Te Recuerdo

9.3K 351 183
                                    

Brooklyn está muy lejos.

Magnus no estaba seguro del tiempo en que esas palabras habían retumbado en su cabeza, como un eco casi imposible o un sueño del que no quería despertar. Ahora era él quien no respiraba.

Alec lo miraba un poco preocupado. -¿Estas bien?

Magnus tomo valor de debilidad y sonrió. -Tal vez no sepas mucho de los brujos. –Dijo deslumbrante. –Pero siempre tenemos trucos bajo la manga.

Magnus movió sus manos. Alec miro en un segundo el portal que se abría frente a ellos.

-Después de ti. –Dijo Magnus.

* * * * *

Fue como estar en una fuerte corriente de aire. El portal te envuelve y te guía hacia tu destino de una manera poca amable. Alec sintió el suelo nuevamente bajo sus pies no tan firme como se supone debiera de ser. Magnus lo sujeto por los hombros para evitar que callera.

-¿Estas bien? –Dijo el brujo preocupado.

Alec llevo una de sus manos hacia su frente. –Sí. –Dijo sacudiendo su cabeza, pero Magnus dudaba que eso fuera verdad.

El brujo coloco una mano sobre la perilla de la puerta, la cual se abrió de inmediato. Dejo que Alec entrara sin decir palabra. Magnus se quedó en la entrada mirándolo aun con incredulidad. La visión de Alec en su departamento era algo hermoso que se había convertido en un recuerdo. Ahora era verdad. Noto claramente como el chico se detenía a media sala de estar, respiraba profundamente y sus hombros se relajaban.

Magnus trago con fuerza, él presionaba sus manos fuertemente una con la otra. No recordaba la última vez en la que se hubiera sentido así de nervioso. Se sintió tonto por el hecho, sonrió débilmente y camino hacia su prometido.

-Alexander...

-Gracias –Lo interrumpió Alec.

-No me agradezcas por traerte aquí, no es necesario.

-Gracias por llamarme así. –Dijo Alec sorprendiendo al brujo. –Desde aquella ocasión, en la que te lo pedí, tú... no has dejado de llamarme Alexander.

-Ese es tu nombre.

-Es verdad. Sin importar lo que hubiera ocurrido. Ese es mi nombre. Lo único seguro que tenía. –Alec busco el rostro de Magnus. –Además de ti.

Magnus dio un paso hacia Alec. -¿Por qué lo dijiste? –Pregunto el brujo. -¿Por qué ahora crees que este es tu hogar?

Alec bajo la mirada. –Desde aquel día que llegue con Gwen y entre aquí. Es decir, las luces de las ventanas, la forma en la que la música surge de todos lados. –Alec levanto su rostro para toparse con el de Magnus que lucía sorprendido. –El aroma. –continuo. –En verdad, ese aroma. Creo que es... ¿Tinta? Y... Es como... Algo dulce, que se quema. Como...

Alec no termino de explicar su punto. En un segundo Magnus lo había tomado y sus labios pegados ferozmente contra los suyos le impedían pronunciar palabra. Se formó una revolución en su estómago, escucho un sonido saliendo desde su garganta, cerró los ojos y sintió los labios del brujo moviéndose entre los suyos, se sentía mejor de lo que alguna vez se hubiera podido imaginar. Su imaginación no tenía la capacidad de hacerle sentir lo que ahora estaba consumiéndolo.

-Azúcar quemada. –Dijo Magnus separándose un poco de Alec con la respiración entre cortada. –Siempre describiste el olor de la magia así.

-Uh. –Dijo Alec. Él en realidad no recordaba con precisión de lo que estaba hablando antes de los labios de Magnus, los labios de Magnus, los labios de Magnus a los que necesitaba volver.

Te EncontrareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora