que había pasado durante los últimos cinco años y yo les permitía que lo hicieran porque también quería olvidarme de aquello y poder ser normal.

Por otro lado, Mike me había 'prohibido' usar ropa oversize, holgada o demasiado grande, al menos cuando estuviera en casa o con en este clima cálido, para asegurarse de que no tuviera más cicatrices intencionales en ninguna parte de mi cuerpo.

Lo que él no sabía era que solo me hacía daño intencionadamente cuando me cegaba algún momento de pánico, pero aun así me iba a costar adaptarme a esa regla de llevar ropa 'normal' o corta porque estaba no estaba acostumbrada.

Me había dicho que iríamos a comprar ropa nueva esta noche y también me dijo que tenía que hacer limpieza en el armario, que tenía que tirar la mayor parte y renovarme, y también me dijo que podía decirle a Abby que viniera y se uniera a nosotros.

No sabía si eso era una buena opción porque ella no sabía que yo vivía con ellos cinco y no quería contárselo.

Se volvería loca si se enteraba de quiénes eran ellos, querría estar todo el día en casa y seguramente acosarlos o acecharlos con esa extraña afición a fotografiarlos.

Por supuesto, esto no se los dije a ellos, no quería asustarlos.

A parte de que se podría molestar conmigo por habérselo ocultado y era la única amiga que tenía en mis veinte años de vida.

Vale, no habíamos conocido hacía pocos días, pero no quería perderla porque con ella empezaba a sentir lo que era la amistad.

Ahora estaba de vuelta en mi habitación recostada sobre mi espalda en la cama con la puerta abierta porque esa era una nueva regla; Tampoco debería cerrarlo, a menos que fuera de noche o si estaba estudiando.

Estaba esperando por Mike, quien iba a revisar cada rincón de mi dormitorio en busca de objetos afilados para desaparecerlos.

Me había dado una ducha y ahora llevaba puesto un pantalón vaquero un poco holgado por debajo de mis rodillas, una camiseta normal de mangas cortas con una serigrafía dibujada en el pecho y unas deportivas.

Eso sí, tenía puestas varias pulseras en la mano derecha y una ancha muñequera para tapar las cicatrices de mi mano izquierda, pues al ser diestra la izquierda era la que peor estaba.

No podía hacerlas desaparecer así, de la noche a la mañana, pero al menos así pasaban más desapercibidas.

—¿Quieres ver una cosa que he encontrado antes de irnos? —Preguntó Mike asomándose a la puerta y me encogí de hombros. —Ven, sígueme. —Me hizo un gesto de cabeza y me levanté.

Katie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora