¿No está?

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-Jade.-Murmuré casi inaudible.

-¿Qué?.-Se me quedó mirando sin expresión y continúo.-¿Quién? 

-Jade.-Murmuré un poco más fuerte.

-¿Jade?.-Los ojos del chico por un momento se volvieron blancos. Y con un gesto neutro me volvió a mirar.- ¿Cómo que Jade?¿Qué te ha contado, Alice?

-Verás...-suspiré y tras cruzar los dedos en mi espalda, comencé a contarle todo lo que anteriormente me había dicho.-Jade te vio salir anoche de mi habitación, me dijo que estabas muy nervioso y con cara de miedo. 

-¿Y cómo sabe ella eso?.-Se tapó la boca con la palma de la mano, pensativo.

-Supuestamente salió a esa hora justamente y tras oír cosas, te vio. Dude de ti hasta que tras sonar el timbre salí corriendo hacia mi habitación para comprobar si lo que decía era cierto o no. Y...-resoplé- encajó.-Agaché la cabeza con cuidado. Evitando su penetrante mirada. 

Eiden no dijo nada, solo asintió asimilando lo que le acababa de contar. Tras unos instantes agachó la cabeza y con media sonrisa salió de la habitación. Yo me quedé ahí, mirando como se alejaba por el pasillo con paso firme y calmado. Reaccioné y salí también intentando seguir su paso. Le alcancé cuando fue a bajar los últimos escalones del segundo piso. Eiden se paró delante de una puerta como la de nuestros dormitorios. Blanca y con una chapa al lado. Entonces me di cuenta, se había parado enfrente de la puerta en la que ponía 'Carlay', su novia. El chico se dio la vuelta, sus labios seguían ligeramente curvados, sus ojos se centraban en un punto fijo, pero estaban diferentes, el color. Volvían a ser rojos, pero no como la primera vez, era un rojo difuminado. Tragué saliva e intenté ignorarlo para que no se diese cuenta.

-Alice, no era yo, créeme. Jade es la mejor amiga de Carlay. Seguramente fue ella la que entró en tu habitación. Ella sabía de la caja y la quería al saber que no me la dabas, me dijo que iría a por ella. Yo le pregunté cuándo y que cómo lo iba a hacer. Pero encima parece ser que me mintió, ya que me dijo que se haría tu amiga y te la pediría, no que haría esto.-Los puños del chico se apretaron con fuerza. Se volvió a dar la vuelta y tras una patada abrió la puerta. Me quedé mirando el cuarto con curiosidad. Era más o menos como el mío, quizás la cama más grande, las mismas cortinas y los mismos muebles. Pero, estaba vacía. Eiden gruñó por lo bajo y dio un puñetazo a la puerta del armario de la chica. -Vamos.-La voz del chico sonó más grave y ronca de lo normal. Asentí sin decir nada y comencé a hacer lo que él estaba haciendo. Rebuscar en todas sus pertenencias.

-¿Estamos buscando mi colgante?.-Me quedé mirando al chico con los brazos cruzados y éste asintió.

-Sí. ¿Cómo es?.-Sin mirarme siguió buscando en cada cajón.

-Es de plata y tiene un corazón como adorno. En serio Eiden...-me puse la mano en el corazón para darle más importancia al asunto- Hay que encontrarlo.

-Vale tranquila. Lo encontraremos. Se donde está ella sino lo encontramos.

Tras mucho buscar no lo encontramos. Acabé desesperándome y me tiré al suelo pegándome contra la pared de al lado de la puerta. Eiden se acercó a mí y se sentó a mi lado tocándome la rodilla con su mano. -Tranquila joder, lo siento mucho.-Dejó golpear suavemente su cabeza contra la pared y cerró los ojos con fuerza. -Espérame aquí, te traeré el colgante.-Se levantó y me sonrío para quitar importancia al asunto.- No te muevas  por favor, espérame en tu cuarto. No creo que tarde mucho. Voy a ir a buscarla.-Volvió a mirar para el frente y salió por la puerta. 

Lentamente me levanté y empecé a subir las escaleras. Pero al llegar al ultimo peldaño, pensé -¿Y si vas, Alice? ¿Que pasará? Ve, ve, tienes que ir- me decía mi subconsciente una y otra vez. Sonreí sin ganas y me di la vuelta. Llegué a aquellas grandes puertas metálicas que antes tanto me llamaban la atención. Suspiré y me acerqué nuevamente a ellas. Ya no se oía nada. Entonces recordé cuando aquél día escuche las voces y caí al suelo, que Eiden apareció de la nada para llamarme loca e irse por donde había venido. Sonreí de nuevo. Volví sobre mis pasos para ir tras él. No sabía a dónde había ido pero intentaría buscarlo.

Tras salir al patio y mirar si estaba ahí con intento fallido me di cuenta de que alguien me miraba fijamente desde algún punto. Sentía una mirada fría, demasiado oscura pegada a mi espalda. Ladeé la cabeza intentando pensar que eran imaginaciones mías, pero tampoco fue posible. Entonces, lo escuché, una voz femenina se apoderó de mis pensamientos como nunca antes. No reconocía el tono de voz, pero se notaba que era de una chica joven. Sus palabras rebotaron en mi alma como una pelota, haciendo que me flaqueasen las piernas de la presión que ésta ejercía sobre mi mente. Intenté apoyarme en un banco que había en la entrada. Dejé de sentir el cuerpo. 

-''Ven''

Miré a ambos lados de donde me encontraba, pero no, no había nadie. Ni siquiera el director. La voz cesó y volví sentir el cuerpo. Conseguí levantarme y darme cuenta de qué había pasado. Miré hacia la puerta de cristal que separaba la entrada principal con el patio delantero del internado. -Ven.-Dije en alto. Y como si fuese un impulso salí al exterior. Seguí haciendo caso a mi subconsciente y di la vuelta a la esquina. Entonces les vi. Eiden estaba hablando con la chica de pelo rosa, Carlay. Me medio escondí detrás de la esquina para que no me viesen. Pero entonces Eiden giró la cabeza hacia la pared en la que me encontraba escondida. Sabía que yo estaba ahí. 

-''No vengas''

Mis ojos se abrieron como platos al oír la voz de Eiden en mi cabeza. Mis piernas volvieron a flaquear y me apoyé en la pared asimilándolo todo.



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