Capítulo 27

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Al fin todo parecía ser perfecto, estar en su lugar, además de ser tal y como debió ser siempre, en momentos como este Diana se preguntaba a si misma si en realidad había vivido todo lo anterior simplemente por la satisfacción de en algún momento llegar a experimentar la felicidad que sentía en ese momento. Junto a Beltrán todo parecía ser parte de un cuento de hadas, no imaginaba que algo pudiese salir mal en ese momento, ni en ningún otro si él estaba a su lado.

Tras más de una semana de espera, Esperanza había regresado desde la manada Draco, y realmente se esperaba que trajese buenas noticias, y así fue, esa mañana Diana se despertó radiante, llena de vida y vitalidad, mientras que Beltrán, por otro lado destellaba alegría y jubilo, a tal punto que su propia madre no recordaba haberle visto así desde hace mucho, por no decir que nunca se le había visto tan animado. Desayunaron en casa de los padres de Beltrán, hasta donde los acompañó Thoth, quien cada vez se hacía más apegado a Diana, tanto así que ya parecía prácticamente un hijo para la pareja, la muchacha estaba siempre al pendiente y en ocasiones lo malcriaba demasiado, como cuando le permitía mantenerse en el comedor mientras todos comían y ella, junto con la pequeña Susi, le daban trozos de carne por debajo de la mesa cuando nadie las estaba mirando, habían acorado que aquel sería su pequeño gran secreto. Por otro lado, Isabel parecía cada vez más contenta con la llegada de su nuera, más que nada porque se daba cuenta lo bien que le hacía esa presencia femenina a la vida de su hijo, de los pequeños cuñados de Diana está demás decir lo bien que se llevaban Travis y Cristóbal la habían instruido en el baloncesto al punto de convertirla en una encestadora fabulosa, al tiempo que Susi le había mostrado el modo correcto de diseñar ropa para muñecas. Pedro ya era cosa distinta, al principio, a pesar de ser siempre muy amable y hospitalario se había mostrado un tanto incomodo por la presencia de Diana, sabía de manera un tanto distorsionada lo que había ocurrido entre ella y Amalia, además de que obviamente, el hecho de haber llegado a la aldea acompañada de Noe, no habría hecho más que empeorar la idea que él ya tenía de ella, sin embargo, poco a poco se fue dando cuenta que la muchacha no parecía ser nada de lo que había escuchado, ni de las malas ideas que él mismo se había figurado sobre ella, por lo que fue cosa de días para que la relación entre ambos comenzara a cambiar y a tornarse mucho más amena.

Lo primero en oírse desde el interior de la casona de los padres de Beltrán, fue el ruido que hacían las llantas al pasar lentamente por sobre la gravilla de la entrada, no sonaba como si se tratase de un solo vehículo, sino de varios, por lo menos dos o tres. Inconscientemente Diana había estado esperando la llegada de Esperanza, y no se dio cuenta hasta el momento en que se vio prácticamente corriendo hasta la puerta de que tan ansiosa estaba, por la ventana observó como un jeep negro frenaba bruscamente sobre las piedrecillas, estas saltaron en todas direcciones por la fuerza que ejerció sobre ellas tal impacto. Un hombre de cabello castaño un tanto canoso, que aparentaba tener unos 46 años, y puede ser que superase en altura el metro ochentaicuatro, de cuerpo fornido, a pesar de que sus hombros parecían pesados. En su mentón se veía barba que ante los ojos de Diana parecía estar un poco más larga de lo que usualmente habría estado y su rostro, atribuido con una nariz gruesa, aunque puntiaguda, labios angulosos y un tanto carnosos bajó del vehículo. Miraba en todas direcciones como si estuviese buscando algo o a alguien, sin pensarlo muy bien Diana caminó hasta la puerta principal y la abrió. Inmediatamente los ojos azules del hombre se posaron en los rojizos de ella, lo reconoció al instante, era su padre.

Desde el día en que comenzó a recuperar extractos de su pasado, la imagen de su padre siempre se mostró difuminada, confusa, pero en cuanto sus miradas se cruzaron, no hubo necesidad de palabras, ambos corrieron al encuentro del otro. Leónidas tomó a Diana entre sus brazos y la levanto como si para el su peso fuese pluma, mientras que ella hundía su rostro en el pecho de su padre mientras sentía como cálidas gotas de emoción corrían por sus mejillas.- Pensé lo peor bebé, creí que jamás volvería a encontrarte.- murmuró él apretándola hasta casi dejarla sin oxígeno en los pulmones.

Deber de AlfaWhere stories live. Discover now