Capítulo treinta y cuatro: Pésame

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Caí con la jaula al piso provocando un fuerte ruido que terminó por despertar al niño y al Bestia de un salto, el ultimo se levantó de inmediato a ver que mierda me pasaba. Tiritaba de una forma horrible en el piso y mi cuerpo estaba más mojado que hace unos minutos pero, no sentía calor alguno. La visión del Manuel había desaparecido al instante y solo atiné a abrazar con fuerza al hombre que estaba hincado a mi lado, sus manos acariciaban mi cuerpo y hablaba en un susurró para calmar mi llanto.

– El Manuel – Susurré entre sollozos – Estaba aquí, era horrible Bestia estaba reventado.

– Amor son los efectos de la abstinencia – Susurró acariciando mi cabello con el llanto del niño de fondo y el piar del pájaro que había botado.

– ¿Qué? – Intenté calmar mi cuerpo sin entender lo que había dicho.

– Tu cuerpo se está limpiando de la coca, tendrás estas alucinaciones un tiempo, pero no son más que eso – Besó mi mejilla separándose de mí

Tomó la jaula y sacó al pájaro dejándolo sobre la mesa para por último tomar al niño acunado en una toalla y calmar su llanto y comenzar a mecerlo.

Tus tiritones también son producidos por eso – Se sentó a mi lado en el piso – Y tendrás varios ataques más pero, tení que ser fuerte ahora. Dura un tiempo pero, es casi la última etapa para dejar la droga.

Acomodó al pequeño en mis piernas, aún su llanto no paraba y él se levantó a preparar la leche antes de que los vecinos vinieran a ver que pasaba. Pasaría como violencia intrafamiliar con el ruido de la jaula y el llanto del chico y la verdad es que no me interesaba tener a la policía fuera de mi departamento con un niño que no existía. Mecí mis piernas con cuidado hasta que el chico cesó su llanto casi al cien por ciento, no era capaz de levantarme con lo fuerte que tiritaba mi cuerpo. El rapero volvió a mi lado y dándole la mamadera al pequeño se apoyó en mi hombro

– Yo voy a estar contigo hasta que todo termine ya – Asentí mirando la imagen que tenía a mi merced, la cual me resultaba sumamente extraña pero agradable al mismo tiempo.

No volví a pegar un ojo esa noche, la luz de la cocina prendida me dejaba una visión completa de la habitación y la mano del pequeño aferrada a la mía me daba una pequeña sensación de seguridad. Ver al Bestia durmiendo tan bien a mi lado me indicaba que en realidad todo estaba bien, aún tenía esos tiritones repentinos que no podía controlar pero, ahora más que esos me palpitaban distintas partes del cuerpo y mi corazón acelerado me tenía un poco preocupado. Quería consumir, necesitaba hacerlo de una forma urgente para parar esto y tenía que buscar algún weón que me vendiera para terminar con todo. En pequeñas dosis nadie se daría cuenta y así me sería más fácil el día a día, solté la mano del niño de la mía y sacando un poco las tapas que nos cubrían me dispuse a salir de la casa y buscar por donde fuera. Me había levantado, en realidad unos segundos más y habría estado buscando unos pantalones pero, la mano del Bestia tomó mi cintura con fuerza devolviéndome a la cama sin emitir sonido alguno ni hacer preguntas; que sabía no podría contestar; me tapó acomodándose sobre mí, aún tenía los ojos cerrados. Supe que no podría salir tan fácil de la casa y que él no dormía, la palpitación comenzó de nuevo y sus manos comenzaron a acariciar mi cuerpo intentando quizás tranquilizarme.

– Pensé que dormías – Susurré un poco enfadado por su repentina acción.

– No – Fue todo lo que dijo.

Putié al mundo entero yo necesitaba la coca, consumirla, tenerla cerca o lo que fuera y el conspiraba contra mí. Me quedé mirando el techo hasta que la alarma del celular del Bestia sonó, se levantó ultra pajero hasta el baño, no cerró la puerta y eso me enfado más, ¿qué mierda le pasaba? Notaba como desconfiaba de mí, ¿cree qué tiraré al pendejo por la ventana? Me levanté a preparar un café. Tenía que ir por los exámenes y el día había partido como la mierda, sólo faltaba que me dijeran que el niño era mío y tenía VIH, sífilis y gonorrea, pueden agregar que quedaré ciego en el camino o que me atropellara una moto al bajar del auto, puta vida.

Hasta que mi cuerpo aguante [Historia Gay] (GOTH)Where stories live. Discover now