Capítulo 13: Dormilones

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01 día para volver a Venezuela.

Hoy despierto nuevamente con los brazos de Brian arropando mi cuerpo y su presencia reconfortandome.

Anoche le he abierto mi corazón a este chico y él a entrado cuidadosamente, tratando de no desordenar nada, sin saber que desde el momento en el que hablamos éste ya había dado un vuelco desparramado todo y sucumbiendome a una inevitable remodelación.

Y mañana es el día que pondré nuevo tapiz, nuevos adornos, nuevos recuerdos, nuevos sentimientos y un nuevo nombre.

Brian McCoy

No tratare de ocultar ni negar mis sentimientos, sería una tontería de mi parte.

Por muy inesperadas, rápidas, distintas que hayan salido las cosas con McCoy, así se dieron y no puedo cambiar el rumbo que ya he trazado, no es permitido dar marcha atrás y borrar las huellas, y tampoco deseo hacerlo.

Él llego en un momento de mi vida en el que estaba sola, sin amor y ni siquiera me había dado cuenta que este faltara, el ser humano ignora tantas cosas importantes...

Echo una mirada al reloj de mi mesita de noche, son las diez de la mañana y mis ojos se sienten hinchados y pesados de tanto llorar, imagino que los de Brian estarán en las mismas condiciones, por lo cual se me ocurre una idea.

Lentamente me levanto de la cama y voy en busca de algunos ingredientes:

1.- Pepino.
2.- Miel de abeja.
3.- Azúcar.
4.- Una pequeña taza de agua fría.
5.- Crema exfoliante.

Separo el pepino a la mitad, tomo una y la vuelvo rodajas y las aparto, la parte restante la corto en trozos y los echo en la licuadora, agrego la miel de abeja, unas gotas de limón y solo un poco de agua, licuó todo hasta crear un pasta espesa y por último echo la mezcla en un recipiente.

Busco varias frutas: manzana, pera, melón, banana, fresa y piña, las corto en trozos y echo todas juntas esparciéndoles por encima un poco de endulzante, busco dos tenedores y coloco todo en una bandeja junto con la mezcla y la rodajas de pepino, otro poco de agua fría y la crema exfoliante.

Tendremos una mañana relajante.

Estando en el cuarto dejo la bandeja en el escritorio que se encuentra en el lado derecho de la cama, Brian aun duerme por lo que me dirijo a la sala, tomo una corta pluma de pavo real del florero de la mesita de té y regreso a la habitación.

McCoy lleva puesto un short de tela fina azul a rayas blancas y una franela blanca, cuando fuimos a su casa a traído ropa para quedarse hasta que me vaya a Venezuela.

Me acerco y paso la extravagante pluma por la planta de sus pies, se remueve casi imperceptiblemente, subo pasando sus tobillos, rodillas, muslos y cadera, trazo la firmeza de su abdomen, la fortaleza de sus brazos y lo provocativo de sus labios.

Movimientos suaves y continuos, haciendo hincapié en las partes sensibles: planta de los pies, muslo, costados, cuello.

Su piel se eriza y una risa dormida sale de sus labios, poco a poco abre los ojos y sonríe.

—Eres un dormilón— le digo.

—Y si tú sigues despertándome de esta manera, créeme que voy a empeorar- responde.

Luego de convencerlo de que él debería sentarse y no yo acostarme, busco la ensalada de frutas y la pongo en medio de ambos y le paso un tenedor.

—¿Tanto tiempo llevas despierta?— me pregunta.

—Te dije que eras un dormilón.

Brian McCoy

Crónicas de una chica simpleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora