Aferrate a mí

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La quinta avenida lucia increíblemente lúgubre, como si los malos espíritus se hubieran encargado de alejar a los mundanos que normalmente pasean por ahí incluso a altas horas de la noche. Los chicos cayeron sobre un callejón al costado de una de las tiendas en donde Simon y Clary compraban sus ejemplares de Manga.

Clary espero al lado del portar mientras miraba a todos atravesarlo, siempre que hacia un portal se sentía como una responsabilidad el que todos llegaran a salvo, Clary no pudo hacer mucho por Gwen que no logro atravesar en pie, la chica cayo de manos y rodillas sobre el pavimento.

Alec se apresuró a ayudarla. –Tarda un poco acostumbrarse. –Le dijo mientras la levantaba amablemente.

Gwen le miro. –Espero no tener que acostumbrarme.

Alec le dedico una sonrisa fraternal, el corazón de Gwen se hizo pequeño de dolor, a pesar de saber la verdad, la forma en la que Alec le miraba, la forma de hablar, de moverse, todo era parte de su primo, su primo muerto.

-¿Estas bien? –Dijo Alec preocupado al notar la expresión de la chica.

Gwen respiro profundo. –Lo estaré cuando sepa que ese demonio está convertido en pequeñas piezas o incinerado hasta las cenizas.

Alec entrecerró los ojos a Gwen, no era normal que ella le deseara el mal a nadie, siempre había sido de las que incluso en el último momento de la película, ella seguía esperando que el malvado entendiera, se arrepintiera y se hiciera bueno.

-No puedes esperar que piense de otra manera. –Dijo la chica sorprendiendo de nuevo a Alec. Había olvidado las increíbles habilidades de Gwen para leer sus pensamientos.

La chica se alejó siguiendo a Isabelle y Simon que parecían estar examinando el callejón.

-Ella estará bien. –Dijo Magnus acercándose a Alec. –Es mucho más fuerte de lo que aparenta.

Los labios de Alec se torcieron en una sonrisa. –Mis pensamientos no están seguros contigo y Gwen cerca.

-¿Qué?

El grupo se había adelantado hacia la entrada del callejón, Magnus espero la respuesta de Alec pero este en lugar de hablar, llevo su mano hacia la parte trasera del cuello del brujo y lo acerco con fuerza a él. Y Magnus probo los labios de Alec, suaves, tibios, y decididos. Sintió su mano recorrer su cuello y entrelazar sus dedos en su cabello, Magnus se acercó, no fue un beso dulce, fue apasionado, eufórico y perfecto. Alec sostenía en su otra mano su arco, como una extensión de su cuerpo, a Magnus no le importó que no lo soltara para sostenerlo a él, era así como debiera ser.

Se separaron para tomar aire. –¿Y eso que fue? –Pregunto Magnus aun sintiendo el aliento de Alec en su rostro.

-No lo sé. –Dijo encogiéndose de hombros. -¿Alec?

Magnus no podía estar más de acuerdo con eso.

-No estamos lejos. –Dijo Gwen. Alec y Magnus se acercaban a ellos mientras la chica señalaba. –Un par de calles, pero...

-¿Qué? –Pregunto Jace.

-No hemos estado ahí desde pequeños, dudo que alguien nos reconozca y nos deje entrar.

Jace sonrió vivazmente. –No esperábamos que nos dejaran entrar de cualquier manera. ¿Cómo te sientes? –Pregunto a Alec.

-Bien. –Dijo Alec. –Es extraño, como si el demonio no prestara todo el tiempo su atención en mí.

-Tiene otras almas que torturar. –Dijo Isabelle.

-No por mucho. –Dijo Jace. –Vamos.

Avanzaron velozmente por entre las calles, Magnus ayudo a Gwen con un glamour para que los mundanos no lograran verla, los Cazadores de sombras tenían sus propias runas para hacerlo.

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