Azul

IV

Abro los ojos lentamente. Veo borroso. Cierro los ojos y analizo si estoy bien. Descubro que me duele la parte posterior de la cabeza. Lo recuerdo. Me dieron un golpe.

Abro los ojos de nuevo. Intento enfocar la vista. En unos segundos lo he conseguido. Estoy en una celda que no es la mía. Tres de las paredes han sido sustituidas por barrotes. La última es de hormigón sucio y poco cuidado. A la izquierda tiene puesto un pequeño lavabo que dudo que funcione. Al lado, una puerta que esconde el váter. Es un habitáculo tan pequeño que dudo que pueda cerrar la puerta cuando lo necesite. A la derecha de la puerta, un intento de colchón, anclado al suelo, y una manta ligera. Me siento en el colchón y me apoyo contra la pared.

– Vaya, mira quién ha despertado– dice una voz a mi izquierda en la celda contigua.

Giro la cabeza, ahí alguna bombilla dejó de funcionar, la mitad de la celda está bien iluminada y la otra zona en penumbra. En esa zona de sombras, distingo a un chico, parece joven ¿De mi edad? Mucha casualidad... En la celda de la derecha no veo a nadie.

– No busque a nadie más solo estoy yo– me dice aquel chico mientras miro a mi alrededor.

Ceso de pasear mi vista y me centro en él. Trato de identificar sus rasgos faciales entre las sombras hasta que dibuja una sonrisa. Maldita linda sonrisa.

– ¿Vas a dejar de mirarme de esa manera? ¿Eres muda?– No, no voy a dejar de hacerlo pienso.

–No– es lo único que logro decir.

Él suelta una carcajada con desganas.

– A ver ¿Cómo te llamas?– me dice, viendo que no voy a decir nada más.

Venga, esta es fácil pienso y sonrío internamente.

– Azul, ¿y tú?– parece que mis neuronas vuelven a ponerse en marcha. Relajo mi cuerpo. ¿Lo tenía en tensión? Ni me había fijado.

– Yo Morgan– responde– ¿Tu color favorito es el azul por casualidad?

¿Por qué, porque me llamo así? ¿En serio? Y que más ¿No seré "por casualidad" un pitufo? así le estoy respondiendo en mi mente. Menos mal que no existe la telepatía (creo).

– No– sonrío, de forma un poco forzada– mi color favorito es el morado– en realidad es el azul, pero no quiero darle el gusto de haber acertado y mucho menos que lo relacione con mi nombre.

– Pues el mío sí que es el azul– sale de entre las sombras acercándose a mí.

Tiene un pelo oscuro, ojos marrones, uno de ellos parece tener el borde exterior del iris de un color más claro, casi azul. Pero se destaca apenas, hasta me hace dudar de si es una imaginación mía. Su piel clara y muy lisa y tersa.

Él se sienta en frente de mí, con las piernas cruzadas. Me desplazo hasta ponerme cerca de los barrotes guardando una mínima distancia.

– ¿Qué hiciste para llegar hasta aquí preciosa? Me dice, en un tono que percibo como agradable.

– Ser "violenta" – lo digo mientras hago un gesto de comillas con las manos– y ver fantasmas, aunque eso no me suele traer problemas. –lo digo con sencillez.

Siento que estoy relajada, y no sé por qué. Esto hace que me resulte más fácil hablar y, bueno, ya si le miro a los ojos me pierdo en ellos. En esa profundidad que me resulta tan agradable como desconcertante.

– Entonces estamos aquí por lo mismo– busca mi mirada y cuando la encuentra, me sonríe y sonrío a mi vez.

Me descubro a mí misma pensando en lo mucho que me está gustando esa sonrisa. Maldita sonrisa.