¿Ángeles?

1.1K 119 23
                                    

Las luces de repente volvieron. Mis ojos sufrieron el cambio drástico de luz así que me tapé los ojos con las manos. Sentí como el chico se rió con mi reacción. Estaba, aparte, muerta de vergüenza, porque seguro que había oído mi conversación con la nada. No, miento, no era con la nada, había oído esa voz en mi cabeza, y no era la mía. Sentía como el mundo se derrumbaba en mí. Me destapé la cara y con los ojos llorosos miré al chico.

-Eizan, ¿qué has oído?.-Le miré a los ojos desde la posición en la que me encontraba. El chico se volvió serio al ver la preocupación que desprendía mi rostro. Se me endureció la expresión que tenía.

-No mucho.-Alzó los hombros intentando quitar importancia al asunto.-¿Quieres una explicación verdad?

-Sí, por favor.-Desvié la mirada hacia el suelo y luego hacia el techo. No sabía si estaba preocupada por lo que iba a pasar ahora, por lo que me diría o porque me iba a explotar la cabeza por tantas cosas ocurridas en tan poco periodo de tiempo.

Eizan se sentó al borde de su cama mientras yo, estaba a sus pies mirándole atentamente, Mis ojos se clavaban en los suyos con firmeza como si me fuesen a decir cosas que su boca no. 

-Este internado desde hace muchos años acoge a seres que necesitan protección máxima.-El chico me dio la mano y la apretó fuerte entre las suyas, mis manos estaban frías en diferencia de las de él, además de que las mías eran mucho más pequeñas. Eizan sonrió al ver que no entendía lo que acaba de decir, asintió sin yo decir nada y continuó.-Con seres, Alice, me refiero a que nos son humanos. Tranquila, no somos hombres lobos ni vampiros.-Se rió intentando romper la tensión que había en el ambiente, pero yo no moví ni un músculo, estaba metida en un shock bastante importante por esa información. Intenté sonreír al ver que se preocupaba cada vez más, asintió.-Es irónico que yo no crea ni en los vampiros ni en los hombres lobos. Pero bueno, digamos que nosotros nos diferenciamos en dos clases. Los ángeles caídos y los nefilim. Hay muchos libros de historia sobre ello, Alice.-Ladeó la cabeza y prosiguió.-Digamos que en este centro todos somos ángeles caídos. Incluso yo. Pero hay unas personas que son diferentes, no tendría que decirte nombres, y no lo voy a hacer. Pero ahora que sabes esto, voy a centrarme en ti. Tú, que yo haya oído eres un ángel caído, pero no del todo, no se que mezcla tienes, no conozco a tu familia, pero se que no lo eres completamente. 

Eizan paró de hablar, seguramente esperando una respuesta por mi parte, pero no podía hablar. Me recordó eso que vi de la página no oficial del centro, aquél foro que me costó tanto volver a encontrar. Hablaba de esto, de estos seres. ¿Se les podía llamar seres realmente? ¿hablarían de esto de esta manera? suspiré por sexta vez en los últimos quince minutos. Me incorporé de la posición en la que estaba y me acerqué a donde estaba él, sentándome a su lado para estar más cómoda. Crucé las piernas y asentí mirándole, el chico sonrió y frunció el ceño.

-Eizan, una vez quisiste contarme esto pero no lo hiciste.-Me agarré un mechón de cabello y lo entrelacé en mi dedo intentando parecer menos perdida y en shock de lo que me encontraba.-¿Por qué?

-Vaya, no era la pregunta que me esperaba.-Se rascó la cabeza y soltó un suspiro.-No estabas preparada. Y sé que ahora tampoco, pero...-me miró seriamente-te estas volvieron tarumba.-Sonrió de medio lado revolviendo mi cabello con su mano derecha, mientras que con la izquierda se tapaba la boca ocultando su risa.

El chico se levantó al oír pasos en el pasillo. Abrió lentamente la puerta y se asomó para ver quién era. 

-¡Eizan! ¿por qué nos has abandonado nada más volver la luz?.-Bufó Scarlett medio gritando.

-Lo siento, no quería dejar tanto tiempo sola a Alice.-Abrió más la puerta dejando entrar a los demás de nuevo en la habitación.-Ya lo sabe todo.-Pasó de mirarme a mí a mirar a los chicos seriamente con una ceja arqueada.

-¿Todo?.-La expresión de Maria recobró seriedad, al igual que la de Unai y la de Scarlett.-Vaya, vaya.

Me levanté de la cama entrelazando las manos inocentemente. Sentía un mareo horrible, como que toda la habitación giraba a mi alrededor. 

-Alice, no digas nada a nadie de que lo sabes.-Dijo Scarlett poniendo una mano en mi hombro.-En serio. Pero me alegro de que Eizan haya hecho el trabajo sucio aquí.-Miró al chico con burla y éste le dio un golpe en el brazo bromeando. Yo no hice más que asentir confundida.

-Voy a irme a mi cuarto ¿vale chicos?.-Dije mirándoles a todos con una sonrisa claramente falsa.-No me encuentro muy bien y es mejor que descanse después de todo esto.-Miré al tablero al igual que ellos.

No obtuve respuesta, sólo asintieron y me miraron con miradas de compasión. Fui agarrándome a las paredes para que mis piernas pudiesen soportar mi peso. Me flaqueaban demasiado y el mareo no ayudaba. Cerré la puerta con cuidado y me apoyé en ella, dejándome caer al suelo. Muchas piezas comenzaron a encajar, mucho de lo que había pasado tenía relación con lo que Eizan me acababa de contar. Los ojos rojos, la fuerza sobrehumana...Eiden. Eiden llegó a mi mente. Recordé aquél día en el que con pequeños esfuerzos consiguió tenerme bajo él en la cama, aún estando borracho. ¿Sería porque es un caído?. Ladeé la cabeza tapándome el rostro con las manos, las cuales estaban heladas. -Todos son ángeles...ángeles caídos...-dije mirando al suelo-y yo...¿medio ángel caído?¿qué significa eso?-dejé caer una mano al costado de mi cuerpo levantándome del suelo. Miré hacia la ventana para intentar mirar el cielo, pero los grandes nubarrones no me dejaron ver más que una densa capa gris oscuro. Los árboles se movían agresivamente al ritmo del viento. Cerré las cortinas y me tiré en plancha a la cama. 

No me entraba realmente nada en la cabeza. No era posible que yo, teniendo una vida común como tenía acabase en un internado de seres no humanos. Pero seres que se comportan como humanos normales, que es lo curioso. Hice la croqueta para quedarme mirando el reloj digital de la mesilla. Era muy pronto y yo ya estaba con una fatiga de caballo. Sentía como si la cabeza me iba a explotar en cualquier momento. Me centré en mirar el techo. -Ángeles, ángeles, ángeles.-Me repetía una y otra vez. Sabía que algo raro había aquí pero no algo tan poco normal. Me senté en la cama con las piernas cruzadas. -Pero, si ellos son ángeles, ¿qué hacen aquí? ¿y las sombras que veo, son de ángeles también?.-Me dejé caer de espaldas en la cama y de nuevo me di la vuelta. Metí la cabeza debajo de la almohada y sin quererlo, acabé quedándome dormida.


FELIZ 2106!!!! :D A SER MÁS FELICES<3 OS QUIERO


Young BloodWhere stories live. Discover now