¿Aburrida?

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Hace ya varios días que salí de la enfermería. Mi recuperación fue rápida y supuestamente tenía únicamente una bajada de tensión. Tenía la tensión por abajo, muy abajo, de lo normal. Según la enfermera era a causa del estrés ocasionado por las clases y la vida rutinaria. Algo muy común entre los adolescentes de mi edad. Nada más decírmelo, a mi mente se le vino la imagen de las veces en las que Eiden me ha causado una furia enorme. -Como para no estar estresada.-Dije riendo dejando desconcertada a la pobre enfermera.

Era viernes por la tarde y todos se habían ido ya. Realmente todo estaba demasiado tranquilo, demasiado bien. Incluso Scarlett me había invitado a una fiesta extraña para el día de su cumpleaños que es el mes que viene; en verano. El tiempo en este sitio pasa jodidamente rápido pero te acostumbras. Ya era primavera. Se notaba mucho en el ambiente, ese olor inconfundible a flores, ese viento con el cielo azul iluminado por el sol brillante. Pero fuese la época del año que fuese, yo siempre hacia lo mismo.  Después de ordenar el cuarto; costumbres que me hicieron heredar mis padres, la típica limpieza de primavera; Me quedé sentada en la cama, mirando al techo. Ya se me había quedado como una especie de rutina, mirar mi querido techo blanco con la lámpara de araña de cristales brillantes, el techo más hermoso del universo de los techos, ironía. Miré el reloj con el rabillo del ojo, eran las siete de la tarde y ya no tenía nada más por hacer. Además al día siguiente no había clase, era fiesta en el internado, algo así como una ceremonia por los años que tiene el centro. Aunque yo, ni nadie, hubiese oído hablar de este sitio, éste ya tenía 100 años desde que fue construido. Es raro que un centro de internos tenga fiesta pero bueno, yo estaba encantada por ello porque no había clase. -Pero...¿cómo es que hacen fiestas los ángeles caídos? que modernos...¿no?.-Dije en bajito soltando una risilla confusa. Me revolví en la cama dando unas cuantas vueltas, al quedar en el borde contrario me incorporé mirando hacia la ventada. Al ver las hojas de los árboles moviéndose al compás del viento, sonreí. Me tranquilizaba muchísimo ver cosas así. Ladeé la cabeza y me incorporé de la cama para buscar vida por alguna parte. Sabía que todo el mundo estaba ocupado preparando los acontecimientos para mañana, pero aún así quería buscar suerte o simplemente ayudar. Abrí la puerta y salí al desierto pasillo, bajando las escaleras me quedé en el descansillo del último piso. Unas voces brotaron del fondo del pasillo que comunicaba con las escaleras en las que me encontraba yo. Rompiendo ese silencio de desierto que había, la voz del chico brotó mas fuerte de entre las paredes, después la de una chica. No era por meterme en la conversación ni cotillear. Pero no tenía otra cosa más que hacer. Al cabo de unos segundos me di cuenta que esas voces las conocía. El chico me sonaba demasiado. -Espera...ese tono...esa risa...Eizan.-Dije en mi cabeza. Pero la chica por más que pensaba no caía en ello, aunque ya la había escuchado antes. Pasé del tema y bajé del descansillo las últimas escaleras que quedaban. El chico se giró y me sonrió al ver que era yo. Pero ya no estaba acompañado, sino solo. Mi mente se ralló al momento, pero para evitar más comeduras de cabeza, le pregunté.

-¿No había una chica aquí contigo?.-Le pregunté mientras le daba un abrazo como saludo.

-No, tranquila-contestó extrañado devolviéndome el abrazo- ¿estabas escuchando? eeh, pillina.

-Me eché a reír porque era exactamente lo que estaba haciendo-No bobo-le di con el codo suavemente en el brazo-no estaba escuchando nada. Simplemente al bajar escuché las voces, pero veo que he escuchado mal.-Disimulé como pude.

-Ah vale tranquila.-Se echó a reír- ¿Qué tal estas Ali? Fíjate que estamos en el mismo internado pero nos vemos pocas veces por ahí. Que curioso.-Su sonrisa seguía marcada.

-He estado enferma últimamente y además con los exámenes estos finales-me rasqué la nuca- pues poco salía de mi cuarto.

-Te entiendo.-Me revolvió el pelo y yo bufé dando unos pasos hacia atrás riendo.

-¿Y que hacías aquí?.-Intenté que tuviésemos una conversación algo más larga porque sino tendría que volver a mi habitación a aburrirme. Y obviamente no quería eso.

-Nada realmente, pasaba por aquí. Todos están demasiado ocupados así que no tenía nada que hacer ni conmigo ni con nadie.-El chico suspiró y me miró de arriba abajo.-Parece ser que encajamos en eso, ¿me equivoco?

Negué con la cabeza sonriendo y él hizo lo mismo. 

-Oye, ¿qué tal llevas todo desde que te enteraste de eso?.-Su ceño se frunció esperando una buena repuesta.

-Mmmm...¿lo de que sois ángeles caídos y yo no se qué soy? digamos...que bien.-Mentí un poco. 

Lo que no había dicho a nadie es que muchas veces por las noches me despertaba sudorosa, de golpe, a veces gritando. Con pesadillas y sueños extraños de una supuesta vida pasada. A veces los sueños seguían día tras día como formando una especie de serie. En cambio, en otras simplemente terminaban al despertar y nunca más volvían a suceder. Decidí no decírselo a nadie por el simple hecho de que no sabría como hacerlo. Los sueños no variaban mucho de tema, ni siquiera de situación. Casi siempre comenzaban con una imagen de mi misma en una especie de casa abandonada, estaba sola y era de noche. No se veía gran cosa alrededor, simplemente muebles destrozados antiguos y algunas pertenencias de lo que serían los dueños. Me sentía muy intranquila así que me ponía en camino para salir de aquella casa, con el móvil en la mano intentando llamar a alguien, pero la poca cobertura me lo impedía denegando la llamada, pero por alguna razón aparecía un hombre a mis espaldas intentando cogerme, siempre con intento fallido porque acababa corriendo de él, haciendo así, que me perdiese de vista. Luego aparecía en una zona que si miraba bien se notaba que era un bosque cercano a la casa, lo que sería el patio trasero de aquel hogar. Intentaba ir a algún lugar donde hubiese luz y suficiente cobertura para poder llamar y pedir ayuda para que me sacasen de ese sitio. Siempre giraba la cabeza como buscando a alguien, pero una laguna mental no me dejaba recordar a quién. Pero sabía que al hombre que me perseguía no. El sueño, o mejor dicho para mí, pesadilla. Terminaba con que un coche a toda velocidad pasa por mi lado, un coche negro enorme, de los más caros del mercado. El típico coche que ves y dices ''esto cuesta más que mi propia casa''. Y un hombre enmascarado con una especie de tela negra aparece, viniendo hacia mí.

-¿Bien? vaya, me esperaba otra respuesta. Aunque bueno, tampoco me tengo que sorprender, eres Alice.-Se echó a reír a carcajadas y sus preciosos ojos se iluminaron.

-Ehh, ¿qué quieres decir con eso? tsss, estúpido.-Se me escapó una risa al ver que él se reía aún más.-Pero no, en serio Eizan. Es obvio que a ver, es raro que esté rodeada de gente...no humana. Por no decir que sigo sin asimilarlo, más que nada porque yo tampoco soy....-carraspeé- humana. Pero, si me sigo comiendo la cabeza acabaré mal. He leído sobre los ángeles caídos, sobre los nefilims. Todo es tan imposible...

-Lo sé.

Su respuesta seca me sorprendió.

-Pero supongo que todo se ponga en condiciones en mi cabeza con el tiempo, ¿no? *o eso espero, porque sino acabaré loca*-dije por lo bajo.

-Sí. Oye Alice, ¿quieres ir a tomar algo?.-Eizan sacó su cartera que a simple vista se notaba que era de piel, y mostró unos cuantos billetes.-Yo invito.

-Mmmm, me parece bien. Todo lo gratis es bueno.-Me reí a carcajadas y él puso los ojos en blanco.

Me agarró de la mano y tiró de mí. Por el camino entre pasillos me comentó que había una cafetería en el internado. Sabía que yo nunca había ido allí, por eso me invitó, porque quería que lo conociese, así en vez de quedar todos en la biblioteca podríamos quedar aquí, en la cafetería. Lo que a mí me pareció genial.



Young BloodWhere stories live. Discover now