¿La ouija?

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Cerramos la puerta y las ventanas del dormitorio de Eizan tras sentarnos todos en el suelo. No estábamos preparados para empezar lo que teníamos planeado pero aún así, aceptamos todos con un ligero movimiento de cabeza, comenzar el juego. Todos suspiramos al unisono mientras nos dábamos las manos, era fácil ya que estábamos sentados en un círculo no muy grande, ya que sólo eramos Maria, Eizan, Scarlett, Unai y yo. Nos apretamos con fuerzas las manos y tras dar dos resoplidos más, Maria rompió el silencio. 

-Comencemos.

En medio de nuestro círculo se encontraba un tablero con el abecedario, un yes y un no. Y al final, una calavera en una cruz. Maria tenía muchas ganas de jugar a la ouija desde que su tía se lo envió desde Alaska. Nos soltamos las manos y me quedé mirando a la nada, todo estaba oscuro a nuestras espaldas, así que el cuarto de Eizan no se veía para nada, solo se dejaba ver lo que alumbraban las velas que previamente había cogido Scarlett de la oficina de los profesores del centro. Volteé los ojos para mirar a la chica que nos manejaba diciendo que teníamos que hacer en cada momento para poder comunicarnos con algo o alguien. Yo no era una persona que creyese en espíritus ni nada sobrenatural del mundo. Así que para mí esto era un juego estúpido para asustarnos, cosa que para Maria y los demás no. 

Ni siquiera sabíamos como se nos ocurrió aceptar esto. Yo quería quedarme en mi cuarto estudiando en vez de estar malgastando el tiempo. Suspiré maldiciendo al mundo y su existencia. 

-¿Hay alguien aquí?.-Dijo Scarlett con la voz temblorosa mientras con sus delgados dedos sujetaban la púa sobre el tablero, sin movimiento alguno.

Después de mirarnos entre todos asintiendo, dejamos caer la mirada al tablero. Esperamos unos instantes, con final perdido. Resoplé y me levanté alisándome la falda con las manos.

-Esto es una chorrada.-Giré la cabeza con odio y me di la vuelta.

Un chirrido se escuchó por toda la habitación, todos se voltearon para mirar el cacho de madera que se encontraba en el medio del círculo. Yo también. La pequeña púa se estaba moviendo hacia el gran YES que estaba tallado en este. Mis ojos se abrieron de par en par. Maria me miró y tiró de mí haciendo así que me sentase de nuevo en el suelo, volviendo a formar el círculo.

-Si te mueves, se joderá todo. Si ese alguien ve que te vas, no acabará nunca el juego.-Dijo susurrando sin apartar la mirada de la mía. Seriamente asintió.

-Chst.-Bufé. Giré la cabeza y vi como Eizan estaba aguantando la risa. Le miré con odio y me concentré en los movimientos de la púa.

Después de un rato preguntando con gran éxito, comencé a sentirme incómoda, pero no sólo yo, sino todos. O en eso nos pusimos de acuerdo. La habitación seguía a oscuras, las velas se habían consumido ligeramente y sus formas alargadas ya no eran tan marcadas. Se habían derretido considerablemente con el paso de la tarde. Ya habían pasado aproximadamente dos horas desde que comenzamos con la ouija. Tiré la cabeza para atrás y cerré los ojos con rabia. Ya había hecho la ouija en otra ocasión y sólo tenía malos recuerdos de ello. Ladeé el cuerpo y miré a los demás, todos estaban concentrados como si les fuese la vida en ello. Sonreí al ver la cara de Eizan, el cual se dio cuenta, sus ojos se posaron en los míos sonriendo, como si mi sonrisa se le hubiese contagiado. Sus labios se elevaron ligeramente y pronunció una palabra que no logré entender, arqueé una ceja para que me lo volviese a decir pero éste negó hacia mi pedido.

Maria me dio un codazo haciendo que me saliese de mis pensamientos rápidamente. La miré con duda y ella con sus ojos señaló el teclado. Me tocaba preguntar a mí. Me chasqué los dedos y los posé en la púa. No sabía que preguntar, ni siquiera que hacer, pero no iba a decir que no, simplemente para que no se enfadasen por ser la única que no hace nada. Me forcé a mi misma a pensar sobre que podía preguntar. Se encendió la bombilla.

-¿Eres malo?.-Aguanté la risa tras preguntarlo, era una pregunta retórica muy estúpida, pero era lo más sencillo que se me ocurrió.

Tras un rato un escalofrío recorrió mi espalda cuando la púa comenzó a moverse hacia el YES, era una sensación rarísima, una especie de electricidad se apoderó de mi cuerpo, abrí la boca ligeramente para decir algo, pero las palabras no salieron, mis ojos, como platos, miraban a ambas direcciones para comprobar si alguien más se sentía como yo. Pero era como que el tiempo se había paralizado, nadie se movía, nadie pestañeaba. Algo subió por mi estómago y tosí, tosí bruscamente soltando el material que tenía bajo las yemas de los dedos.

-¿Qué pasa, Alice?.-Preguntó Unai al ver mi reacción.

Le miré rápidamente agitada, me costaba respirar y no pensaba con claridad. Negué con la cabeza e intenté sonreír. El chico me miró con preocupación pero me devolvió la sonrisa. 

Me llevé la mano derecha al pecho con fuerza, intenté calmarme respirando profundamente, hondo.  -Inspira, expira, inspira, expira...cálmate Alice, ¿qué ha pasado?.-Me dije a mi misma lentamente en mi mente.

Pasó el turno a Eizan, el cual dejó de mirarme para centrarse en su pregunta. Sonrió con malicia y la formuló.

-¿A quién matarías?.-El chico levantó la mirada para observar nuestras reacciones. Todos nos pusimos tensos ante la pregunta.

-¿ESTÁS LOCO?.-Gritó Scarlett.-NO PREGUNTES ALGO ASÍ.-Se cruzó de brazos asustada.

-Shhh. No os despistéis. No pasará nada.-Dijo Maria con calma.

Sentía como cada segundo que pasaba se me erizaba más la piel. A. Mis ojos seguían su recorrido fijamente. L. Notaba como algo se me clavaba en la espalda lentamente. I. Tenía un mal presentimiento, uno muy malo. C. Los chicos arrugaron el ceño. E. Cerré los ojos con fuerza. 

-Ha...dicho...-Intentó vocalizar Scarlett.

-No puede ser.-Dijo Unai mirándome.

-Ha dicho Alice.-Murmuro Maria mirándome, a la vez que todos.



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