Parte 14

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Elisa corría de un lado al otro con el vestido naranja que le regalo la vecina antes de mudarse, su hija es un par de años mayor que Elisa y antes de irse nos dejo una buena cantidad de ropa que ya no le quedaba. Sus moños y listones la hacían ver tan adorable, se le veía ya tan recuperada. Marcos esperaba paciente sobre un banco de la cocina a que terminara de prepararme.
Yo también llevaba un vestido ligero, me quedaba un poco mas holgado que cuando era soltera, era un poco viejo, pero me servía. Puse un listón como cinturón para disimular lo holgado. El vestido me llegaba a la rodilla y era amarillo con hojas blancas, el escote era decente y se sujetaba a mi cuello con unos delgados tirantes. Puse mi cabello en una trenza y coloque un poco de maquillaje sobre el morado tenue de mi ojo hasta cubrirlo. Me mire en el espejo desconociendo el reflejo, hacía tanto tiempo que no me veía de ese modo, me sentí joven y atractiva, le sonreí a la imagen que me devolvía el espejo, mire al reloj, 16:57. La puerta se entreabrió y mire el pequeño rostro de Marcos. -Llego el padre de Emma, mami- le sonreí y me devolvió la sonrisa entusiasmado, le di una ultima mirada al espejo. Tomé mi chaqueta de mezclilla y mi cartera con unos cuantos pesos que reserve para ese día, salimos de la habitación y nos dirigimos a la puerta. Elisa y Emma jugaban en la acera mientras León las supervisaba. Cerré la puerta tras de mi y se giro a verme, me sonrió con esa sonrisa suya que derrite a medio mundo, llevaba una camiseta azul que resaltaba el negro de su cabello y su barba incipiente, unos jeans y converse, se veía tan joven. Subimos a su coche y empezó a conducir en silencio, solo escuchábamos la efusiva charla de los niños desde el asiento trasero. De vez en cuando negabamos sonriendo al escuchar algunas de sus ocurrencias. Así hasta llegar al estacionamiento de la feria, bajamos del auto y nos dirigimos hacia la entrada. De pronto me mire desde afuera, parecíamos quizá una familia feliz, los niños no paraban de jugar y reír entre ellos, y él caminaba a mi lado en silencio, sonriendo de vez en vez. Sentí un repentino golpe de realidad al recordar que mañana Fernando estaría libre, y entonces todo acabaría.
Entramos a la feria y los niños no paraban de correr, llevamos a las niñas a un área para pequeños. Mientras Marcos fue a jugar a donde había niños mayores. Las pequeñas no dejaban de montar el castillo, se llamaban princesa una a otra y reían.
León empezó a hablar sentado a mi lado en aquella banca de madera. - ¿Sabes? Se que pasas por un momento difícil, pero debes de saber que no estas sola, que no mereces estar con alguien que no te valora, eres una gran mujer, eres tan fuerte, tan hermosa. No tienes porque aguantar los maltratos de ese hombre, tus hijos no tienen porque ver eso, Marcos no debe crecer con la idea de que a las mujeres se les puede maltratar porqué su padre maltrató a su madre y Elisa no debe creer que tiene que buscar un hombre como su padre que le dañe solo porque su madre así lo vivió y no le importó. Tu y tus pequeños valen mucho, no permitas que los sigan lastimando-. Me miró a los ojos y dirigió su mano a mi rostro para quitar un mechón de cabello que se escapo de mi trenza. Detuve su mano antes de llegar a el.
- ¿y tu esposa?- pregunte ya sin soportar la curiosidad y tratando de omitir todo lo anterior que dijo, que, aunque lleno de razón, no era tan fácil como lo planteaba. Agachó la mirada hasta sus manos, luego volvió a mirarme pero con una sombra en su mirada.
-Ella padecía una rara enfermedad, la descubrimos poco después de casarnos, todo iba muy bien y la estaba superando, pero un día nos enteramos que estaba embarazada, nos asusto un poco pero también nos alegro. Los primeros meses fueron geniales, pero un poco después de los cinco meses de embarazo su enfermedad atacó de nuevo, cayó en cama, empeoraba cada día más, y las pocas fuerzas que le quedaban se las brindaba a Emma que crecía en su vientre. Su vida se fue deteriorando de a poco, la vi extinguirse lentamente durante un poco mas de mes y medio. Un día, después de un par de semanas de estar hospitalizada, su cuerpo no resistió mas, estaba dando su ultimo aliento. Los doctores la llevaron al quirófano de inmediato y practicaron una cesárea, ella ya no resistió la cirugía. En su último aliento me brindo el regalo mas grande. Mi hija permaneció hospitalizada casi un mes, al final, me la entregaron en mis brazos, vi las facciones delicadas de Aurora en su pequeño rostro, el dolor por la pérdida de su madre era infinito. Pero al ver sus pequeños labios rosados y sus ojos perfectamente redondos, me sentí fuerte, valiente, y sabía que ese pequeño ser me haría salir adelante. Puse mi mano cerca de sus manos y tomo mi dedo con fuerza. Desde entonces no nos hemos separado un momento, estamos aquí, luchando día a día, juntos -
Volvió a bajar la mirada y puse mi mano sobre la suya que reposaba sobre su pierna, me miro a los ojos y sonrió, le devolví la sonrisa y nos quedamos así por un momento, solo sonriendo, casi imperceptible.
-mamá vino papá- la voz de Elisa nos saco del trance  en el que nos encontrábamos. Mis ojos se abrieron de par en par y me puse de pie de inmediato.
- ¿Donde esta cariño? - pregunte ya bastante nerviosa.
- Se fue con Marcos, dijo que nos esperaba en casa, que no tardarámos- inconscientemente empecé a buscar a Marcos con la mirada, no era posible, mañana se cumplían las dos semanas, como podía estar libre hoy. Corrí desesperada hasta donde jugaba Marcos y empecé a gritar sin recibir respuesta, las lágrimas comenzaron a empapar mi rostro. Quise echarme a correr hasta encontrarlo pero unas manos me detuvieron por la cintura.

AlexandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora