Capítulo 26: Confesiones

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La chica de cabello oscuro lo toma del brazo y lo insta a retroceder. Al principio se opone, pero luego da pasos lentos. Hay mucha ira en su mirada.

No logro comprender como es que todos luchan por una misma causa y al mismo tiempo se destruyen entre ellos mismos. Esteban tiene razón.

—Esperaremos a que... —comienza a decir Dimas. Pero la chica de cabello rizado alza la vista enfurecida, con sus ojos rojos de tanto llorar.

—¿Esperar?, siempre hay que esperar —dice con amargura—. Mientras esperamos ella podría estar siendo torturada, o ya podría estar muerta.

—Entiendo lo que está pasando, pero no podemos lanzarnos afuera sin saber exactamente a qué nos enfrentamos. No tenemos ni idea de cómo entraron a la academia, ni mucho menos cuántos están afuera —explica él. Pero ninguno de ellos parece comprender la gravedad de salir.

—Ellos la dejarán morir, pero yo no lo voy a permitir —de sus labios sale una amenaza vacía.

Retrocede y vuelve a su asiento.

Dimas me sostiene del brazo y me hace salir de la habitación. Nos alejamos hasta mitad del pasillo. Cuando giro la vista Victoria sale y cierra la puerta. Supongo que estar en la misma habitación que los otros tres chicos no es exactamente una buena idea. No cuando eres un argel, y uno de los suyos podría estar muerto.

—¿Estás bien? —pregunta Dimas.

Me quedo en silencio, organizando todo en mi mente, lo que pasó con esa sombra y lo que sucedió después. Podría decir que fue una pesadilla, pero en el interior de mi alma sé que no fue así, fue real. De una manera muy distinta a la carne y hueso, pero real.

—El vástago parecía ir directamente por ti —susurra Victoria con temor. Su cuerpo se estremece ligeramente.

Gabriel estaba en lo cierto. Soy la razón por la que han atacado la academia, y ahora también de que Diana esté en peligro.

—No quiero asustarte, pero tengo la impresión de que tú eres la razón de que nos estén atacando en la academia —explica Dimas sin quitar sus lindos ojos verdes de mi rostro. Ambos sabemos que es algo que ya se había discutido.

No hay reclamo en su mirada, solo preocupación. Pero aun así me siento devastada.

—Por el contrario, yo estoy segura de que es así —digo aterrada por la realidad que comienza formarse sobre mí.

Mi pasado es un misterio. Mis pesadillas cada vez se vuelven tan reales, tan vivas.

—No te lo digo para que entres en pánico —él intenta tranquilizarme. Pero mis miedos más profundos salen a la superficie, asfixiándome—. Es posible que así sea, pero eso no quiere decir que seas la responsable. Yo más bien pienso que eres alguien importante, y por eso están en tu búsqueda.

Todos dicen lo mismo, pero nadie se explica.

—¿Cómo que importante? —pregunto.

¿Será que ese hombre de las penumbras tiene razón? No puedo escapar de esa oscuridad que me aterra, que me reclama. Ahora tengo miedo de recordar mi pasado, de enfrentarme a lo que sea que oculta mi subconsciente.

—Quiero decir que eres alguien importante que necesitan mantener fuera de este mundo —sus palabras dan vuelta en mi cabeza. Si para él tienen algún sentido, para mí no. Él se da cuenta de mi notable confusión—. Solo necesitamos saber más de ti.

Pues ya para mí eso no es importante, no tanto como antes. Me aterra descubrir qué es ese lugar tan tenebroso que alojó mi alma en algún momento, y no comprendo a qué ha venido esa idea. Lo alejo antes de darle más vuelta, solo quiero olvidar todo lo que ha pasado.

Renacer. Luz de Medianoche (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora