Capítulo 4

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Diana entró a su habitación rápidamente y agradeció que no hubiese nadie a su llegada en la planta baja, así pudo ir a su habitación sin contratiempos, aunque por suerte de haberse encontrado con alguien la situación no hubiese sido del todo vergonzosa, ya que había encontrado su capa de camino a casa, la había cogido con el hocico y utilizado para cubrirse al transformarse en humana. Una vez en su habitación, buscó rápidamente toallas y se fue al cuarto de baño, realmente necesitaba pensar, despejarse y el agua caliente le ayudaría bastante en esa tarea.

Dio el agua de la llave y comenzó a llenar la tina, puso en ella sales minerales con olor a berries, las cuales esperaba, quitara de ella todo rastro del olor del vampiro además, desde muy pequeña era un olor que le encantaba y uno de los pocos que realmente lograba relajarla. Encendió un incienso que le había dado la abuela Adelina, bueno, ella no era realmente su abuela, sino que era una amiga de sus abuelos, muy cercana a la familia y además era por decirlo de algún modo la anciana de la manada o la sabia de esta. Ella conocía la magia antigua de los lobos, sabia curar con simples hierbas y también había aprendido cada una de las historias y leyendas de su especie, aunque también una que otra de las demás. Según ella le había dicho ese aroma servía para "Aclarar pensamientos", eso era lo que necesitaba y en serio esperaba que eso funcionara.

La tina ya estaba por sobre la mitad cuando terminó de arreglar el baño tal y como a ella le gustaba, con música incluida, si bien preferían vivir lejos de los seres humanos, eso no significaba que no disfrutasen de su tecnología. Se desprendió de la única prenda que cubría su cuerpo, la capa que su padre le había dado, miro sus descalzos pies totalmente cubiertos de lodo hasta un poco más arriba de sus tobillos, cortó el agua, luego humedeció una toalla con la que limpió sus pies antes de arrojarla junto a la ropa sucia, antes de meterse en la bañera ya cubierta de espuma, de la cual brotaba un increíble olor, incluso más agradable que el del incienso. Se sumergió en el agua sin atar siquiera su cabello, se apoyó el en borde de la bañera y cerró sus ojos, dejando que sus otros sentidos, aparte de la vista tomasen el control. Estos eran sumamente agudos, aunque no tanto como en su forma lobuna.

Diana no supo cuánto tiempo pasó hasta que tocaron a su puerta, primero la de su habitación, luego, al no tener respuesta la del cuarto de baño.- ¿Amorcita, estas allí dentro?- preguntó la voz cariñosa de su padre.

-Si papá, lo estoy.- respondió ella sin siquiera abrir los ojos.

-Faltan muy poco para la 1 de la madrugada y aún no has cenado, sabes que no me gusta que te vayas a la cama con el estómago vacío.- la preocupación en la voz de su padre era evidente, siempre estaba al pendiente de ella como si aún fuese una niña, con decir que todavía le ponía mala cara cuando no terminaba su cena o su almuerzo.- ¿estás bien?

La muchacha no pudo evitar sonreír ante la preocupación de su padre, siempre era muy sobreprotector, en especial con ella.- Lo se papá, pero estoy bien, créeme.

-Te creo amor, pero de todos modos quiero que comas algo antes de dormir, ¿de acuerdo?- el alfa suspiró antes de continuar.- te esperaré abajo, hasta que vayas a comer.

Diana abrió los ojos y miró las uñas de sus manos, al percatarse de que estaban sucias las limpió, sacando la tierra de unas con otra.- papá, de verdad lo siento, pero no tengo hambre.

-Hija - comenzó Leónidas.- te prepararé algo y te esperaré, hasta que bajes a comer.

La joven dio un profundo e intenso suspiro antes de darse por vencida y responder.- bajaré en un momento.

El tono de voz de su padre dio un cambio radical, pasando de la preocupación a la más absoluta de las ternuras.- Te quiero bebé.- no pudo responder porque escuchó los pasos de su padre corriendo a toda velocidad por la escalera.

Deber de AlfaWhere stories live. Discover now