Capítulo 31. In peace you may leave the shore.

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-LEXA-

Bajé rápidamente a la planta donde se alojaba la familia de Clarke, llamé energicamente a la puerta de Abby y Marcus -Hola Lexa- dijo Abby con una sonrisa al abrir la puerta. En cuestión de milésimas de segundo su cara cambió al verme hecha un mar de lágrimas. -¿Que ha pasado?- su cara era de tremendo horror, ¿Cómo podía decirle a una madre que a su hija la habían raptado?-Clarke... Yo estaba en las mazmorras, interrogando a los traidores y yo...- rompí a llorar, ella me abrazó, también comenzó a llorar -Se la han llevado Abby- nos abrazábamos fuerte. Era el primer abrazo con esa mujer, ambas lo necesitábamos.

No duramos mucho así, me separé enseguida, no podía derrumbarme, era la comandante. Tenía que estar firme, no dejar que las emociones me sobrepasaran. Pero tratando de Clarke se me hacía casi imposible. -¿Que haremos?- preguntó Abby limpiándose las lágrimas, apareció Marcus por detrás -¿Que ha pasado?- Abby se giró y le abrazó, éste acarició su pelo, me miró pidiéndome explicaciones -Han secuestrado a Clarke... Sé quien ha sido- los dos me miraron -¿Quien?- preguntó Abby confundida -La nación del hielo- sentencié. -Volved a vuestro asentamiento, comunicadlo. Necesitamos estar juntos por esto, necesitamos estarlo por Clarke ¿Bien?- al terminar la frase comenzaron a recoger sus cosas -Encontrad a los demás y comunicárselo- les dije antes de salir por la puerta. 

Me dirigí a la sala de los tronos, me encontré con Indra por el camino -Heda, ¿Estás bien?- seguí caminando -Acompáñame- la mujer me siguió hasta la sala. Una vez allí me senté en mi trono. -Clarke, la han secuestrado necesito un despliegue masivo de nuestro ejército, contactar con nuestros verdaderos aliados... Esto es una guerra Indra- la mujer no dába crédito -¿Cuando ha pasado?- suspiré, clavé mis ojos en ella y apreté mi mandíbula, me estaba constando horrores no llorar delante de ella -No tengo tiempo de explicaciones- me levanté dirigiéndome a la puerta -Quiero noticias, en cuestión de horas estaré de vuelta- Indra asintió -¿A donde va?- preguntó la mujer preocupada, apreté mis puños -Ha hacer algo que debí haber hecho mucho tiempo atrás- cerré la puerta de la sala y me dirigí a mis aposentos. 

Me coloqué la armadura, la espada, comprobé el puñal... Cogí mi maquillaje, base de carbón y agua. Fui al aseo, en el trozo de espejo comencé a maquillarme. Paré y me miré a mi misma. ¿En que me había convertido con los años? ¿Quien comenzó esto? ¿Quien me obligó a ser Heda? ¿Realmente quería sufrir esto? Mis ojos comenzaron a llorar, haciendo que mi maquillaje se corriera, recordándo el inicio de éste. 

La primera vez que lo usé fue en la muerte de Costia. Fueron mis lágrimas resbalando por mi cara quienes lo sentenciaron. Y esta vez volvía a ser por la misma razón. Por otra mujer cuyo nombre también empezaba por la misma letra. Una y otra vez. Pero esta vez no pasaría lo mismo, no lo podía permitir. Me daban igual las consecuencias, si habría guerra o no, me daba igual todo. Solo pensaba en recuperar a Clarke. Retoqué mi maquillaje y salí apresurada de mi habitación. 

Bajé corriendo las escaleras. Cuando llegué abajo me dirigí a la cuadra y cogí mi caballo. Me encontré con Indra -¿Que haces aquí?- ella también estaba sobre su caballo -Iré contigo- me dijo secamente -No- la desafié con la mirada -Sabes que sí iré, no dejaré que vayas SOLA- recalcó la palabra- a ver a Nia, podría matarte- apreté las bridas -Te he dado órdenes, limítate a cumplirlas-la mujer dirigió su caballo hacia al mío, situándose a mi lado -Está todo arreglado, Octavia se ha encargado, ahora ella es la jefa de guerra, al menos por hoy- la mueca de una sonrisa se dibujó en su rostro, se la veía orgullosa de ella.
Asentí, me rendí ante la oferta de Indra. Sabía que si no se lo permitía, lo haría a escondidas. Salimos por la puerta del establo, rodeamos Polis, no queríamos alarmar a los habitantes.
A lo lejos podía divisar la torre en la que me había criado. Me trajeron a Polis cuando cumpli los 11 años, al cónclave del anterior comandante. Su llama me elegió después de estar entrenando desde que dí mis primeros pasos. Me crié junto Anya, era como mi hermana mayor y no tuve tiempo si quiera en poder pensar en su muerte. El deber me reclamaba. Indra me sacó de mis pensamientos -Heda, ¿Que tiene pensado hacer?- volví a tomar el camino, pensé ¿Que quería hacer realmente? No podía entrar en su fortaleza y matarla sin más, necesitaba a alguien dentro.

Continuamos el camino en silencio. Comenzó a hacer frío, podía ver mi aliento y el de la yegua, pero gracias a la capa de mi armadura y al abrigo de comandante no tenía el frío suficiente como para tiritar. Indra en cambio temblaba mucho. Le tendí una manta que llevaba siempre en la parte trasera de la silla. La cogió e hizo una leve reverencia con la cabeza en signo de agradecimiento. 

Volví la vista al frente y acaricié la crin de mi yegua. Alcé de nuevo la vista, ya se podía apreciar un pequeño poblado a las afueras de Azgeda. El paisaje era blanco y verde. La cima de las montañas estaban cubiertas de nieve. Pequeños bosques se distinguían a lo lejos, entre ellos estaría la ciudad, por lo tanto su reina también. 

No podía creer que por fin iba a enfrentarme a Nia. Después de todo este tiempo me vengaría de Costia. Recuperaría a Clarke. Pero no iba a ser fácil. Miré a Indra, estaba segura de lo que iba a hacer, pero no estaba segura de cómo iba a pasar todo, ojalá pudiera saberlo. Tras unos minutos más de camino llegamos al pequeño poblado que había visto antes a lo lejos. La gente se quedaba mirándome, me reconocían. Algunos hacían reverencias, otros se escondían y miraban a través de la puerta, tímidos ante mi presencia. Me reconfortaba saber que seguía siendo respetada. Yo tenía mi vista al frente, Indra vigilaba que nadie hiciera la última tontería de su vida.

Cuando pasamos el poblado oí que me llamaban -¡Heda, Heda!- era una niña de unos 5 años. Tenía el pelo moreno y ondulado, por los hombros. Unos ojos marrones preciosos, su mirada me enterneció. Su cara estaba manchada completamente de barro, al igual que su ropaje. Detuve a Kilie (No lo he puesto antes por que no encontraba la hoja en la que estaba su nombre por ninguna parte, sigo) y me quedé mirando a la niña. Se acercó un poco más, admirando la yegua. Una leve sonrisa se dibujó en mi cara, Indra al percatarse carraspeó su garganta haciendo que volviera a adoptar la expresión habitual. -Heda... When ai grow up ai want kom be like yu (Comandante, cuando crezca me gustaría ser como tú)- bajé la mirada. 

Solté las bridas y bajé del caballo. Me acerqué a la niña y me agaché para ponerme a su altura. Ella sonrió, estaba feliz. -Ste bilaik tru? (¿Es eso verdad?)- la cría asintó violentamente, volví a bajar la mirada, negaba con mi cabeza -Yu don kom be happy. When ai was tua (12) ai was named heda. Ai had no childhood, ai had no family, ai had nou happiness. Ai would be happier kom ai family in a stegeda, o kom the gada ai hodnes, ba ai can nou gon ai laik the heda. Disha ste nou chit kru tel yu em ste. Be happy (Debes ser feliz. Cuando tenía 12 años me nombraron comandante. No tuve infancia, no tuve familia, no fui feliz. Sería más feliz con mi familia en una aldea, o con la mujer que amo, pero no puedo por que soy la comandante. No es lo que la gente dice. Sé feliz -me levanté. La pequeña se quedó mirándome, tenía una expresión extraña en la cara, como de confusión -Ai don nou said bilaik ai wanted kom be the Heda. Ai want kom be like Leksa (No dije que quisiera ser la comandante. Dije que quiero ser como Lexa)- dicho esto la niña se fué corriendo. Yo me quedé en el sitio.

"Sabias palabras pequeña" Me había perdido totalmente. Había dado mi vida al completo a gente que me estaba traicionando. No a los habitantes, ellos no tenían ningún poder sobre sus gobernantes, eran ellos los que me preocupaban. Volví a montar a Kilie. Indra me miraba -¿Está bien, Heda?- preguntó acercando su caballo al mío. Caminábamos lentamente. Asentí. Pero estaba mintiendo. Necesitaba encontrar a Clarke, recuperarla. Necesitaba hacerle ver a Nia que por mucho que ella fuera Reina, lo era solo en Azgeda, no sobre todos los clanes. No podía salirse con la suya otra vez. No lo permitiría.

Tras un par de kilómetros más llegamos al centro de Azgeda. La torre principal. Estaba destruida por el tiempo y la guerra que hubo, conservaba menos de la mitad de altura que tenía. 

La gente nos miraba

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La gente nos miraba. Algunos, como anteriormente había ocurrido, se escondían, hacían la reverencia o se quedaban petrificados. No estaba para pedir pasividad al pueblo. Estaba allí por que iba a matar a Nia. Iba a recuperar al amor de mi vida. 

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