Capítulo 23

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A pesar de que intentaba con todas mis fuerzas concentrarme en el camino que la pequeña me indicaba mi hombro dolía como un demonio, por más que intentaba ignorarlo me era imposible, el ardor era impresionante y mi pata delantera izquierda temblaba en cuanto la apoyaba en la nieve, el mal clima dificultaba aún más mí ya lento andar, no solo era mi pata, mis costillas también dolían ahí donde el lobo había mordisqueado sin romper la piel ni la carne, donde por desgracia la pequeña golpeaba una de sus cortas piernitas que no alcanzaban a envolver del todo mi torso, por lo que muy a mi pesar, su talón chocaba contra mis maltrechas costillas a cada paso que daba. Ya estaba anocheciendo, y estábamos en la cima de una colina empinada, allí las gélidas ráfagas de viendo mezcladas con los copos de nieve azotaban mi rostro y por lo que pude percibir también el de la niña en mi espalda, ya que ella se aferró con más fuerza a mi pelaje, hundiendo su carita en mi nuca. Cuando el viento ceso un poco y fui capaz de abrir un poco más mis ojos, ya que los había cerrado para protegerlos de los copos que caían en ellos como pequeños cristales, logré divisar pequeñas casas al tiempo que la niña gritaba prácticamente junto a mi oreja que allí vivía su manada.

Apuré el paso lo más que pude y cuando por fin logramos llegar a la entrada de la aldea mi pata no dio más y se dobló, haciéndome caer de bruces sobre el suelo, intenté volver a levantarme pero me fue imposible, mi pata tembló antes de volver a doblarse y hacerme caer sobre la blanda nieve recién caída. La niña bajó de mi espalda, acarició mi cabeza y una de mis orejas.- Buscaré ayuda y volveré pronto, no te muevas.- Después de decir eso salió corriendo en dirección a las casas. Pensé en irme antes de que volviese, no es como si quisiera tener más problemas de los que tengo ahora, ni quería que otros los tuvieran por mi culpa como ya los tenía Noe. ¡Diablos! Noe, lo había olvidado por completo, debe estar más que preocupado, me fui sin decir ni una palabra hace horas.

Se escuchaban pisadas acercándose, y solo entonces me di cuenta que tenía los ojos cerrados, los abrí de golpe , en ese mismo instante me di cuenta que no había sido una buena idea, las imágenes borrosas daban vuelta a mi alrededor y no podía enfocar nada con absoluta claridad, lo único certero era que manchas borrosas se acercaban a mí, y comencé a gruñir en un intento vano por ahuyentarlas quizás no querían lastimarme, pero no los conocía y no podía demostrar debilidad ante ellos, ni ante nadie, si era allí donde moriría al menos moriría luchando, no sabía mi nombre ni mi origen, mucho menos sabía si en algún lugar del mundo tenía familia o alguien que aguardase por mí, pero me negaba a morir como una cobarde, sin luchar mi última batalla. Lancé un mordisco, según yo iba dirigido directamente a una de las personas que se me acercaba, pero en lugar de enterrar mis colmillos profundo en la carne de alguien, mordí la nieve, por no decir que literalmente caí de bruces y debí haberme visto como una verdadera tonta. De pronto unas manos firmes me apretaron contra el suelo inmovilizándome, alguien se puso muy cerca de mí y comenzó a susurrar algo apenas entendible para mis abrumados oídos.- ¿Diana? ¡Diana! ¿Puedes escucharme?- la voz de esa mujer sonaba confundida y preocupada, pero yo no sabía a quién se refería, acaso me hablaba a mí, ¿ese era mi nombre? Y si era así ¿de dónde nos conocíamos?, me quede quieta e increíblemente en el momento en que lo hice todo dejo de girar, entonces pude mirar a esa muchacha de ojos celestes y alborotado cabello oscuro.- Estás aquí ahora, todo saldrá bien.- por lo visto ella intentaba tranquilizarme, pero yo no tenía idea de quien era ella, ni por qué aquel hombre me mantenía sujeta al piso, tenía cierto parecido con la muchacha, solo que a diferencia de esta sus ojos eran marrones.- Es Saúl, ¿acaso no lo recuerdas?- preguntó la mujer extrañada, si tan solo ella supiera que yo no recordaba absolutamente nada. Cuando volvió a hablar, se dirigió al hombre sobre mi espalda.- Ya suéltala, está más tranquila.- el inmediatamente obedeció, lo cual agradezco de sobremanera porque su peso realmente no me permitía respirar con regularidad, lo que ya me era bastante difícil antes de que él pusiera su peso sobre mí. Ahora la vista de la joven se fijó en mi hombro, donde posiblemente se veía mi herida.- ¡Por la diosa!- exclamó abriendo mucho los ojos.- Saúl cúbrela con una manta.- ordenó sin despegar la vista de la herida.- y tu- añadió fijando su mirada celeste en mis ojos.- tendrás que tomar forma humana para que pueda curarte.- dudé antes de hacer lo que me pedía, después de todo ¿Por qué debía confiar en una extraña?, pero algo en ella me era familiar y me decía, por más absurdo que parezca que aquella muchacha merecía toda mi confianza al igual que aquel chico desconocido. La suave y un tanto pesada tela cubrió mi cuerpo, solo entonces me permití tomar forma humana, quedé tendida envuelta en la manta mientras Saúl hizo el intento de tomarme en sus brazos.

Deber de AlfaWhere stories live. Discover now