Impresionantes ojos Felinos

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A la mañana siguiente Alec y Gwen se dirigieron a la universidad, sin embargo, no llegaron ni cerca del lugar.

-¿Y ahora qué? -Pregunto Gwen al ver la dirección que tomaba su primo.

-Vamos a ir a Brooklyn. –Dijo Alec.

-¿Estás seguro? Porque podemos tocar a una puerta, pero, a la hora de dar las explicaciones, ahí tendremos serios problemas, creo que debemos esperar al atardecer para que Nico venga con nosotros, ¿No lo crees?

Alec rodo los ojos. -¿Qué te pasa con ese tipo? En verdad...

-¿Qué insinúas?

-No estoy insinuando nada, es una clara y directa anotación ¿acaso no te diste cuenta de cómo te miraba? Patético.

-Ni siquiera voy a molestarme en contestarte, piensa lo que quieras.

-Me veo en la necesidad de recordarte que es rubio, lo que implica poca materia gris y además, es un vampiro. Eso los convierte en una muy barata versión de Twilight.

-Sigo sin encontrar el sentido de ir a Brooklyn. –Dijo Gwen desviando la conversación.

-Es solo que... No sé cómo explicarlo pero... Tengo que ir, hay algo en ese nombre que...

-¿Nombre? ¿Dices Magnus Bane?

-Sí. Tengo la increíble sensación de que lo conozco, tal vez así sea, tal vez ya lo conocemos pero lo olvidamos.

-A estas alturas no me sorprendería. –Dijo Gwen mirando por la ventana. -¿Quieres ir más lento por favor? ¿Por qué tan ansioso? Y ¿Por qué rayos estas sonriendo tanto?

-No tengo idea. –Dijo Alec cruzando el puente hacia Brooklyn con entusiasmo.

* * * * *

-Pues aquí es. –Gwen sostenía la pequeña tarjeta en sus manos. –Y no me parece para nada familiar.

Ambos estaban al pie del edificio de ladrillos rojos, justo en la avenida Greenpoint llena de galerías elegantes. Los chicos en realidad iban muy bien con el lugar, ambos vestían muy bien. Alec llevaba pantalones de mezclilla, zapatos tipo botines, un jersey de marca, debajo de una chaqueta abrigadora de piel, gorro con visera, la cual usaba de lado, sus guantes sobresalían del bolsillo trasero de sus vaqueros. Gwen lucia encantadora con mallas, botas, su abrigo a juego con su bufanda, un gorro tipo boina que hacía que resaltara su cabello en risos.

-A mi tampoco. –Dijo Alec mirando hacia el edificio. -Veamos que podemos averiguar.

Los chicos estaban a punto de tocar el timbre cuando la puerta se abrió y del interior salió un pequeño gato gris atigrado. Este camino con gracia por entre los chicos y después volvió para tallarse en las piernas de Alec. Maullaba hacia él con énfasis.

-Hey amigo, ¿Cómo estás? –Alec se miraba encantado y se inclino para acariciar la cabeza del felino, sus orejas salían entre sus dedos.

-Deja tu obsesión con los gatos para después. –Dijo Gwen. –Vamos, ya está abierto.

Los chicos entraron. -¿Crees que me lo quieran regalar? –Dijo Alec aun mirando al gato en la entrada.

-Hemos ido a cientos de albergues para conseguirte un gato, ninguno te agrada y ahora. ¿Ves al gato de alguien más y lo quieres para ti? Que mezquino.

-No sabes si es el gato de alguien más. –Los chicos comenzaron a subir las escaleras.

-Salió de aquí Alex, claro que es de alguien.

Te EncontrareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora