¿Quién eres?

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Mis ojos estaban cerrados, descansando. Pero mi mente se encontraba más despierta de lo que debía. Las palabras de mi madre, de Jade, de en general de todos, recorrían mi mente provocándome así, el querido insomnio. Ya hacía varias noches que no podía descansar bien debido a todo lo sucedido anteriormente. Cada vez que no podía conciliar el sueño, me daban ganas de tirarme al suelo a llorar mientras me tiraba de los pelos.

Era una hora cualquiera de la madrugada cuando yo caminaba por las pasillos buscando sueño cuañ niño buscando a su madre en un supermercado. Me paré frente a las escaleras y dudé unos segundos en si bajar o no, lo hice. Bajé los peldaños con cuidado de no provocar sonido alguno en la madera de cerezo que recubría el suelo. No había nadie por ninguna parte, estaba totalmente sola, los demás estarían durmiendo en sus habitaciones. -Normal Alice. ¿Qué haces haciendo el tonto? Ve a la cama como todo el maldito mundo.-Me dije por mis adentros girando sobre mis talones. Al hacerlo, una voz detuvo mi cuerpo. Alguien estaba hablando afuera en la calle, al otro lado de las grandes puertas de cristal. Cuando quise darme cuenta mi cuerpo ya se había detenido frente a éstas, buscando la dirección exacta de la voz.

Afuera no había nadie que alcanzase a ver mi vista. Sólo se encontraba la fuente de mármol, más atrás las grandes verjas de metal que rodeaban lujosamente el internado y por último, los árboles y por supuesto, el cielo. La luna llena me entretuvo más de lo necesario. Desde pequeña siempre que salía la luna me quedaba mirándola y pensando cómo sería verla desde cerca. Incluso, pisarla. Fantasías de niña pequeña.

Crucé las puertas de cristal. El aire rozó mi cara con suavidad, moviendo así mi cabello castaño claro, el cual tenía suelto. Me acerqué a una de las fuentes contemplando el agua, como caía y volvía a caer del chorro de la parte superior. El ángel se posaba en la parte superior con expresión segura y calmada. Sostenía un arpa del mismo mármol que lo demás. Acabé perdiéndome en mis pensamientos cuando volví a escuchar la voz. Esta vez mucho más cercana.

Me di la vuelta y me acerqué a la pared. Mirando hacia fuera palpé la pared mientras me desplazaba hacia delante, intentando ver si provenía de a la vuelta de la esquina del patio. Acerté. Una persona se encontraba dando pasos de un lado para otro mientras en su mano derecha se posaba un móvil en la oreja. Su voz suave y cansada dejaba a la imaginación que se encontraba de una mujer. Una mujer joven, de mi edad. Asomé un poco más la cabeza cruzando los dedos para que ésta no me viese u oyese. Suerte la mía. La chica se giró. Su cabello rojo ondulado se iluminó a la luz de la luna. Su rostro pálido con ojos marrones destacó aún más todavía. Era preciosa. -¿Quién es?.-Pensé sin apartar la vista de ella. Su larga y esbelta figura no dejaba que desear a la vista. Ésta no llevaba consigo el uniforme oficial, era otro. Un uniforme de color verde botella con cuadros escoceses y un jersey a juego. Un escudo bordado en hilo plateado se encontraba en dicha prenda. -¿Y ese uniforme? Nunca lo había visto. Y...¿si no es de aquí? Pero espera Alice, si ella no es de aquí...¿qué hace a estas horas hablando por teléfono ¡AQUI¡?-Me volví a decir mentalmente.

Dejé de pensar para concentrarme en lo que la chica decía a la otra persona de la línea. Su voz desde aquí sonaba mucho más dulce.

-¿Ellos están aquí?¿Están listos?...Sí...Yo ya estoy aquí joder, no me podéis decir eso.-Se dio media vuelta y se sentó en el banco más cercano a su posición.- No. Él estaba aquí conmigo y ya me contó las novedades. No, no me dijo nada de eso. Ya te estoy diciendo que no, no insistas dios. -Tras levantar la voz, la chica bufando colgó el teléfono y lo guardo en el bolsillo de su minifalda verde botella.

Dí dos pasos para atrás para poder tener ventaja por si volvía por donde me encontraba yo. Pero no, la chica se quedó inmóvil mirando al cielo. Sus ojos se volvieron cristalinos y apretó los puños. Agachó la cabeza murmurando insultos varios, su voz estaba temblorosa, más cansada de lo que se notaba al principio. Entonces, se dio la vuelta. Ella se quedó ahí sin moverse. Sólo su expresión cambió, ya no era dulce, ahora tenía una expresión terrorífica. Sonrió de medio lado. La chica se movió y cuando me quise dar cuenta, ella estaba detrás de mí.


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