Capítulo veintisiete: Perdón

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– Alex para tu weá – Intentó calmarlo el Bestia mientras el otro intentaba entrar a la pieza a la fuerza, golpeando al más grande – weón nosotros ya no estamos juntos, cálmate porfa.

– ¡No me digas eso! – Gritó histérico, el estado de ebriedad era obvio en el personaje.

– Pero no te voy a mentir weón ándate a tu casa, descansa y hablamos otro día – Intenté buscar mi ropa interior con la vista para lograr vestirme en caso de que entrara a hacer quizás que cosa, pero no la veía.

– Este weón no es pa' ti Bestia – Bufaba apuntándome.

– Bueno, ese es problema mío – Dejó pasar al Yelo por el lado mientras seguía afirmando al pesho por los brazos impidiendo su entrada.

– Eri maricón Bestia, cada día me arrepiento menos de todas las veces que te fui infiel – Secó sus lágrimas con el poleron – Siempre la pase mejor con otros que contigo.

– Pesho no digas cosas de las que te vas a arrepentir después – El Bestia hablaba con calma, el Yelo me pasó disimuladamente los bóxer que estaban a un lado de la cama por donde él estaba pasando.

– No, ya no me arrepiento – Soltó entre sollozos – Vales mierda weón y ojalá sufras harto con este maricón.

– Ya, gracias por tus buenos deseos nos vemos otro día – Lo empujó con fuerza y cerró la puerta de golpe, se apoyo en ella mirando al Yelo que estaba en la cama – ¿Vas a dormir aquí? – Frunció el ceño y el Yelo asintió tímido, el color carmesí que cubría sus mejillas demostraban que no estaba menos ebrio que el pesho – No al medio, déjame al Nico al centro – Se metió al baño a cepillar sus dientes.

miré al Yelo que me corría de mi lado de la cama y me acosté en el centro de ella, manteníamos el silencio quizás esperando que Oscar hablara primero, el Bestia al salir del baño apago las luces se tendió en la cama y me abrazó por la cintura.

– ¿Todo bien? – Susurré acariciando su estómago.

– Sí, me estresa que el weón sea así no más – Besó mi frente apretando aún más mi cintura – No te pongaí nunca tan weón como él porfa.

– ¿Es posible? – Susurró el Yelo a mi lado y nos pusimos a reír.

– Intentaré no hacerlo – Besé su mejilla, pero su rostro se giró para besar mis labios, escondió su rostro bajo mi cuello.

Me dormí con su respiración directa en mi oído, sus brazos sobre mi cintura y el Yelo a mi espalda.

– Nico, Nico despierta – La voz del Yelo y un suave zamarreó me sacaban del sueño en el que estaba – Nico va a quedar la caga párate – Abrí sólo un ojo, intentando saber si me estaba molestando, pero su semblante serio con un toque asustado me demostraban lo contrario – El Jaime se agarró con el Bestia weón nunca lo vi tan enojado, a los dos weón, nunca vi al Bestia así.

Me levanté de la cama a la rápida y el yelo me tiró la polera y los pantalones del mueble, me metí en el baño a lavarme la cara y los dientes cuando los escuché en el patio.

– Pero que weá te importa a vo' rojo culiao – Hablaba en una voz bastante alta el Bestia.

– Porque es mi amigo y vo' te lo cagaste, ¿qué esperai conseguir de éste otro? – Preguntaba en un tono más alto – Vo' metiste al pesho en ésta wea de las drogas, vo te lo violaste la primera vez que te acostaste con él y lo amenazaste con todas las weas que le podía pasar si hablaba – Salí de baño y con calma salí de la casa, me topé con un Bestia a centímetros del Jaime, ambos de pie mirándose con bastante odio.

Hasta que mi cuerpo aguante [Historia Gay] (GOTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora