31. -Excitación.

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Suspiré tapándome la cara con las manos, rezando para que Abby no me hubiera llamado para decirme que había visto a Néstor, y me dejé arrastrar un poco hacia abajo.

—¿Qué ha pasado para que me mandaras ese mensaje tan urgente, pequeña? —Me preguntó a mi izquierda, me senté correctamente y lo miré.

Abrí la boca pero, cuando fui a hablar, el micro-relato semi-erótico que me hizo imaginarme mi amiga con él apareció en mi mente como si fuera un estallido en la viñeta de un cómic.

Le observé mirar hacia la carretera esperando por mi respuesta mientras mi respiración comenzaba a agitarse sutilmente imaginando cómo se sentirían sus labios sobre los míos o sus manos en mis caderas de una forma placentera.

No había ni rastro de temor, pánico o miedo al imaginarme estas situaciones con Néstor, al revés, eran sentimientos y sensaciones nuevas que no había pensando experimentar por culpa de John.

Cada día que pasaba, aquel abusivo hombre estaba más lejos de mí y de mis pensamientos. Cada día que pasaba, mis temores estaban cada vez más enterrados en una zona de mi pensamiento muy profunda y honda.

—¿Pequeña? —Me habló Néstor.

—Para el coche. —Me llevé una mano al pecho mirando hacia adelante. Mi corazón iba muy acelerado con esos lujuriosos pensamientos.

—¿Qué? —Me miró fugazmente para volver la vista hacia adelante.

—Para el coche, por favor... —Mi respiración cada vez era más acelerada porque no podía dejar de imaginarme una situación inexistente.

Néstor pisó el freno, el coche se detuvo a un lado del arcén y me miró con preocupación. Me quité el cinturón de seguridad, abrí la puerta y salí a toda velocidad para respirar un poco de aire puro y limpio, no contaminado de hormonas revolucionadas.

—¿Qué te pasa? ¿Estás bien? —A los segundos él estaba a mi lado con una mano en mi hombro.

—No me toques. —Me alejé un paso.

—Pero, ¿qué pasa..? —Le interrumpí.

—No me hables con esa voz, por favor. —Le rogué mientras daba unos pasos hacia atrás.

—¿Qué voz, pequeña? Te estoy hablando normal. —Sonaba calmado mientras se acercaba a mí intentando calmarme, pero su voz...

—¡Esa puta voz tan sexy que tienes! —Me llevé las manos la boca para taparla después de haber exclamado eso, casi como un gemido.

Su cara mostró mucha confusión mientras detenía su paso y hubiera pagado el dinero que hiciera falta por saber en qué estaba pensando mientras estuvo en silencio, solo mirando ese enorme sonrojo extendiéndose por toda mi cara.

Mis ojos se estaban volviendo llorosos porque mi mente era un caos y mi cuerpo un desastre, pero aún seguíamos de pie uno frente al otro; yo con mis manos tapando mi boca y él con una expresión confusa.

No sabía en qué diablos estaba pensando para gritarle eso y solo quería huir, correr y alejarme de la situación así que, como la buena cobarde que ya era, comencé a correr en dirección contraria a donde él estaba.

No llegué muy lejos porque Néstor corrió detrás de mí, agarró mi mano y tiró hasta que mi cabeza quedó descansando en el hueco de su cuello, aspirando su agradable perfume que me dejaba en las nubes.

—Lo siento... —Me agarré de su chaqueta abierta.

Estábamos en primavera; hacía calor de día y frío de noche, aunque yo ahora mismo solo podía sentir calor. Muchísimo calor por todo mi cuerpo.

Katie.Where stories live. Discover now