Hace 8 años.
-Hoy vi a una lesbiana en la empresa. Trabaja llevando la correspondencia a cada piso. -dice mi madre con desprecio durante la cena.
Estamos reunidos mis padres, mi hermano y yo. Es algo típico escuchar las quejas de mi madre, es como si todo el día guardase esos comentarios para soltarlos con nosotros. Pero éste es especial, pues demuestra su desprecio a los homosexuales.
-¿Cómo te diste cuenta que era lesbiana? - mi padre la mira esperando su respuesta, pues él es el dueño de la empresa.
-Estaba coqueteando con una chica. De lo más normal, como si fuera aceptable.
-Mañana me dirás quién es, así la despido - responde mi padre como ai fuera lo correcto y honorable.
-No la pueden despedir- mi hermano, José, interviene - por ley no pueden hacerlo por su sexualidad.
Mi hermano era diferente a mí. Él si era capaz de hablar y de decir lo que sentía y pensaba. Muchas veces se ganaba gritos pero nunca hizo que se calle.
-Al carajo las leyes que los aceptan. No dejaré que mi banco se manche de tal manera. Me dan asco - hizo una mueca de asco. Quise decir algo pero no podía.
-Estudio leyes, y creeme que si la chica conoce sus derechos te harán pagar una reparación civil que nos dejará endeudados.
-Las leyes... - mi padre deja de comer y tiene una expresión de asco- no deberíamos de hablar de esas cosas durante la cena.
Evité hablar. Siempre lo hacía cuando se trataban de estos temas. Me dolía saber que me su odio me involucraba de alguna manera.
A las 14 años había besado y tenido una relacion de un año con una chica. Y de ahí lo intenté con un chico, por mi propio bien, pero no resultó. Y hasta ese momento había tenido 3 enamoradas a espalda de mis padres.
Sabía que ellos me mandarían a un psicólogo y que tendría que rezar mil padres nuestros por hacer cosas prohibidas con mujeres. Decidí ocultarlo todo, era más simple para mí y no tenia problema con ocultar cosas, siempre lo hacía y ya me había acostumbrado. Comprendí que ellos jamás me aceptarían y que serian capaces de todo, con tal de cambiar mis gustos.
Una semana después de aquella mención de mi madre, fui a la empresa de mi padre. Esta era en un edificio enorme y se dedicaban a robar a la población, o bueno ser un banco.
Odiaba tomar el ascensor puesto que siempre me encontraba con personas falsas que me atacaban con preguntas, además me daba miedo. Sin embargo, tenia que hacerlo pues no subiría por las escaleras al piso 20.
Había sólo una chica en el ascensor y me sentí tranquila. No habrían preguntas incómodas.
Y claro todo habría sido perfecto a no ser que el ascensor se detuvo de la nada. Lo primero que hice fue presionar botones al azar con el fin de que el ascensor avanzar pero eso no ocurrió.
-Lo vas a malograr. -la chica habló con un tono de burla -¿te da miedo quedarte atrapada?
Giro con la intención de callarla y ella es quien me calla con su imagen. Ojos grises, pestañas largas y rizadas, cabello rizado negro que llegaba a los hombros; de estatura alta y contextura delgada. La chica era hermosa y no podía negarlo.
-No me mires así. Pareces un cachorro asustado - me quedó mirando un buen rato y sólo hizo que me sienta más nerviosa.
Me senté en el piso del ascensor y cerré los ojos. Me faltaba el aire y tenía mis manos heladas, ésta es la peor situcaión de todas.Soy claustrofóbica.
