Capítulo 6

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Afortunadamente se había logrado zafar de Froilán, mejor dicho había conseguido que Dante no se percatase de la presencia de este, aunque por alguna razón sospechaba que el modo en que lo había hecho no le agradaría para nada al vampiro, había, por decirlo de algún modo, embobado a Dante a base de un montón de besos bastantes apasionados, estaban solos, a excepción de Froilán claramente, pero como Dante no lo sabía, no había hecho ningún esfuerzo por controlarse, es más había intentado poner a Diana a horcajadas sobre él, algo bastante incómodo tanto para ella, que sabía de la presencia del intruso, como para el vampiro que miraba la escena a punto de explotar por los celos. Afortunadamente al separarse un poco de Dante, cuando ambos ya estaban con la respiración entrecortada, había logrado despertar al lobo del joven, algo bastante peligroso si este hubiese despertado producto de una amenaza, puesto que no hubiese tardado en detectar la presencia del vampiro, sin embargo había despertado producto del deseo que la muchacha había avivado en él. Sus ojos verdes podrían haberse confundido perfectamente con el tono verde-negruzco de las ramas de los pinos, la joven podría haber asegurado que nunca antes lo había provocado hasta ese extremo, estaba irreconocible y con un "debo ir a casa para darme una ducha" se había marchado rápidamente dejándola sola. En ese momento había pensado en dirigirse donde se encontraba Froilán para hablar con él y en cierta parte pedirle disculpas por la escena que recientemente ella le había obligado a presenciar, pero no pudo hacerlo, porque en cuanto giró la vista a la dirección donde esperaba encontrar al vampiro, no encontró más que árboles.

Ahora ya era tarde, casi de anochecida cuando terminó de ordenar su habitación, más que nada para poder dejar de pensar en la descarga de adrenalina que la situación vivida había hecho calar en sus huesos y la vergüenza que había pasado, prácticamente había tentado a Dante a tener relaciones con ella, lo peor en frente de Froilán, pero era para que este no fuera descubierto por el primero. No entendía que pasaba por su cabeza, era la primera vez que se comportaba de un modo tan osado y estúpido. Mientras que por otro lado entendía perfectamente el comportamiento de ambos jóvenes, por un lado Froilán le había confesado todos los sentimientos que ella despertaba en él y por el otro había impulsado a Dante a un estado que ni ella misma creía posible a tal punto que para poder controlar sus instintos había debido ir a darse una ducha. Grandioso, ambos debían pensar que ella era una zorra de lo peor ¿no?

Se metió a la ducha alrededor de las 20:00 horas , tenía planeado acostarse temprano y olvidar por completo el vergonzoso día que había transcurrido, pero mientras secaba su cabello recordó algo que le hizo sentir todavía peor, sin siquiera planearlo, había vuelto a dejar a Dante plantado, había quedado de ir a almorzar con él y tras la inesperada situación, lo olvidó por completo. Tenía que hacer algo para enmendarlo, por lo que se vistió de un modo bastante apresurado, pero no por eso descuidado con un vestido azul holgado que se ajustaba un poco solo en su cintura y unas ballerinas de color negro, tomó el pelo que caía sobre su rostro y lo afirmó con pinzas a los costados de su cabeza. Producto de la rapidez con que se había arreglado, no terminó de secar su cabello, por lo que algunos mechones aún desprendían algunas gotas de agua. Miró el reloj que estaba sobre su mesilla de noche y vio que marcaba con precisión las 21:00 horas, perfecto, desde ahora comenzaba la cuenta regresiva. Como precaución tras la amenaza de los vampiros, su padre había implementado una especie de toque de queda que comenzaba a las 21:30hrs en punto, lo que quería decir que solo contaba con treinta minutos para ir a la tienda, elegir algunos alimentos que fuesen del agrado de Dante, llevarlos a la caja, cancelarlos y llegar hasta la casa de este. Menuda hazaña le esperaba, tomó rápidamente lápiz y papel para anotar en él una lista de cosas que necesitaría para preparar la cena de aquella noche, luego bajo corriendo la escalera a la toda la velocidad, al llegar a la planta baja se encontró con sus padres sentados esperándole para cenar, pero al notar que sus intenciones eran otras, el alfa no pudo evitar decir con el ceño fruncido.- Amor, ya es demasiado tarde como para que salgas.

Deber de AlfaWhere stories live. Discover now