«ÉL FINGÍA PRESTARLE ATENCIÓN A LA PANTALLA»

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 Aún no sabe cómo es que ella pudo convencerlo de ver Meet the Robinsons, una película animada del 2007. Pero ahí estaba, acomodado en los asientos del salón cinéfilo de los Douze. Su demonio estaba cómodamente envuelta por los brazos de Justin. Él fingía prestarle atención a la pantalla, pero su verdadera atención estaba en ella, en sus ojos, en como sonríe, en como respira.

— ¿Te arrepientes? —le pregunta bajito.
La chica se ruboriza. Se mueve de manera que sus ojos verdes lo observan.
—No —musita aún más bajito que él.
— ¿Ni siquiera porque llevamos muy poco tiempo de conocernos?
—Ni siquiera por eso.
Él suspira.
—Fue algo muy especial, _________. No sé cómo explicarlo, lo que es extraño —desliza su mano hasta encontrar la de ella—. No fue como en otras ocasiones, el sexo vacio, fue...fue tocar el cielo. Fue como volver a nacer.
Ella sonríe.
—Para mí también fue especial, Justin.
Él le devuelve la sonrisa antes de depositarle un beso rápido en los labios. Escucha el alboroto de pasos y risas y no tarda en descubrir que la manada Douze ha decidido unírseles.
— ¿Interrumpimos? —pregunta Olivia en tono jocoso.
El resto de las hermanas sueltan una carcajada. Justin nota que su demonio se ruboriza. Oh, era tan adorable.
—No, aún no —musita él.
Verónica se sienta junto a Justin.
—Pensé que sería buena idea hacer un día de campo, ¿no se les antoja? Aún hay luz solar afuera.
—Mamá hará pie de manzana, mm —agrega Bea.
—Elizabeth, Madison y yo acabamos de terminar las galletas de nueces de macadamia —dice Stella.
—Pensamos que tal vez Justin y tú podrían hacer los emparedados —Olivia aplaude—. Extrañamos tus emparedados.
Su demonio suelto una carcajada.
—Está bien —responde.
Sus once hermanas armonizan en un tono perfecto antes de marcharse.
—Nuestros días de campo duran horas. Te aseguro que no acabarán hasta que llegue la media noche, y pueden, porque mañana es sábado, así que no tienen razón alguna para levantarse temprano.
Él sonríe.
—Yo tampoco tengo por qué levantarme temprano.
—Harán una fogata. Prepararán malvaviscos con galletitas de chocolate. Solo quiero advertirte, porque si aceptas no vas a poder escapar.
— ¿Y si yo no quiero escapar?
Ella sonríe tierna.
— ¿Y si te escondo en mi armario?
— ¿Por qué en tu armario?
—Para poder sacarte de él, ponerte en la cama y abrazarme a ti para poder dormir.
Él sonríe, él la besa, él la retiene contra su pecho.
— ¿Has pensado decirle a tu padre lo nuestro? —le pregunta.
— ¿Te refieres a lo del baño? —musita con la voz pequeña.
Justin suelta una carcajada.
—Honestamente espero que nunca se entere. Me mataría.
— ¿Entonces?
—Me refiero a lo que tenemos.
—Pero no tenemos nada, Justin. No somos novios.
—Pero somos almas gemelas, _________. Eso los dos lo sabemos. Date cuenta de todo lo que nos ha pasado en menos de dos semanas. ¡Dos semanas! ¿No te parece poco tiempo?
—Justin —gimotea—. Tienes razón. Ha pasado poco tiempo. De seguro debes pensar que actué como una zorra.
Él frunce el ceño, furioso.
—No digas una cosa así —gruñe—. Eres el soplo de aire fresco que yo necesitaba.
Ella oculta su rostro en su cuello.
—Quiero mostrarte algo —musita ella.
— ¿Qué cosa?
Ella se pone en pie y tira de su mano para obligarlo a levantarse. Lo conduce fuera de la habitación, cruzando el largo pasillo hasta el final. Abre una puerta, que conduce a otro pasillo, donde al final hay otra puerta.
— ¿Me vas a secuestrar? —pregunta burlón.
La chica suelta una carcajada. Cuando abre la puerta, Justin solo ve un espacio oscuro. Ella se interna en la oscuridad.
— ¿Qué hay aquí? —le pregunta él.
—Dame un segundo. Voy a encender la luz.
BAAAAM. La oscuridad desaparece, dando paso a un extenso salón de baile, con largos espejos, barras y un piso barnizado.
— ¿Qué es este lugar?
Ella le sonríe tímida en el centro del salón.
—Es mi santuario, mi soplo de aire fresco. Aquí solía pasar horas bailando y bailando sin parar.
— ¿Ya no vienes tan seguido?
Ella suspira.
—No he venido a este lugar desde que Meredith...
Una corriente de dolor que le surca el pecho no le permite continuar. Justin cruza la distancia entre ellos y la envuelve en sus brazos.
—Te la recuerda, ¿verdad?
Su demonio asiente.
— ¿Por qué no lo intentas? ¿Por qué no intentas bailar?
—No lo sé. Ha pasado más de un año. No me siento cómoda con mi cuerpo.
Justin suelta una carcajada.
— ¿En serio? Porque yo me siento muy cómodo con él.
La chica se ruboriza un poco. Justin solo se aparta de ella y camina hacia el reproductor de la esquina.
—Supongo que tus hermanas han estado viniendo —comienza buscar una canción—. Creo que ellas extrañan verte aquí.
—Es que no me siento inspirada.
Justin escoge la canción. La melodía rítmica comienza a sonar. Él espera a que ella de el primer paso, pero permanece totalmente quieta.
— ¿Me vas a decir que se te olvidó bailar?
Ella le sonríe un poquito. Justin comienza a bailar para ella, obsequiándole sus pasos únicos, el ritmo travieso de sus caderas.
—Baila conmigo, ________. Yo sé que quieres.
La chica suelta una carcajada.
—Anímate a perder el control.
Ella solo le sonríe. Justin tira de su mano, invitándola a seguirle los pasos. Cuando ella por fin se mueve, Justin se queda absorto en la seductora manera en que sus caderas se movían, en cómo sus pies hacían magia, en como su cuerpo hacía una reverencia a la música. Él le enseñaba pasos, ella le enseñaba pasos, y así transcurrieron los minutos.  

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Tenia Que Ser Una De Las Doce [Justin Bieber&Tn]Where stories live. Discover now