XIII

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Pasan los días.

Descubrieron el cuerpo de Sonia. Disimular sorpresa. Lamentarme. Hablar con Noemí de lo sucedido.

Sara estuvo consolando a una chica. Parece ser que era la amante de Sonia, según me dijo Noemí. Lo siento mucho por ella. No lo hice aposta. Me centré en los cotilleos, como si no supiese nada de lo que ha ocurrido. Pero en el fondo, sentía como una piedra pesada se hubiese posado sobre mis hombros con un cartel en el que pone "culpa". Lo que más preocupaba a Noemí, es que había un asesino entre nosotros. Ella siempre sintió que la perseguían, que la espiaban. Siempre mira a todas partes tratando de buscar a esa persona que la sigue. Y ahora, con el asesino o asesina suelto, estaba mucho más inquieta. Mierda.

Pasan los días.

Busco ocupaciones, y acabo recogiendo hojas buscando formas y creando otras. Acabo volviendo a mi cuarto a causa de mis necesidades. Cuando llego, me encuentro con Cristina al lado de mi puerta. Paso de largo, tengo prisa. Cuando vuelvo a salir, sigue ahí. Mirándome fijamente.

– Hola Cristina– le digo para demostrarle que yo también conozco su nombre. Pero no parece sorprenderse.

– Hola Azul– yo me sigo preguntando cómo sabe el mío–. ¿Qué llevas ahí?– me pregunta señalando mi mano.

Me miro la mano y me sorprende ver una hoja con un agujero en forma de corazón. Lo había olvidado.

– Es una hoja del bosque– respondo.

– Y tiene un corazón en el medio.

– Sí– respondo.

Nos quedamos en un silencio.

– Parece ser, que tenemos habitaciones contiguas, supongo que te veré más por aquí.

– Claro– digo sonriendo, pero pensando que mala suerte la mía.

Me despido y vuelvo a mis quehaceres. Paso por la sala de dibujantes y saludo a uno de los sillones en mi mente. Recuerdo a Sonia cada vez que paso por aquí.

A media tarde, Morgan me encuentra, mientras trato de ver la profundidad del río que  encontré por la mañana, en medio del bosque.

– Veo que estás ocupada.

– Un poco sí– digo sarcástica mientras trato de mantener el equilibrio entre dos piedras muy resbaladizas. En realidad esto es tan cómodo que hasta podría dormir en esta postura quiero responder.

– Toma– me dice.

Yo estoy mirando la roca de la derecha. Estoy perdiendo el equilibrio por momentos. No quiero caer al agua. Por muy bonita que sea la idea de un río en medio de un bosque, este no es precisamente el que se idealiza. Después de recuperar un poco de estabilidad, miro a Morgan. Me está tendiendo una rama, para que pueda salir de ahí. A regañadientes salgo de ahí con su ayuda y la ayuda de la rama.

– Pensé mucho en ti ¿sabes?– me confiesa.

Yo estoy disfrutando de mi gran equilibrio en tierra firme.

– ¿Y eso por qué?– pregunto distraída.

– Porque sé que te conozco desde hace apenas días, pero me importas tanto que quiero llevarme siempre bien contigo además de otros sentimientos que ya demostré...antes– ...ejem...beso...ejem. Hace una pausa como esperando respuesta y yo no sé qué responder–. Nadie me ha aceptado tal y como soy– dice– nunca. Y quizá contigo no vaya a ser diferente. Pero contigo yo me siento diferente. Por eso quizá seas la persona que más miedo tenga de perder. – Hace una pausa. Tiene toda mi atención–. He estado pensando, y creo que lo mejor será que te cuente como soy a cada momento. Por ejemplo, cuando quiero algo, me empeño hasta conseguirlo. Ayer te quería a ti y al querer huir solo se acentuó mi deseo de tenerte. Sé que es egoísta, y muy poco considerado. Pero es algo que siempre he tratado de cambiar y no lo he logrado. Por otra parte, cuando estoy triste todo me parece un ataque a mí. Siento una incomprensión enorme y al instante siguiente se me pasa. Me vuelvo frío, distante. También he tratado de cambiar eso pero tampoco tuve éxito. Ahora, siento que puedo ser feliz. Pero no en este manicomio ¿no lo entiendes Azul? Quiero salir de aquí– Me dice con su sonrisa torcida, tan ancha y abierta que parece un loco.

– Entonces, cuando te invadan las ganas de tenerme ¿podría... decirte "ya me tienes" y te relajarías? – Pregunto un poco desconcertada por toda la información que me vino de golpe.

– Sí, eso haría que me relajase y si no, pégame o algo, la última vez, tengo claro que ibas a ganar tú la pelea. Pero cambiaste de estrategia, y acabé en la celda. Me hiciste reflexionar y aquí estoy ahora. – Si pudiese levantar una ceja lo haría ¿en serio me está invitando a que le dé una paliza?

– Y cuando no quieras ver a nadie, simplemente no hablamos ¿no?

– Sí, ahí simplemente tienes que esperar a que se me pase.

– Trato– no me parece muy difícil, y la verdad que prefiero estar con él gran parte del tiempo y tener estos pequeños contratiempos.

Me sonríe, se acerca y me abraza. Me lo tomo como una señal de gratitud. Pero me gusta el abrazo y yo también le rodeo con mis brazos. Nos quedamos en esa posición por varios segundos. Relaja sus músculos. Lo puedo sentir. Relajo los míos y suavemente me arrimo a su cuerpo. Logro percibir su abdomen en su leve movimiento de respirar. Acompaso mi respiración a la suya. Pasan unos segundos maravillosos. Siento los latidos de su corazón muy débiles en su pecho. Una sensación de bienestar me llena. Definitivamente, me gustan sus abrazos. Pierdo un poco la noción del tiempo. Respiramos juntos, tranquilos. Poco a poco, nos separamos. Nos miramos. Sonreímos. Suena a lo lejos, el aviso de que es la hora de cenar. Nos dirigimos juntos al comedor, tomados de la mano.

Cenamos, nos despedimos. Voy a mi habitación y en el camino se me hace imposible no pensar en él. Aun que, entre pensamiento y pensamiento, me cruzo con gente que también se va  dormir. No conozco a nadie, pero les doy las buenas noches con una sonrisa solo porque estoy feliz. Cuando llego a mi habitación, encuentro una hoja de árbol. Una de esas que recogí a la mañana. Alguien escribió, con mala letra, un mensaje en una esquina. Lo descifro, y al hacerlo una sensación de inseguridad y de miedo. El mensaje dice: "te dije que te alejaras". La hoja está partida a la mitad, atravesando el lindo corazón que había hecho en la mañana. Llamo a Suzy para que me acompañe un rato pero me duermo antes de que llegue.

AzulWhere stories live. Discover now