Él abrió los ojos sonriendo grandemente, sus ojos parecieron brillar por unos instantes.

— ¡Yo también sé tocarlo! — se señaló a sí mismo, y pasó una mano por su pelo rubio—. Genial, estamos conectados...

Ella rió fuertemente.

— Claro que si — contestó sarcástica—. Por supuesto.

Él rió igualmente, e hizo una pausa para mirar al rededor.

Estaban en un café, era algo grande y había una cantidad de gente un tanto moderada, muchos los volteaban a ver, pero a ninguno les molestaba ya más.

— Me gustaría verte tocar algún día — comentó honestamente el rubio.

— Pues bueno, solo necesito un piano — ella sonrió—. Y tú también tendrás que tocarlo.

Él accedió estando de acuerdo.

— ¿Y cómo está tu primo desde que fue akumizado?

— No recuerda nada de ese momento, a lo que parece...

— Pasa... No estoy muy seguro de porqué.

Ella le dio el último sorbo a su taza, y cerró los ojos, recargando ambos codos en la mesa.

— Este lugar es demasiado relajante — admitió con una sonrisa, inclinando su cabeza hacia un lado.

Algo en el pecho del chico se aceleró extrañamente, y miró hacia otro lado rápidamente, no logrando contener el sentimiento cuando veía su rostro, al estar consiente de que tenía puesto la bufanda roja, sus ojos se abrieron en pánico.

Miró al rededor, para ver que realmente muchos los miraban con atención, esperando algo, algún movimiento, no se sorprendería de que llegasen los entrevistadores, o que alguien le pidiese un autógrafo para preguntar quién es ella.

— ¿Te gusta estar en tus sesiones? — preguntó cansada.

— Algunas veces es difícil verme tan... Sonriente — contestó volviendo a verla.

— Ya... Pues es verdad — dijo mirando a la distancia.

Ella comenzó a preocuparse, disfrutaba demasiado de París, y de estar con ese chico...era una gran sensación.

Al salir del café, ___ sintió un escalofrío en el cuerpo, y se cruzó de brazos para sentir más calor acumulado cerca de ella, no tardó en comenzar a temblar.

— ¡Adrien! — unas chicas lo saludaron a la distancia, al voltear, pudo ver que se trataba de una chica de pelo negro, y una de pelo café y lentes negros igual.

Él sonrió amablemente, a lo que ___ entendió que no se trataba de alguna fan.

Al acercarse, las dos chicas la miraron de pies a cabeza, la pelinegra se mordió el labio inferior, y a ___ le dio la tentación de hacer lo mismo, mordiendo su labio como solía hacer.

— ¿Cuál es tu nombre? — Alya se veía contenta, a diferencia de Marinette, que expresaba una notable incomodidad.

— ____ — contestó la chica de pelo (c/p), que pudo sentir cierta tensión de parte de la pelinegra.

Not Chat Noir [Chat Noir y tú]Where stories live. Discover now