Capítulo 17

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Simón había muerto en sus brazos. Tras tomar su pulso, ella se levantó y salió corriendo mientras se transformaba en un gran lobo negro, pronto comenzó a aullar y Barack comenzó a correr junto a ella, también en su forma lobuna. Era un poco más pequeño que Diana, su pelaje conservaba el tono rubio de su cabello humano, igual que sus ojos el tono azul.

"¿Alfa qué..." intentó preguntar el joven, pero ella no le permitió continuar.

"Reúne a los lobos y sígueme." Ordenó ella con tono severo, sin decir una palabra más mientras seguía corriendo a una velocidad que incluso a Barack le costaba seguirle el paso. Este se detuvo bruscamente y comenzó a correr en sentido contrario, para cumplir con lo que Diana le había encargado.

El corazón de la muchacha latía como nunca antes lo había hecho, la desesperación se estaba apoderando de cada uno de sus actos, lo que Simón había dicho no podía ser verdad, Dante no podía estar muerto, de seguro había algún error en la información, quizás él si había logrado escapar, era un pensamiento egoísta, pero le reconfortaba mínimamente, pensar en que era una opción válida. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba corriendo ni hace cuanto había comenzado a llorar cuando divisó a lo lejos dos bultos en el suelo, corrió hasta ellos saltando, esquivando las ramas y piedras que le obstaculizaban el paso. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca los reconoció Efrén y Uriel, ambos habían sido atacados por vampiros, sus cuellos estaban totalmente desgarrados y sus cuerpos empapados de sangre, no había nada que hacer por ellos. Levantó su hocico al cielo y aulló, despidiendo a sus hermanos caídos. De pronto vio a través del rabillo del ojo un leve movimiento, se giró de prisa para ver de qué se trataba, ahí estaba Dante, tendido de espalda sobre las hojas secas de los árboles, respirando con dificultad.

Sin saber cómo o en qué momento, Diana estaba junto a él, tomándole la mano ya en su forma humana. Él le dedicó una sonrisa moribunda, antes de hablar entre jadeos producto del dolor.- Así que ese chico no me falló.

-No hables.- le dijo ella a punto de romper en llanto.- Tienes que guardar todas tus energías, los demás ya vienen, te pondrás bien.- a pesar de que las palabras iban dirigidas a Dante, más que para tranquilizarlo eran para tranquilizarse a sí misma, solo la diosa podía saber lo que estaba sintiendo en ese momento, la desesperación de ver a quien amas muriendo en frente de tus narices y sin poder hacer absolutamente nada, al tiempo que te reprendes ti misma por estar a punto de perder toda esperanza.

Él apretó su mano al tiempo que jadeaba de dolor, esos imbéciles lo habían dejado mal herido, pero sin oportunidad alguna de sanar sus heridas, lo dejaron así con la única idea enfermiza de que sufriese.- Sabes que... no será así.- respondió con dificultad sin dejar de sonreír.

Lágrimas caían como ríos por sus mejillas al momento de escuchar sus palabras.- No puedes dejarme sola Dante, me lo prometiste.- dijo ella mirándole a los ojos.- ¡me lo juraste!- le gritó ella con enfado.- ¿Recuerdas? ¡Tienes que vivir!- le dijo con desesperación.- Porque seremos compañeros, tendremos una vida feliz juntos, siempre podrás contar conmigo y yo contigo, tendremos hijos, serán tres...- sentía que se ahogaba en sus propias lágrimas y sollozos, pero debía continuar.- Debes vivir porque te amo y sin ti mi vida no tiene sentido.- puso su mano derecha en la mejilla de Dante, para poder acariciarlo.

Con fuerzas que ni él mismo se explicaba de dónde sacó, llevó su mano a la mejilla de Diana para secar sus lágrimas. La muchacha cerró los ojos, intentando atesorar para siempre la sensación de la piel del joven junto a la suya.- Perdóname.- murmuro antes de soltar otro jadeo.- Te amo.- Su mano comenzó a descender, mientras que sus ojos dejaban de tener ese hermoso brillo especial y se cerraban lentamente, entonces ella suavemente se acercó a él, para depositar un último beso en sus labios pálidos y resecos. Cuando se aparató de él este sonreía, parecía dormido, pero en él no había ningún rastro de vida.

Deber de AlfaWhere stories live. Discover now