El camino es de unos 25 minutos, no es tan cerca ni lejos, siento que es perfecto para mí. El taxista me ayuda a subir mis cosas y le doy algo de dinero extra por gratitud. Mi departamento está algo sucio y meto las maletas con cuidado y cierro la puerta.

Antes de desempacar decido limpiar. Estoy en pijama, no me cambié por pereza y ahora creo que debí hacerlo. De todas maneras, limpio mi lugar en pijama, muevo todo de su sitio para poder quitar todo el polvo. Mi habitación está como siempre y la limpio con cuidado de mover algo, tengo la idea de que algún día Emily volverá y querrá encontrar todo como lo dejó.

Ordeno mi ropa e inconscientemente dejo espacios libres, esos donde Emily colocaba su ropa. Pienso en cómo a pesar de los años, aún siento que sigue conmigo, que nunca se ha ido, sobre todo cuando cierro los ojos cada noche.

Me doy una ducha rápida mientras en mi mente pienso qué es lo que necesito comprar. Es familiar la sensación de emocionarme por ir a un mercado, oler la fruta para saber si está buena, o tocar la palta para saber si está madura; aquellas cosas que no hacia en un super puesto que comprar consistía en meter las cosas en el carrito en pagar. En cambio en el mercado puedes elegir, hablar con quién venda y preguntar si los precios llegarán a bajar o qué fruta está de estación.

Me coloco un short corto y un polo demasiado grande para mi, unas zapatillas y un pequeño morral con dinero. Por suerte saqué algo del banco, lo suficiente para vivir el mes. Aún pienso en qué hacer con tanto dinero que mi padre me dejó, desearía que no lo hubiera hecho pues así trabajaría y ahorraría, no es qie desperdicie el dinero pero es una preocupación menos. Pensé en comprar hna casa y acoger niños abandonados y también animales en casos extremos, pero esa era una de las ideas que tuve con Emily y quería cumplirlo con ella.

Salgo de casa y camino al mercado. Muchos me conocen y saludan, devuelvo los saludos con alegría pues esta es mi vida.

Compro verduras, carnes y frutas, todo para la semana y así no tener que salir. Le envío un mensaje a Helena para poder hablar con ella y contarle todo lo que pasó. Llego a casa con todas las bolsas y con dolor de dedos por el peso.

Lavo las frutas para colocarlas en el refrigerador y la carne la corto en pedazos grandes. Separo lo que no necesito y lo guardo en el congelador. Los vegetales los pongo en una canasta que está al lado del refrigerador.

Cocino asado, el favorito de Helena y la casa se inunda del delicioso olor.

La puerta suena y sé que es mi amiga. Abro y ella está con algo en manos, parece un peluche pero se mueve y descarto la idea. La dejo pasar y se sienta en la sala. Está sonriendo ampliamente y con mucho cuidado deja al bultito que lleva en las manos, en el piso.

-¿Eso es un perro?- pregunto al ver que sí lo es, sólo que mi mente no terminaba de procesar la información.

El pequeño ser es negro azabache y demasiado pequeño que me daba la impresión que se rompería en cualquier momento.

-Sí, una amiga lo rescató. A unas horas de aquí venden perros pero los tienen en condiciones difíciles, además es ilegal. Me lo dio pero soy alérgica y quiero que lo tengas, ¿puedes? No crecerá mucho

Considero una excusa pero no tengo ninguna, además adoro a los animales y si uno necesita un hogar, mi casa está abierta para ellom

-Si, pero tu lo nombras, sabes que soy pésima con eso- Helena me abraza con fuerza y siento una pequeña mordida en mi dedo

-Es juguetona- menciona Helena y lo carga para darmelo.

Acaricio a la pequeña criatura y siento ese olorcito que tienen los cachorros. Tiene los ojos marrones y se pierden con el negro de su pelaje. Escucho a Helena abriendo gavetas en mi cocina, supongo que encontró lo que buscaba pues deja de hacer ruido.

-Aquí está- en sus manos tiene dos envases con agua y comida, respectivamente. Los deja en el piso y con cuidado dejo a la perrita para que coma - traje su comida pues no sabía si vendían por aquí.

-Gracias y piensa en el nombre

-Ya tiene, mi amiga se tomó la libertad de hacerlo, esa maldita... - niega con la cabeza

-¿Qué amiga? - pregunto puesto que creía conocer todas sus amistades.

-¿Recuerdas a Amy?

-Ugh, cómo olvidarla. No me digas que te llevas con ella- le digo de mala gana

-No, sólo quería hacerte enojar- ríe con fuerza y la golpeo levemente en el hombro -bueno bueno, mi pequeño amorio con la argentina me hizo conocer a más personas

-Ouh- Fue lo único que dije.

Servimos la comida y nos sentamos en el comedor a comer. Todo se sentía tranquilo, no siento la tensión de que al terminar tenía que ir a ver a mi madre o planear algo de la boda.

-¿Qué piensas hacer? Osea tu hermano me contó lo que pasó pero no sé qué has pensado

-Quiero buscarla- le contesto sin dudar

-Te diré algo y tómalo. No la busques hasta que no te hayas encontrado a ti misma. Trabaja nuevamente, ve a tus asuntos sociales que te gustaban, ve a cortarte el cabello, comprate la ropa que tu quieras y sólo cuando te sientas tú, búscala.

-No puedo, necesito hablar con ella

-Lo sé pero ella verá a otra chica, no a Clara. Verá a una persona perdida y no a ti.

A pesar de que quiero ver a Emily mañana mismo o a la siguiente hora, ella tiene razón. Debo de rehacer mi vida, reponerme a su partida por mí misma y no por insistencia de Ricardo o mi madre.

-Tienes razón - le digo y meto a mi boca el último pedazo de carne

-Tienes que recuperarte a ti misma, yo te veo y sé que eres tú pero no actúas como si fueras tú, ¿me dejo entender?

-Sí. Helena, dicen que después de 8 años de una amistad, hay una alta probabilidad de que dure para toda la vida

-Ay mamita, te conviene porque como yo, nadie te va a querer y soportar - me da un beso en la mejilla y sonrío por tenerla como amiga.




Solo diré que aún te amoWhere stories live. Discover now