Los cardenales han marcado siempre su cuerpo. Golpeada por la mano que al principio la acariciaba. Sembrando dolor en las pequeñas pupilas de sus hijos, recogiendo el odio a su presencia.
Los cardenales han marcado siempre su cuerpo. Golpeada por la mano que al principio la acariciaba. Sembrando dolor en las pequeñas pupilas de sus hijos, recogiendo el odio a su presencia.
Dos historias entrelazadas por un trágico suceso ocurrido hace años dejó heridas que al día de hoy no han podido sanar.
¿Qué pasaría si se volvieran a encontrar?
Presa y cazador fueron una vez, pero...