Madre

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La sala de armas era un excelente lugar para, además de entrenar, mantener tu mente ocupada, Jace necesitaba mantener su mente en extremo ocupada en este momento.

-Recuerda que sé por lo que estás pasando. –Dijo Clary tomando una daga y poniéndose frente a Jace como rival de combate.

Jace la miro vulnerable -No puedo quitarme su rostro de la mente. –Dijo. -Fue como si para él, Max hubiera muerto de nuevo.

Clary recordó ese momento y aparto la imagen de inmediato. –Lo fue. –Dijo con pesar.

Jace tomo su celular. -¿Por qué Magnus no nos llama? Ni siquiera sabemos si esta con él ahora. Aunque lo más lógico es que haya querido volver a su casa.

Clary lo miro.

-A la que cree su casa. –Corrigió Jace.

-Si algo malo pasara Magnus nos lo diría. –Dijo Clary y sonrió. –Tal vez están pasando un buen rato. ¿No?

Jace envidio bastante el optimismo de su novia.

-Sí. –Dijo él sin convicción.

Clary no se rindió en su intento por animarlo. –Te estoy esperando. –Dijo levantando en guardia su daga.

Jace se acercó a ella sin ninguna intención de combatir, él la tomo de lleno y la acerco a su pecho. Jace se aferró muy fuerte a la chica.

La daga de Clary había caído al suelo. Ella sintió un profundo hoyo en el pecho. –Está bien. –Dijo ella acariciando la espalda de su novio. –Pronto todo estará bien.

-Falta la mitad de mí. –Dijo Jace entre el cabello de Clary. –Nada está bien ahora.

Su runa parabatai había cambiado desde aquel día en el que se enfrentaron a Belcebú. Seguía dibujada en su cuerpo pero completamente apagada y sin vida. Ahora habían encontrado a Alec pero su enlace no se había restaurado. Jace moría de terror al pensar en que nunca más lograra recuperar a su parabatai.

-¿Jace?

La voz que lo llamaba lo despertó de un sobresalto.

-¿Estas bien?

Jace levanto su vista hacia la entrada del salón de armas en donde estaba Alec. Detrás de él Magnus se acercaba tranquilo. Alec lo miraba claramente angustiado, Jace pensó que no importaba el poder del demonio. Había cosas que nunca iban a cambiar.

Jace miro a Alec acercándose y después a Magnus que le sonrío al ver su reacción. Y todo lo que en el mundo parecía oscuro y sin color se convirtió en claridad. Tan claro, colorido y brillante como los ojos azules de su hermano.

-¿Jace? –Volvió a llamarlo.

Jace sonrío. –Estoy infinitamente mejor que hace cinco segundos. –Dijo.

Los hombros de Alec se relajaron. –Amigo te mirabas devastado. –Dijo Alec sencillamente y Jace detesto su peculiar forma de hablar en este momento.

-Creí haber escuchado que Isabelle intentara cocinar hoy. –Dijo Jace. –Eso devasta a cualquiera. –Clary golpeo el hombro de su novio.

-Y tú. –Jace señalo hacia Magnus. -¿Por qué no nos dijiste que estaba contigo? ¿Tienes una idea de lo preocupado que estábamos?

-¿Ya te escuchaste? –Dijo Magnus. El brillaba un poco más de lo acostumbrado. Noto Clary. –Suenas como toda una madre preocupada.

-No mi madre. –Dijo Alec sencillamente. Todos lo miraron. –Lo que me recuerda. Oh dios. –Alec tallo su rostro. –Ella debe estar...

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