Prólogo

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Le acabo de contar todo lo que sé sobre este problema. Él se queda meditando un tiempo que a mí me parece eterno. Exasperada, añado:

– Doctor, usted sabrá que no estoy loca– es urgente que me crea, no puede negarse o estaré sola ante esto–. Es la verdad, por favor créame.

– Lo lamento señorita, no tengo las suficientes pruebas para poder tomarme esto en serio­– me responde con voz tranquila.

No me lo puedo creer. Mi peor pesadilla se confirma, no tengo el apoyo de nadie.

– Tengo una amenaza de muerte cada mañana. ¿Y usted no va a hacer nada? – básicamente, eso me está diciendo.

– Lo siento mucho señorita, lo único que puedo hacer para su seguridad es trasladarla a una habitación más cercana a los médicos.

Sonrío.

– Muchas gracias doctor, acepto esa proposición– me clavo las uñas de la mano izquierda en la palma de la mano derecha, sin que él me vea. Sigo preocupada.

Al lado de la puerta, Suzy está jugando a dar vueltas a su cabeza. Ella me dijo que no contase nada, pero ya no pude más. Me levanto para irme.

Se apagan las luces.

Suena un chillido a lo lejos.

Era como un chillido animal en boca de un humano.

El doctor se marcha, apresurado y preocupado por la salud de sus pacientes.

Suzy me mira y me sonríe de forma diabólica. Abre la boca y pronuncia las tres palabras que no quería oír.

"¡Te lo dije!"

Comienza cantar una canción siniestra. En mi mente, solo oigo las tres palabras. "Te lo dije."

– ¡No!­

AzulWhere stories live. Discover now