Capítulo 3

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La mañana hacía su aparición y con ella un adormilado Jimin se revolvía con pereza y letanía entre sábanas de seda de un exquisito y fino material. Reconoció el olor de Jungkook en ellas, paseó su mano de forma delicada por la superficie y sonrió en sueños mientras imaginaba a su amado, revolcándose y abrazando la almohada. 

-Veo que amaneciste de buen ánimo— Dijo Jungkook desde una esquina del cuarto en donde revisaba el periódico. Jimin sonrió y corrió hasta abrazarlo siendo estrechado por el más alto que no demoró ni un segundo en sentarlo de forma íntima en su regazo. 

- ¡Tuteur! Estoy tan feliz de que seas la primera persona que veo al despertar— Jungkook le acarició las mejillas y lo beso en la nariz tiernamente mientras reía ante las palabras melosas e inocentes del pequeño.

-También yo bonito.

-¿De verdad?— Habló Jimin con una sonrisa tímida que se ensanchó cuando recibió la afirmativa de Jeon.

- ¿Prometes quedarte conmigo en las noches? ¿Para que hyung se sienta acompañado? — Jungkook sabía jugar muy bien sus cartas y siempre era ocurrente al momento de seducir al pequeño con sencillos juegos de palabras y preguntas atrevidas bajo su semblante de falsa inocencia, pues sabía que la mentalidad pura y casta de Jimin jamás dudaría de él ni le negaría un favor.

- Sí lo prometo — Contestó Jimin eufórico volviendo a abrazarse al cuello del mayor — ¿Por qué me pides de pronto eso? ¿Por qué no antes?

Jungkook solo le sonrió

- Piensas mucho principito, innecesariamente.

Jimin lo obserbó pero no cuestionó nada más, pese a que las dudas no se disipaban. Se quedaron un momento más hablando de cosas triviales, admirando el hermoso paisaje que ofrecía el ventanal unido al balcón de su habitación y entregándose infaltables caricias sin mayores intenciones, pequeños roces de labios en las mejillas de cada uno y gestos melosos en sus cabellos.

- Es momento de bajar pequeño.

-¿Tan pronto?—Cuestionó Jimin con un puchero que no paso de ser percibido por el mayor, quien optó por acariciar sus labios levemente con su pulgar.

-Yo tampoco quiero pero mi padre me espera en el salón. Alístate y baja, mientras yo me adelantaré— Dijo Jungkook sin dar lugar a reclamos, bajando suavemente el cuerpo de Jimin y saliendo de forma rápida de la habitación, pues lo que decía el señor Jeon era ley. 

Resignado Jimin observó su alrededor, nuevamente solo con un suspiro decidió vestirse de una vez por todos para luego salir sigilosamente de la habitación para no llamar la atención y evitar un regaño de su madrina o peor aún de su padrino por haber hecho que Jungkook se retrasara. Asomó la cabeza por la puerta para verificar que no había moros en la costa, una vez vio el pasillo desolado se encaminó a su cuarto, sin embargo a punto de ingresar en él, escuchó voces desconocidas desde el primer piso, su incontrolable curiosidad no era secreto para nadie, por lo que rendido ante las ansias de saber quien visitaba la casa, se asomó discretamente por la barandilla de mármol del segundo piso encontrándose con una desagradable sorpresa. En la estancia de su hogar logró a Elizabeth, hija del duque Hardy, junto a Jungkook sosteniendo su mano a modo de saludo y a un lado sus padrinos mirando a la joven complacidos y extasiados. Era más que evidente que consideraban a la joven como una oportunidad de potenciar más su fortuna y su nombre dentro del círculo social.

-¡Jimin ahí estas! Ven a saludar a la señorita Elizabeth— Le ordenó su madrina con una sonrisa demasiado forzada para aparentar entereza y amabilidad.

-Elizabeth querida él es Jimin, nuestro ahijado. Jungkook lo ha educado como su hermano, nuestro hijo es un ejemplo de amabilidad— Lo presentó la señora Jeon bajo la atenta mirada de la desconocida. Jimin detestaba cuando lo emparentaban con su amado, pues no era el caso y estaba lejos de sentir un amor fraternal. Olvidando su malestar del momento, el pequeño hizo una  perfecta y caballerosa reverencia tomando delicadamente la mano de la dama demostrando todos sus modales, pero la muchacha solo se limitó a una leve inclinación de cabeza para examinarlo con la mirada emitiendo un juicio de su apariencia. Si bien Jimin había sido educado y preparado como un joven aristócrata, no lograba esconder del todo su linaje y lo sabía.

Mon cher tuteur (Kookmin)Where stories live. Discover now